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Homilética es el arte y ciencia de predicar para comunicar el mensaje de la Palabra de Dios.  Se estudia cómo organizar el material, preparar el bosquejo y predicar efectivamente.  Presenta a través del estudio de sermones ejemplares un modelo útil para los que empiezan a lanzarse al dificil arte de la predicación, mostrándo cómo decir las cosas de un modo claro y concreto.

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SIGNIFICADO DEL AMOR  

Efesios 5:25-28; 1.a Corintios 13:4-8

La boda de nuestros queridos X y X nos da la oportunidad de hablar del viejo tema del amor (1).

Se ha dicho que el amor es arte, poesía, música del alma. Es el medio escogido por el Creador para la institución básica de la sociedad humana: la familia; y para la preservación de las razas. El amor es, ciertamente, el vehículo de la vida.

Por ser algo tan grande, tan sublime, el amor es también la virtud más falsificada. Sabéis bien que en el terreno material no son objeto de falsificación las cosas vulgares, sino siempre las más preciosas, las de más valor, las obras de arte, las joyas....

En el terreno moral, el amor es el divino tesoro que más se ha procurado falsificar.

El amor se falsifica y envilece en los lupanares; se finge en noviazgos de conveniencia; se imita y desvaloriza en matrimonios mal avenidos....

Por esto, amados míos, en este momento solemne y sagrado de vuestras vidas, cuando venís a juntarlas delante de Dios por el santo lazo del matrimonio, considero oportuno daros, a la luz de la Divina palabra, una idea concisa y exacta del verdadero amor, para que os preguntéis en lo íntimo de vuestras conciencias si es y si será de esa legítima calidad, el amor que os profesáis y que os ha traído a este lugar.

1. Análisis del amor

Como la luz se descompone en siete colores al pasar a través de un prisma y todos juntos forman el maravilloso don de Dios que nos permite disfrutar del privilegio de la visión, así el amor, analizado por el poderoso e inspirado intelecto del apóstol Pablo, es descompuesto, para mostrarnos algunas de sus características de un modo bien definido.

1) El verdadero amor es desinteresado. Con dos grandes frases el apóstol Pablo define esta característica. Dice: el amor "es sufrido", «no busca lo suyo». Mientras el falso amor es egoísta y busca tan sólo el propio bien, la propia satisfacción, aparentando amar al otro; el verdadero amor es altruis­ta, procura el bien del otro, es compasivo. Se dice: "No importa que yo sufra un poco más, con tal que el otro ser a quien amo, sufra un poco menos, tenga menos molestias, se beneficie o se recree. Yo me recreo, viendo como él, o ella, se goza. Tengo en ello mi compensación."

Cuando ese amor es mutuo, se establece una especie de rivalidad en su práctica. Cuántas veces los maridos viejos recordamos haber tenido que decir a nuestras fieles compañeras: "Si tú no comes esto, yo no lo como", "si tú no vas, yo no voy...." De ahí la expresión refranero: "Partirse un piñón", que significa compartir hasta las cosas más pequeñas; todas las cosas buenas, del mismo modo que las eventualidades de la vida nos obligan a compartir las cosas malas.

2) Es paciente. "Todo lo espera, todo lo soporta...." El lazo del matrimonio significa la unión de dos voluntades diferentes, diversas. ¿Cómo aunarlas? ¿Cómo ponerlas en concierto?

¿De qué modo ensambláis dos maderas? Cortando la mitad del grueso de un cabo de la una y otra mitad de la otra. Así, una vez ensambladas, parecen una sola pieza lisa. Del mismo modo debes sacrificar, esposa, una parte de tu voluntad para dar lugar a la de tu cónyuge. Otro día, si él es comprensivo, sacrificará una parte de su voluntad para complacerte a ti.

Debéis tener en cuenta que ninguno de los dos es un ser perfecto. Esposa, tu marido tendrá sus errores, sus obcecaciones, sus gustos. No intentes hacérselos comprender o hacerle cambiar de parecer a base de terquedades tuyas. Sé paciente, espera; vendrá el momento de hacerles reflexionar cuando haya pasado la contrariedad.

Marido, tu esposa no es un ángel, aunque quizá se lo hayas dicho más de una vez. No es un ser perfecto, tendrá fallos, errores, retrasos, que quizá contrariarán tus planes; tiene, además, una voluntad propia que debes respetar, no es una máquina ni una esclava. Cuando ella haya fallado, es tu deber reparar el fallo, no con reprensiones duras, que serían como gotas de ajenjo en la miel del amor que os profesáis, sino con tu actividad, con tu ejemplo. Si se ha retrasado en alguna cosa, ayúdala. El mismo hecho de verte dispuesto a ayudarla, le será a ella de más estímulo que las palabras más duras, pues la mujer española tiene un cierto orgullo de la profesión "sus labores". Y hazlo con un rostro sonriente, incluso bromeando, para que no tome a mal tu entrada en sus quehaceres.

Mantener el idilio del noviazgo es el secreto de vuestra felicidad. ¿La romperíais por alguna tontería?, ¿por algún retraso, por un descuido? El verdadero amor es paciente, no se irrita, no guarda rencor.

3) Es confiado. "El amor todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta".

—Pero esto es ser candido —dirán algunos—. El amor es receloso, siempre desconfía, tiene celos; los celos son prueba de amor.

No, esto es una gran equivocación; los celos no son prue­ba de amor, sino de egoísmo. ¿Querrás para ti solo todas las sonrisas de tu ángel? Si así fuera, sería que no la amas tanto como pretendes. Deja que otros admiren lo que tú posees, que te envidien tu felicidad, que te feliciten en su corazón.... Y para que así sea, debes permitir que tu esposa alterne con otros hombres, honradamente, dentro de los términos de la pureza y el amor de Dios, que tú sabes son de tu amada, su mayor tesoro espiritual. Los celos no caben entre creyentes de alta calidad porque en sus vidas no cabe el pecado.

Y tú, esposa, ¿has de recelar de lo que pueda hacer tu marido fuera de tu vista? Los celos, en lugar de ser una de las cualidades del amor, son una enfermedad del amor, un tormento del alma. Permíteme darte dos consejos, dos remedios eficaces contra el mal de la posible infidelidad que trae revuelto al mundo entero y es origen de toda clase de malquerencias, altercados y hasta de crímenes.

a) El primer remedio es tratar a tu marido de tal manera cuando esté contigo, en casa o fuera de ella, que no halle otra felicidad ausente de ti; trátalo como un novio toda la vida.....

b)   El segundo remedio es fomentar en su alma la verdadera piedad, el temor de Dios, una fe más y más profunda. Si tu marido vive cerca de Dios, si se siente a cada momento ante su santa presencia, si no ha descuidado la lectura de la Palabra divina y de otros libros profundamente cristianos que eleven sus pensamientos y sus ideales, difícilmente podrá ser arrastrado por las tentaciones del pecado. El pensamiento cristiano de "Tú, Señor, me ves", le guardará de toda tentación, pues sabe que aunque a ti pudiera engañarte, no puede engañar a Dios.

Amados míos, tenéis el privilegio de que vuestro amor esté cimentado sobre la roca de vuestra fe. Si ambos creéis de todo corazón, si sabéis que no sois vuestros, sino que ambos pertenecéis a Cristo, vuestro divino Redentor y Señor, no os sentiréis libres para hacer lo que os dé la gana, para seguir los impulsos del viejo hombre; ni en los pequeños detalles de la vida, ni tampoco para faltar a la solemne promesa de fidelidad mutua que en este momento vais a haceros....

4) Es permanente. Entonces vuestro amor tendrá por encima, y como corolario de todas las otras virtudes que el apóstol destaca, la virtud final, la decisiva, la absoluta, la virtud de la permanencia. "El amor nunca deja de ser...."

2. El más alto ejemplo del verdadero amor

De ahí que el mismo apóstol que en 1.a Corintios 13 nos da una descripción y análisis tan completo del amor en general, en el segundo pasaje pone como ejemplo del amor conyugal, el más alto y perfecto de los amores, el amor de Cristo a la Iglesia.

Ved la semejanza: El amor de Cristo fue y es desinteresado, pues nada necesitaba ni necesita de nosotros; es sufrido y benigno, pues le costó los sufrimientos de la cruz, el poder redimirnos; no buscó su propio bien, sino el nuestro, hacernos felices con El por la eternidad. Su amor es también paciente, pues nos soporta cuando no somos para El lo que debiéramos ser, su amor es firme y eterno. Nunca deja de ser.

Por esto el amor de Cristo es el amor que merece ser tenido como lema y enseña de nuestras vidas, como modelo de nuestro propio amor humano, si queremos disfrutar de la relativa felicidad que nos es dable alcanzar sobre la tierra. Y sobre todo, amigos, y esto es lo más importante, el amor a Cristo, la fe en Cristo, el pertenecer a Cristo, es guía y garantía de aquella otra felicidad absoluta y perfecta a que aspiran nuestras almas: la felicidad que no ha de tener fin.

Muchos se han preguntado: ¿Por qué en un pasaje tan humano, que empieza con "Maridos, amad a vuestras mujeres", mezcla el apóstol Pablo un tema tan diferente, tan espiritual, como el del amor de Cristo para con la Iglesia? ¿Sabéis por qué? Porque además de las curiosas semejanzas que hemos señalado, el amor de Cristo es lo más importante, lo definitivo, lo eterno; todo lo demás, lo bueno y lo malo, es transitorio, pasajero, deleznable y no llena de un modo perfecto las necesidades de nuestra alma que, por ser hecha a imagen y semejanza de Dios disfruta, sí, de lo pasajero, pero con nostalgia de lo eterno; sintiendo que no es esto, lo de aquí, lo definitivo.

Cuando os vemos en este lugar, amados míos, en este día de fiesta, de regocijo, en "vuestro día", sin duda el más feliz de vuestra vida, recordamos nuestro propio día. Parece ayer que estábamos llenos de ilusiones, de planes, de proyectos, delante de otro servidor de Dios que nos hablaba en los mismos términos; sentados como vosotros a la puerta de la vida, prometiéndonos una felicidad de la que hemos disfrutado por casi medio siglo ante la presencia de Dios en medio de las vicisitudes de la vida. Pero han pasado los años y estamos ya en el ocaso. Si todo terminara aquí, ¡qué poca cosa sería, nos decimos, la humana existencia!

Pero con esta referencia al amor de Cristo a la Iglesia, a los creyentes a, los que han aceptado su amor, y a El se han unido por los lazos de la fe, Dios nos dice: Sursum corda, "arriba los corazones"; hay otra felicidad permanente, eterna para los cristianos. Para los que tenemos un esposo celestial que ascendió a los cielos, hay una esperanza mejor, por encima y más allá de todas las felicidades pasajeras de la vida.

Sí, amigos, la Palabra de Dios nos asegura que hay una boda espiritual para nuestros seres glorificados; un día de fiesta gloriosa que El nos ha prometido; una boda en la cual todos, amigos queridos, estáis invitados. Y bien quisiéramos que la invitación que os ha llevado a presenciar la boda de nuestros amados X.... y X.... os llevara también a aquella boda celestial. Que os indujera a pensar en lo bueno y necesario que es ser cristiano de veras. Que os trajera a recibir a Cristo en el corazón, y a vivir al amparo de su gracia, libres de muchos peligros que destruyen la felicidad de tantas familias, libres del pecado, libres del temor a la muerte, caminando con esperanza, hasta que, apoyados en vuestros compañeros o compañeras de la vida, tenga Dios a bien llamaros a disfrutar de aquella otra existencia definitiva y eterna, salvos por Cristo.

Quiera Dios bendecir a nuestros amados hermanos en su nuevo estado, haciéndoles un matrimonio cristiano ejemplar. Quiera Dios que sea su hogar un remanso de paz, de amor, de amor verdadero y perdurable, quiera Dios bendecir a sus hijos si tiene a bien concedérselos, que les otorgue el Señor prosperidad y salud. Y que cuando dentro de muchos años miréis atrás recordando este día, podáis dar gracias a Dios por haberos hecho encontrar el uno al otro. Por haberos permitido apoyaros y ayudaros mutuamente; unidos ambos al Señor, en los momentos fáciles y placenteros como en los momentos difíciles de vuestra vida. Y que sin haberse entibiado un ápice vuestro amor, antes al contrario, amándoos más y mejor por los favores y servicios que habréis tenido ocasión de dispensaros el uno al otro en múltiples circunstancias de vuestra carrera terrestre, os dispongáis a entrar en la felicidad definitiva del Reino de los Cielos, donde, sin existir el amor físico, permanece empero la unión del amor con aquellos que hemos amado sobre la tierra, pues "el amor nunca deja de ser".

1 Este sermón fue predicado originalmente por el autor a la edad de 70 años en la boda de unos sobrinos suyos. Los pastores jóvenes que tengan a bien adaptarlo tendrán que modificar este párrafo cambiando los nombres según cada caso.

Púlpito Cristiano por Samuel Vila

 
1. El Tema
2. Textuales
3. Temáticos
4. Subdiviciones
5. Material
6. Expositivos
7. Ordenación
8. Introducción
9. Conclusión
10. Estudios
11. Ilustraciones
12. Predicación
13. Preparación
14. Retórica
15. Elocución
16. Gestos
17. Navidad 1
18. Navidad 2
19 Pascua 1
20 Pascua 2
21. Pascua 3
22. Matrimonio 1
23. Matrimonio 2
24. Retiro 1
25. Retiro 2
26. Vacaciones 1
27. Funeral 1
28. Funeral 2
29. Evangelismo 1
30. Evangelismo 2
31. Evangelismo 3
32. Devocional 1
 

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