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  7. Ordenación Del Sermón

Homilética es el arte y ciencia de predicar para comunicar el mensaje de la Palabra de Dios.  Se estudia cómo organizar el material, preparar el bosquejo y predicar efectivamente.  Presenta a través del estudio de sermones ejemplares un modelo útil para los que empiezan a lanzarse al dificil arte de la predicación, mostrándo cómo decir las cosas de un modo claro y concreto.

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Ordenación del sermón

El orden es la base y secreto del sermón, como indicamos en el capítulo II.

El arreglo del esqueleto será la base de dicho orden.

No podemos clasificar un montón de cartas si no tenemos a mano un archivador, y los mejores pensamientos de un sermón no podrían ser ordenados si carecemos de un bosquejo bajo cuyas divisiones principales podemos agrupar los pensamientos que la meditación del tema y las diversas lecturas que he­mos hecho relacionadas con el mismo han traído a nuestra mente.

Es necesario que dichos puntos principales vayan sucediéndose en valor creciente e interés. O sea, dicho negativamente: Que no se ponga lo que es de más peso primero, y que lo mismo las frases que los argumentos vayan disminuyendo en fuerza de modo que los más débiles vengan al fin. De esta manera no se puede mantener el interés de la gente ni hacer impresión sobre los oyentes.

El lector atento habrá podido observar un orden evidente en los bosquejos que hemos dado en otros capítulos, y lo habrá notado también en otros bosquejos y en los sermones que haya oído de buenos predicadores. Esta lección tiene, empero, por objeto hacer resaltar este carácter esencial del sermón, para lo cual daremos estas sencillas reglas:

1.Lo general tiene que preceder a lo particular personal. Por ejemplo: Si tratamos de describir la universalidad del pecado, nunca diremos: "Tú y yo somos pecadores, todos los hombres del mundo lo son", sino al contrario: "Todos los hombres son pecadores, tú yo lo somos también."

2.Si hay que relacionar algo presente con lo ausente, se toma lo ausente primero. Por ejemplo: El Señor, en Lucas 13, habla de "aquellos galileos", pero después dice: "Si vosotros no os arrepintiereis, pereceréis igualmente", aplicando el ejemplo de los ausentes a los presentes.

3.Si se trata de un asunto donde entra el elemento tiempo, no se debe invertir el orden, sino tom­arlo en el de pasado, presente y futuro. Tenemos el ejemplo en Hebreos 13:8. No tendría la misma fuerza y belleza este pasaje si dijera: "Jesucristo es el mismo por los siglos, hoy y ayer." Parece que esta regla cae por su propio peso; sin embargo, algunos predicadores faltan a ella con frecuencia.

4.Si hay tales elementos como manifestación, causa y resultado, es natural que para tener orden lógico principie por causa, luego manifestación y por último resultado.

5.Siempre debemos poner como en el último lugar aquel punto que lleve a la decisión importante que se desea producir por medio de un sermón.

Estas reglas generales para las divisiones principales se aplican igualmente a las subdivisiones, y algunas de ellas aun a las mismas frases del sermón. por ejemplo, si tomamos como tema:

Ejemplo 1º.

UN CORAZÓN QUEBRANTADO

Salmo 51:17

Poniendo las subdivisiones en esta forma:

I. Cómo se produce el quebrantamiento de corazón.

II. Por qué se recomienda un corazón quebran­tado.

III. En qué consiste un corazón quebrantado.

Se observará una falta de orden que impide asimilar y retener la verdad.

Pero si colocamos los puntos en este orden:

I. En qué consiste un corazón quebrantado.

II. Por qué es indispensable y se recomienda un corazón quebrantado.

III. Cómo se produce el quebrantamiento de corazón.

Notaremos que este segundo bosquejo nos permi­te explicar el asunto de un modo lógico y seguido, pasando de un punto a otro y terminando con apli­caciones prácticas. Sería una insensatez tratar de explicar cómo se produce o se realiza una cosa sin antes saber lo que tal cosa es; por esto el orden conveniente es el segundo.

El orden del bosquejo debe abarcar no solamente los puntos principales sino extenderse del modo más escrupuloso y perfecto posible en las subdivisiones, pues traería la confusión igualmente a las mentes de los oyentes si se faltara a esta regla al explicar los detalles más ínfimos del sermón.

Veamos éste.

Ejemplo

LA PUERTA ESTRECHA

Mateo 7:13-14

Introducción. — Explicar la costumbre que había antiguamente de hacer puertas estrechas en ciertas ciudades o fortalezas para facilitar su defensa, y puntualizar el inconveniente que ello ofrecía a los hombres de regular estatura y a ciertos animales de carga como el camello (Mateo 19:24).

También las calles y caminos eran más estrechos en aquellos tiempos, especialmente los que conducían a ciertas fortalezas. En todos los casos el camino ancho era el más transitado.

Jesús nos exhorta a porfiar, a entrar por el lugar más difícil y a andar por el camino menos atractivo.

I. Qué significa porfiar.

Empeñarse en un propósito.

2º Apartar los obstáculos (como se hacía quitando la carga al camello cuando ésta subía a la altura de la cabeza).

3º Agacharse y aun doblegar la rodilla.

4º Desoír los consejos de los que pretenden que la entrada es imposible, o arguyen que no hay peligro fuera.

II. Por qué hemos de porfiar a entrar por la puerta estrecha.

1º Por causa del insidioso peligro que el camino ancho tiene en sí.

a) Es atractivo a la carne y popular, mientras que el estrecho parece solitario.

b) Por la naturaleza estamos acostumbrados al camino ancho.

c) Lleva a la perdición.

2º Porque el camino estrecho es el único de felicidad y vida.

a) Es imposible encontrar felicidad en el camino del mal.

b) Sólo la regeneración concede parte en el Reino de Dios (San Juan 3:3).

3. Porque la vida eterna, que es la meta del camino estrecho, merece todo esfuerzo.

Ejemplo: Ilústrese con el ejemplo de que todo lo que es digno de ser alcanzado cuesta esfuerzo. Por ejemplo: Música, pintura, ciencias, etc.

a) Esta vida significa liberación de la con­denación.

b) Dulce comunión con Dios.

c) Eterna felicidad y gloria.

4º Porque habrá un día cuando no será posible entrar aunque se quiera (Luc. 13:24-25).

Este bosquejo es bastante completo aunque no tiene más que dos divisiones, porque éstas contienen bastantes subdivisiones, con abundante material.

Podría hacerse el bosquejo en otra forma transformando en título el punto primero:

"Por qué hemos de porfiar a entrar por la puerta estrecha"

Y en divisiones de primer orden los cuatro puntos principales de esta división.

Pero esto dejaría fuera del sermón aquella descripción de la palabra porfiar que nos es una buena preparación para que los oyentes entiendan mejor las consideraciones más importantes y prácticas del segundo punto.

Siempre los puntos principales deben ser una preparación del que le sigue.

Veamos ahora lo que ocurre con las subdivisiones cuando se hallan desordenadas.

Suponga el estudiante que hallara este mismo bos-[uejo redactado en la siguiente forma:

I. Qué significa porfiar.

4º Desoír los consejos de los que pretenden que la entrada es imposible o arguyen que no hay peligro afuera.

3º Agacharse o doblegar la rodilla.

1º Empeñarse en un propósito.

2º Apartar los obstáculos.

El punto 4º parece ser tan bueno para empezar como el 1º, pero si empezamos por éste no podremos poner el 1º y se nota que la entrada es demasiado brusca.

Por otra parte, el punto 4º nos permite hacer aplicaciones prácticas referentes a los que tratan de persuadirnos de que no hay peligro para nuestras almas, permaneciendo fuera del Evangelio de la gracia de Dios, y siempre conviene que las exhortaciones prácticas vengan al final, ya sea del sermón o en sus divisiones principales.

La falta de orden se observa de un modo muy especial entre el segundo y tercer punto y se nota también que el 3º no puede ir detrás del 4º El único lugar que le conviene es el 1º

Supongamos que las subdivisiones del 2º punto las encontramos en el siguiente orden:

I. Por qué hemos de porfiar para entrar por la puerta estrecha.

3º Porque la vida eterna, que es la meta del camino estrecho, merece todo esfuerzo.

4º Porque habrá un día cuando no será posible entrar aunque se quiera.

2º Porque el camino estrecho es el único de felicidad y vida.

1º Por causa del insidioso peligro que el camino ancho tiene en sí. 

También aquí el punto 3º parece tan bueno como el 1º para empezar, pero debemos tener en cuenta que el camino ancho es el que está siguiendo actualmente el pecador y, por lo tanto, es antes que todo lo demás.

El punto 4º salta a la vista que tiene que ser úl­timo porque se refiere a una cosa final, la condena­ción y desespero del pecador.

El 2º tiene que ir inmediatamente después del 1º porque se refiere a algo presente: la paz y felicidad de la vida cristiana, mientras que los puntos 3º y 4º tienen que ver con la vida venidera; por lo tanto, es natural que se expongan después.

Veamos ahora las subdivisiones de segundo orden.

Si bajo la subdivisión:

1º Por causa del insidioso peligro que el camino ancho tiene.

Ponemos:

b) Por la naturaleza estamos acostumbrados a andar por camino ancho.

c) Lleva a la perdición.

a) Es atractivo y popular, mientras el estrecho parece solitario.

Encontramos desorden, aunque también aquí el punto b) parece tan bueno como el o) para empezar; pero observemos que el punto a) se refiere a algo general, mientras que el b) tiene que ver con lo particular y personal, y tal ordenación contradeciría la primera de las cinco reglas que hemos dado al principio de este capítulo.

El punto c) debe ir en último lugar porque es lo final y patético.

Si bajo la segunda subdivisión:

2º Porque el camino estrecho es el único de felicidad y vida, decimos:

b) Sólo la regeneración concede parte en el Reino de Dios.

a) Es imposible encontrar felicidad en el camino del mal.

Notaremos la misma falta de orden porque primero es el camino del mal y la falta de felicidad que en él encontramos y después la regeneración y su fruto, el acceso a Dios.

Si bajo la subdivisión tercera:

3º Porque la vida eterna, que es la meta del camino estrecho, merece todo esfuerzo, decimos:

c) Esta vida significa eterna felicidad y y gloria.

b) Dulce comunión con Dios, a)   Liberación de la condenación.

Habremos faltado a las reglas tercera y cuarta, pues es evidente que lo primero que encuentra la gracia de Dios en nosotros es pecado y condenación; que produce, ya en esta vida y se perpetuará en la venidera, es: dulce comunión con Dios; y lo último permanente será la felicidad eterna.

En todo bosquejo debe notarse un avance en los puntos como un escalón que lleva a otro.

Cualquier predicador puede notar que un sermón desordenado no mantiene en el auditorio el mismo grado de interés que un sermón cuyos puntos llevan del uno al otro de un modo lógico, claro y racional. Por esto es importantísimo aprender de memoria y tener en cuenta las cinco reglas dadas al principio de este capítulo.

Manual de Homilética por Samuel Vila

 
1. El Tema
2. Textuales
3. Temáticos
4. Subdiviciones
5. Material
6. Expositivos
7. Ordenación
8. Introducción
9. Conclusión
10. Estudios
11. Ilustraciones
12. Predicación
13. Preparación
14. Retórica
15. Elocución
16. Gestos
17. Navidad 1
18. Navidad 2
19 Pascua 1
20 Pascua 2
21. Pascua 3
22. Matrimonio 1
23. Matrimonio 2
24. Retiro 1
25. Retiro 2
26. Vacaciones 1
27. Funeral 1
28. Funeral 2
29. Evangelismo 1
30. Evangelismo 2
31. Evangelismo 3
32. Devocional 1
 

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