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  18. Navidad 2

Homilética es el arte y ciencia de predicar para comunicar el mensaje de la Palabra de Dios.  Se estudia cómo organizar el material, preparar el bosquejo y predicar efectivamente.  Presenta a través del estudio de sermones ejemplares un modelo útil para los que empiezan a lanzarse al dificil arte de la predicación, mostrándo cómo decir las cosas de un modo claro y concreto.

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POBRE SIENDO RICO

(2a Corintios 8:9)

Desde que la humanidad empezó a esparcirse sobre la tierra, quedó establecida la gran controversia entre pobres y ricos, los que tienen menos envidiando a los que tienen más; éstos despreciando muchas veces y explotando a los pobres con el fin de ser más ricos.

Y en el ir y venir de la vida y de las generaciones ha ocurrido, en el terreno social, alguna de estas tres cosas: pobres que se han hecho ricos por haberles favorecido rápidamente la fortuna; ricos que han caído en la pobreza por razones inversas, y también ricos que han ayudado a personas pobres a subir de nivel social. Pero nunca se ha dado, en el terreno humano, el suceso que se expresa en nuestro texto: Un rico hacerse pobre voluntariamente para enriquecer con su pobreza a muchísimos desvalidos de la más pobre con alción. Sin embargo, este es el significado de la Navidad y de todo el Evangelio. Se ha dicho que la Navidad es el Evangelio en miniatura, y es una maravilla. Suponed que encontrarais este texto en un libro profano, con el nombre sustituido. No podríais creer la inverosímil historia; sin embargo, así fue en grado superlativo en el caso de la venida de Cristo al mundo. Consideremos reverentemente este portentoso suceso, usando un poco nuestra imaginación.

En el acontecimiento de la Navidad, se destacan tres maravillas:

1. La riqueza de Cristo

¿Quién es el que nació tan humildemente en el pesebre de Belén? (Juan 1:14 y Colosenses 1:15-17). "El Verbo"; "la imagen del Dios invisible; el primogénito de toda criatura". No porque fuera una criatura, pues existió desde toda la eternidad en el seno del Padre como parte integrante de la Divinidad, en potencia y en esencia; sino por ser el mismo la Vida; la causa y razón de la existencia de todas las criaturas.

Entre éstas, se encuentran, en primer lugar, los ángeles. ¡Qué hermosos y poderosos son! Estos maravillosos seres pudieron darse cuenta de su existencia (facultad que también nosotros tenemos, pero no los animales) y sin duda empezaron a preguntarse la razón de su existir y a adorar a su Creador.

El Espíritu Divino hizo otra cosa maravillosa; creó y puso en movimiento el éter universal invisible (Hebreos 11:3); organizó la materia, los átomos, polvo del Universo, y de ellos los mundos. No sabemos cuántos millones de siglos transcurrieron, pues no lo dice la Biblia. La ciencia trata de investigar la edad de la materia y asegura que puede saberse. La materia no es eterna, pues de la nada, nada puede salir.

En este pequeño planeta llamado Tierra apareció la vida por el poder del Espíritu de Dios que se movía sobre el haz de las aguas. Vida vegetal; después vida animal, peces, aves, cuadrúpedos. ¿Qué se proponía el Creador? Crear un ser de materia estática, apto para servir de morada a un es­píritu. El espíritu, ligado a la materia, la cual usaría como instrumento. Los animales, hacía millones de años que existían sin haber hecho nada de sí ni por sí mismos; pero aquel ser extraordinario, de materia y espíritu, colaboraría con Dios para hacer de todo este globo un gran paraíso. Dios le iría revelando las leyes de la materia y el hombre construiría cosas maravillosas: edificios, carreteras, máquinas, instrumentos adecuados para proporcionarse una vida más grata y más fácil. Por supuesto, este ser de materia y espíritu, conocedor de sí mismo y del paso del tiempo, no ten­dría que morir.... Henchiría la tierra de seres felices que disfrutarían de todas las maravillas de la creación hasta límites insospechados.

Podemos imaginarnos que los seres celestiales deseaban conocer la causa de tantas maravillas hasta que ocurrió lo que describe Hebreos 1: "El Verbo de Dios", que existía con el Padre desde la Eternidad, el unigénito Hijo, fue dado a conocer a los ángeles, y fue adorado y ensalzado por todos los seres creados. Todos reconocieron que era un Ser Único con el que no podían compararse. Por esto le ensalzaba toda la creación. Era inmensamente rico, pero no en el sentido humano, limitado y pasajero, sino en el sentido más real y absoluto.

Era rico en poder.... Su voluntad era ley, y tenía millones de seres dispuestos a cumplirla.

Era rico en posesiones.... En el gráfico lenguaje hebreo leemos: "Pídeme y te daré por posesión tuya los términos de la tierra." (Más literalmente, del Cosmos, o sea, del Universo.) (Salmo 2:8.) Suyos eran todos los materiales preciosos.... Suya cada estrella....

Era rico en amor...., pues era amado del Padre, del Es­píritu Santo y de los ángeles....

Era rico en gloria.... No cesaban de alabarle y adorarle todos los órdenes de criaturas, ángeles, arcángeles, querubi­nes, serafines. Todos los habitantes del Universo le dirigían los cánticos de Apocalipsis 4:11 y 5:13.

2. Su humillación

a) El motivo. — Uno de los ángeles se rebeló contra Dios y su representante visible por el cual fueron creados los cielos y la tierra (Colosenses 1:18). No supo apreciar la diferencia entre él, un ser creado y el Unigénito del Padre, un Ser increado. Como era el más bello, elevado y luminoso de los ángeles, Lucifer creía que debía ser el único representante del Creador y debía recibir adoración. Cuando fracasó en su impío intento, y fue desterrado, vino a este mundo, que acababa de llegar al estado propio para albergar seres vivos inteligentes, y en el cual Dios había hecho esta cosa nueva: Poner un ser espiritual dentro de un envoltorio de materia y.... todos conocemos la historia: Engañó miserablemente a los primeros habitantes del mundo, persuadiéndoles a desobedecer a Dios. Les insinuó los primeros pensamientos de desconfianza. Entró en el mundo el pecado, la ruina, la muerte. Entonces fue revelado el plan que el Omnipotente tenía previsto desde la eternidad: De la simiente de la mujer vendría Uno que tomaría carne humana.... un Ser glorioso que desharía la obra del maligno, sufriendo por los pecadores.... ¿Quién sería?

b) La inmensidad de su humillación, vista desde arriba. Podemos imaginarnos a los ángeles intrigados ante el anuncio del plan divino de la Redención. Figurémonos una conversación entre Miguel y Gabriel:

—Oye, tú, capitán de las huestes del Señor, ¿has oído el propósito del Eterno? ¿A quién enviará? ¿A ti o a mí?

—Hermano arcángel —respondería el interpelado—. Yo nunca diré que no, si el Todopoderoso me lo ordenara. ¿Pero sabes tú lo que es estar atado a la materia...., que te sujete por los pies la fuerza magnética del cosmos, y tengas que moverlos para trasladarte de un lado a otro? ¿Has visto cómo recorren distancias ridículas los seres de materia.... y cómo se cansan y sufren? Además, el prometido Mesías tendrá que padecer, no sólo los inconvenientes de estar atado a un cuerpo material, sino mucho más. ¿Has oído lo que le ha dicho Dios al maligno engañador?: "Tú le herirás en el calcañal." Nosotros no sabemos lo que es sufrir...., ser heridos, morir....; pero he visto cuando un animal devora a otro. ¿Viste lo que sufrió Abel cuando Caín le hirió....? ¡Y cuando sean millones de hombres semejantes a Caín, tan ruines, tan egoístas, tan faltos de amor, será terrible para el pobre ser celestial que le toque ir a semejante mundo....!

Podemos imaginarnos que un día cundió en los cielos la gran noticia:

—¿Sabes quién va a la tierra a redimir a los hombres? ¡Nada menos que el Unigénito! ¡El Verbo de Dios!

—¿Es posible? ¿Y se hará hombre? ¿Será como uno de ellos? ¿No aparecerá sobre la tierra como una teofanía y desaparecerá cuando le plazca?

—¡No, no! Que ha de nacer, tomar verdadera carne hu­mana; ser hombre y morir por los hombres. ¡Tal es el miste­rioso y sublime plan divino!

c) Las razones de su profunda humillación. — Podemos continuar imaginándonos la conversación angélica:

—¿Y dónde irá a nacer el Mesías de Dios, el Redentor? Estaría muy bien si naciera en uno de los palacios de la India, o bien en la corte de Roma. Hay allí un emperador muy grande, Octavio César, que ha dominado veinte naciones, y es bueno.

—¿Bueno? —interrumpiría otro ser angélico? Pregúntalo al ángel de su guarda. ¿Y la emperatriz? Al fin y al cabo, debería ser hijo de ella, no de él. ¡Hay más suciedad en su corazón, orgullo, vanidad, despotismo.... ¿Sabes cómo trata a las esclavas?

—Además, cuando ocurriera su muerte redentora, le atri­buirían un carácter político; no parecería una ofrenda voluntaria de amor. Por otra parte, sabes que los reyes están rodeados de ricos orgullosos, y no se acercan al pueblo.

—En Atenas hay unos hombres muy sabios, los filósofos —irrumpiría otro ángel—. ¿No sería allí el lugar más adecuado?

—De ningún modo. Se confundiría su enseñanza con la de aquellos maestros; se atribuiría a sabiduría humana. Y estos mismos hombres, ¿sabes cómo tratan a la gente del pueblo? ¿A sus prójimos? Les llaman plebe, rechazan a los ignorantes....

Podemos imaginarnos a otro ser angélico interrumpien­do:

—¡Habéis olvidado una cosa, hermanos! ¿Para qué sacó Dios a Israel de Egipto e hizo tantas maravillas? Aquí están las profecías! ¡El Espíritu Santo no se equivoca! El Mesías ha de ser un descendiente de David y nacerá en Belén (Miqueas 5:1). Ya se va acercando el tiempo.

—¡Pero si en Israel no hay rey! ¡Si dominan los romanos! ¿Cuántos años tendrán que pasar antes de que los descendientes de David vuelvan a estar en el trono y puedan pro­veer un hogar digno al Mesías príncipe?

Podemos imaginarnos, finalmente, a Gabriel viniendo alborozado a la corte angélica para decirles:

—¡Ya sé dónde nacerá el Mesías! ¡El Eterno me ha comisionado para llevar el mensaje!

—¿A quién?, ¿a dónde?

—A María, una doncella hija de Joaquín y nieta de Eli. Es una jovencita excelente, que vive en Nazaret... ¡Si hubieseis visto el espanto que le tomó al verme!

d) La lección de su humildad. — Aun podríamos ima­ginarnos otra escena de alegría entre los seres celestiales en aquella noche memorable en que los ángeles cantaron "¡Gloria a Dios en las alturas!" Este es el lugar —dirían los seres celestiales admirados ante el pesebre— abierto a todo el mundo; no hay aquí lacayos ni soldados. ¡Cuan humilde y pobre, pero qué acertado! Aquí pueden acudir toda clase de gentes. ¡Y qué lección va a ser para los ricos orgullosos, a través de los siglos, que para celebrar el inefable acontecimiento tengan que preparar unas toscas ramas y unas pajas para que contrasten con su lujo y su orgullo! ¡Qué sabio es nuestro Dios!

Esta es la historia de la Navidad vista desde arriba. Pablo describe el gran misterio con estas sobrias palabras: "Dios, venido el cumplimiento del tiempo envió a su Hijo hecho de mujer...." Escogiendo una doncella humilde, pura, dócil, preparó al Verbo un cuerpo sin pecado. Así, el que era grande, se hizo pequeño; el que era rico, se hizo pobre; el que era glorioso, se mostró humilde.

Pobre en su nacimiento, en un mísero establo.

Pobre en su vida. El que era dueño absoluto de las rique­zas celestiales, tuvo que decir a un presunto seguidor (Mateo 10:20 y Lucas 9:58).

¡Cuántas veces sufriría cansancio! (Juan 4:1).

Padeció hambre (Mateo 21:19; Marcos 11:13).

Supo lo que era tristeza (Juan 11:35).

Experimentó el dolor, hasta el punto de merecer el calificativo de "Varón de dolores"; se humilló (o se hizo pobre) hasta lo sumo.

3. Enriquecidos por su pobreza

La última parte de nuestro texto declara el motivo y el resultado de tan trascendental cambio: Enriquecer a muchos: Para que con su pobreza fuésemos nosotros enriquecidos.

Enriquecer a otro con los bienes propios no tiene nada de particular, pero hacerlo con (o mediante) la pobreza, es inverosímil. Pero así era necesario. Dios no podía enrique­cer espiritualmente a seres pecadores; habría sido inmoral y perjudicial. Poned dinero y poder en manos de un hombre perverso. ¿Cuál será el resultado? Era indispensable para enriquecer a su pueblo, que el Mesías divino quitara el pecado; cumpliera las exigencias de la justicia y transformara los sentimientos de los hombres mediante su amor. Esto lo realizó con su humillación, a causa de su pobreza. (Véase anécdota El sacrificio de la señorita millonaria.)

De este modo somos enriquecidos:

1) Por el perdón de nuestras deudas morales; pues deu­das son nuestros pecados, deudas a la santidad de Dios, así lo expresa Jesús en el Padrenuestro. No podéis enriquecer a una persona sin pagarle las deudas....

2) Adoptándonos como hijos (Efesios 1:3-5 y 11:12; Juan 1:12 y 1.a Juan 3:1-5). (Véase anécdota Por amor de Carlos.)

3) Haciéndonos coherederos con Cristo (Romanos 8:17 y 1.a Corintios 3:21).

Por esto nos sentimos tan unidos al niño de Belén; su gloria es la nuestra; su vida es la nuestra. ¿Cómo debemos corresponderle? ¿Has comprendido el sentido de la Navidad? ¿Vives en el espíritu de la Navidad? ¿No quieres corresponderle mejor?

ANÉCDOTAS

EL SACRIFICO DE LA SEÑORITA MILLONARIA

Una señorita americana, cristiana, vino a hallarse por herencia en posesión de una cuantiosa fortuna que quiso administrar ella misma para fines caritativos.

Con tal objeto se propuso acercarse a los pobres para conocerles y sintiendo que sus riquezas le eran un impedimento, colocó toda su fortuna en el banco de tal modo que ella misma no pudiera sacar nada en el término de un año. Alquiló una vivienda en uno de los barrios más humildes y trabajó para ganar su sustento. Así trabó muchas relaciones y en ocasiones fue ayudada por sus propios vecinos que compadecían su aparente desamparo. De esta forma llegó a conocer experimentalmente los apuros de la pobreza y aprendió a distinguir entre los menesterosos dignos y los vagos de profesión. Anhelosa esperaba el momento de poder manifestar su verdadera condición y así pudo levantar y ayudar a muchos cuando el tiempo se cumplió. Los mismos pobres sentían un respeto sagrado por aquella mujer que de tal modo se había sacrificado y trataban de evitar que nadie abusara de su bondad para que ella pudiese cumplir sus propósitos del modo más eficaz.

Nuestro Señor se hizo pobre siendo rico por amor a nosotros. ¿No trataremos de ser sus servidores y cooperadores del modo más leal?

POR AMOR DE CARLOS

Un muchacho vagabundo que solía dormir en los tinglados del Támesis cuando no le venía a mano hacerlo en los refugios nocturnos del Ejército de Salvación, se enroló en el Ejército británico durante la Primera Guerra Mundial, donde se hizo íntimo amigo de otro joven de distinguida posición, llamado Carlos. Su amistad se hizo tan profunda, que parecían verdaderos hermanos. En el fragor de una batalla, Carlos cayó mortalmente herido y su amigo se apresuró a atenderle, mientras esperaba la llegada de los camilleros del ejército.

Carlos, sintiendo que su fin se acercaba, dijo a su amigo:

—No temo morir porque Cristo me ha salvado, pero lo siento mucho por ti. ¡Tenía tan buenos planes para cuando nos licenciaran a ambos del ejército...! —De repente, dijo—: Abre mi mochila y dame una de mis tarjetas. Aún tenemos tiempo para ello.

Tomando   la  tarjeta,  escribió   con  mano  temblorosa:

"Padres: un adiós de vuestro hijo. El portador es mi amigo En-tique. Mi último deseo es que le recibáis en casa como si fuera yo mismo. Hacedlo, por amor de Carlos."

Carlos, efectivamente, murió después de una corta estancia en el hospital. Su débil constitución no pudo resistir la pérdida de sangre. Pero Enrique logró regresar. Al ser licenciado se dirigió al hogar de su buen amigo y habló con los afligidos padres, que no se cansaban de preguntarle acerca de su amado hijo. Enrique no osaba empero dar la tarjeta, indeciso ante la reacción de los padres de su amigo; pero por mí lo hizo. Los padres sollozaron ante esta nueva prueba del magná­nimo corazón de su hijo, y de la mejor voluntad recibieron al joven vagabundo sin familia ni hogar, adoptándolo como hijo propio por amor a su hijo Carlos.

San Pablo dice: "Nos hizo aceptos en el Amado." (Efesios 1:6.)

Púlpito Cristiano por Samuel Vila

 
1. El Tema
2. Textuales
3. Temáticos
4. Subdiviciones
5. Material
6. Expositivos
7. Ordenación
8. Introducción
9. Conclusión
10. Estudios
11. Ilustraciones
12. Predicación
13. Preparación
14. Retórica
15. Elocución
16. Gestos
17. Navidad 1
18. Navidad 2
19 Pascua 1
20 Pascua 2
21. Pascua 3
22. Matrimonio 1
23. Matrimonio 2
24. Retiro 1
25. Retiro 2
26. Vacaciones 1
27. Funeral 1
28. Funeral 2
29. Evangelismo 1
30. Evangelismo 2
31. Evangelismo 3
32. Devocional 1
 

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