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Seminario Reina Valera
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14. Banquetes Mundo Bíblico es el estudio de la historia de la nación de Israel: los patriarcas, el éxodo, la monarquía, el cisma, el exilio y el destierro. El curso comienza con el mundo de Abraham y da énfasis en las naciones que tuvieron influencia sobre el pueblo hebreo: Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Grecia y Roma. También se considera la geografía del medio-oriente y las costumbres en los tiempos bíblicos. Cenas y banquetes especiales
Ya que el menú diario de la comida oriental es y siempre ha sido sencillo, necesitamos decir algo acerca de aquellas ocasiones especiales cuando una mejor y costosa comida se tiene que servir. La Escritura abunda en relatos de estas ocasiones formales, tales como casamientos, cumpleaños, y otras ocasiones cuando huéspedes distinguidos son invitados y se sirve una comida magnífica.
INVITACIONES PARA BANQUETES En algunas partes de Oriente la costumbre de invitaciones dobles a un agasajo se ha observado, algún tiempo antes de verificar la fiesta, se envía una invitación; y luego, cuando se acerca la fecha, se envía un sirviente, esta vez para anunciar que todo está listo. Hay algunos ejemplos de esta costumbre en la Biblia. El rey Asuero y Amán fueron invitados por Esther a una fiesta, y cuando todo estuvo preparado los chambelanes del rey fueron a traer a Amán (Esther 5:8; 6:14). Otro ejemplo tenemos en la parábola del casamiento del hijo del rey: "El reino de los cielos es semejante a un hombre rey, que hizo bodas para su hijo, y envió sus siervos para que llamasen a los llamados a las bodas" (Mat. 22:2, 3) También parábola de la gran cena tiene esta doble invitación: "Un hombre hizo una grande cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que está todo preparado" (Luc. 14:16, 17). SE OBLIGA A LOS HUESPEDES A VENIR Las palabras de Cristo, deben entenderse desde un punto vista oriental, cuando se refiere a la parábola: "Y dijo el señor a su siervo: Ve por los caminos y por los vallados y fuérzalos a entrar para que se llene mi casa" (Luc. 14:23). Una breve y concisa invitación estilo americana y la pronta aceptación de ella se consideraría en Oriente, como poco digna. En Oriente el invitado no debe aceptar de inmediato, sino que se espera de él que rechace la invitación. Deben urgirle a que acepte, aunque él desde el principio haya pensado aceptar, debe conceder a la persona que lo invita privilegio de que "le compela a aceptar". Fue así seguramente Lidia como debe haber hecho, y Pablo y sus compañeros deben haber aceptado la invitación de su hospitalidad. "Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad: y constriñónos" (Hech. 16:15). Cuando uno de los fariseos invitó a Jesús a su casa a comer, el Salvador no aceptó de inmediato la invitación, aunque finalmente fue: "Y le rogó uno de los fariseos, que comiese con él" (Luc. 7:36). Todo esto era guardar las costumbres orientales. POR QUE LA EXCLUSION DE UNA FIESTA ERA CONSIDERADA COSA TERRIBLE Los banquetes antiguos se celebraban por lo regular por las noches, y en habitaciones brillantemente iluminadas, y cualquiera persona a quien se excluía de la fiesta, se decía de ella "que había sido arrojada de la luz a las tinieblas de afuera" en la noche. En las enseñanzas dc Jesús, tal expresión venía a ser semejante al día del juicio. "Mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera" (Mat. 8:12) - "Atado de pies y de manos tomadle, y echadle en las tinieblas de afuera" (Mat. 22:13). "Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera: allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mat. 25:30). La expresión de "las tinieblas de afuera" toma un nuevo significado, cuando se piensa en el miedo que los orientales tienen a la oscuridad de la noche. En Oriente la lámpara se mantiene encendida toda la noche. El dormir en la oscuridad como los occidentales hacen, viene a ser una experiencia terrible para los orientales. Por causa de este miedo a la oscuridad, cl Señor no podía haber escogido palabras más apropiadas que "las tinieblas de afuera" para representar el castigo futuro para los injustos. POSTURA AL COMER EN LAS FIESTAS Como ya hemos observado, en ocasiones ordinarias la gente de los tiempos bíblicos se sentaba o se agachaba en el suelo en derredor de una mesa baja a la hora de la comida. En círculos reales o en ceremonias especiales, se proveía de asiento a los comensales algunas veces. El profeta Amós fue el primer escritor sagrado que se refirió a la costumbre de tenderse "sobre sus lechos", al comer (Amós 6:4). Para el tiempo de Cristo, ya la costumbre romana de reclinarse sobre las butacas a la hora de la cena había sido aceptada en algunos círculos judíos. A la mesa romana y los canapés combinados, se les llamó triclinios. Había tres canapés que eran colocados a los lados de un cuadro; el cuarto lado quedaba abierto, que la servidumbre pudiera entrar a atender a los comensales, posición del huésped era reclinando la parte superior del cue descansando sobre el brazo izquierdo, con la cabeza levantada, y almohadón a la espalda, y la parte inferior del huésped tendiendo hacia afuera. La cabeza del segundo huésped quedaba opuesta pecho del primer huésped, de manera que si él deseaba hablarle secreto sólo tenía que inclinarse sobre su pecho. Esta costumbre en la mesa del banquete, arroja luz sobre tos pasajes de los cuatro Evangelios. En una ocasión el apóstol hizo una pregunta a Jesús cuando estaban en esta posición en cena. (Jn. 13:23-25). En la historia del Rico y Lázaro, cuando dijo: "Que murió el mendigo y fue llevado por los ángeles al de Abraham" (Luc. 16:22), sin duda que quiso implicar que él reclinaba sobre su pecho. Esto es muy claro a luz de la descripción hecha por Cristo de la fiesta celestial: "Y vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham, e Isaac, y Jacob el reino de los cielos" (Mat. 8:11). También la posición de reclinarse en la mesa indica cómo las mujeres podían venir y lavar durante la comida los pies de Jesús (Luc. 7:38). LUGARES DE HONOR EN LA MESA Cuando los fariseos eran invitados a un banquete, siempre codiciaban los lugares de más alta distinción en la mesa. Jesús les condenaba por su orgullo. Refiriéndose a ellos dijo: "Que. . . aman primeros asientos en las cenas" (Mat. 23:6). Cuando Jesús fue huésped en la comida del fariseo, dijo a los demás huéspedes una parábola, al notar cómo los fariseos buscaban los mejores lugares mesa. Aquí damos la parábola habiéndola traducido el Sr. Robertson del Evangelio de Lucas (Luc. 14:8.10). "Cuando por alguien fueres invitado a la fiesta de una boda, no te reclines en el puesto de honor, no sea que otro más honrado que tú esté por él convidado; y que el que te llamó a ti y a él, te diga: Da lugar a éste; y entonces comenzarás con vergüenza a tomar y quedarse en el último lugar. Mas cuando fueres convidado, ve, y, reclínate en el postrer lugar, de manera que cuando viniere el que te invitó, te dirá; amigo, sube más arriba. Entonces tendrás honra delante de todos los que fueron convidados contigo". En muchos hogares de nativos, un cuarto tiene el piso más alto, siendo en este cuarto donde a los invitados de honor se les asignan lugares, y a los menos honrados en el piso de más bajo nivel. El lugar de honor especial sería a la derecha del patrón, y el siguiente que le sigue en categoría será el de su izquierda. Santiago y Juan solicitaron esos lugares en el reino de Cristo (Marc. 10:35-37). Pero Jesús aconseja a los huéspedes tomar el último lugar. ¿Dónde quedaba colocado ese lugar? Era en el piso de nivel bajo y muy cerca de la puerta. El huésped que tomaba ese lugar humilde, podía ser invitado por el dueño de la casa a tomar un mejor lugar y lejos de la Puerta. ALIMENTO Y AGASAJO EN LOS BANQUETES El profeta Amós, no obstante haber denunciado la glotonería a excesos pecaminosos, nos ha dado la descripción de la comida, bebida y otras costumbres orientales en los banquetes. Así lo describe él: "Duermen en camas de marfil. . . y comen los corderos del rebaño, y los becerros de en medio del engordadero; gorjean al de la flauta e inventan instrumentos músicos, como David; beben vino en tazones, y se ungen con los ungüentos más preciosos" ( 6:4-6). En la carne que se come en estas cenas, se incluyen los mejores corderos del rebaño y los becerros engordados. El vino en las fiestas se consideraba como algo de lo más importante. El tocar en instrumentos de cuerda era otra actividad, y los huéspedes evidentemente competían unos con otros al ungirse los cuerpos con los mejores ungüentos. El baile era otra parte del entretenimiento en aquellas fiestas. Cuando el Hijo Pródigo volvió al hogar, su padre hizo fiesta, y música y baile (Luc. 15:24, 25). El baile era una diversión de las mujeres hebreas y las señoritas, especialmente cuando estaban contentas. Los hombres también participaban, como cuando danzó al traer el arca a Jerusalén (2 Sam. 6:14). Pero con frecuencia era actividad del sexo femenino (cf. Jer. 31:4). No hay ninguna referencia en la Escritura que los judíos bailaran con mujeres, como es ahora la costumbre en Occidente. Tampoco algo que indique que hubiese bailes públicos de mujeres, hay en algunos lugares de Oriente en la actualidad. El baile de la hija de Herodías (Mat. 14:6), delante de los hombres en un banquete sensual, fue la clase de baile introducido entre los judíos la influencia corrompida de los griegos. MOJAR EN EL PLATO Y DAR LA SOPA Debemos guardar en la mente la costumbre del comer oriental para poder entender el significado de las palabras y hechos de Jesús con relación a Judas Iscariote durante la Ultima Cena. En la narración de Marcos se lee: "Díseles Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me ha de entregar. Entonces ellos comenzaron a entristecerse y a decirle cada uno de por sí: ¿Seré yo? y otro, ¿Seré yo? Y él respondiendo les dijo: Es uno de los doce que moja conmigo en el plato" (Marc. 14:18-20). Algunas personas piensan que Judas estaba en posición de mojar al mismo tiempo con Jesús en el plato, y que por eso fue señalado como cl traidor. Pero esto difícilmente pudo ser, ya que los otros discípulos no descubrieron quién era el traidor por las palabras de Jesús. Ya que todos habían estado comiendo del mismo plato grande, las palabras de Jesús "el que moja conmigo en el plato" no identificaba a ninguno de ellos; todos ellos al igual que Jesús, habían estado mojando la sopa en el plato con él. Jesús sólo les informaba que uno dc ellos que comía con El vendría a ser el traidor. Cristo, al dar la sopa a Judas, lo hacía con cierta costumbre oriental que aún se observa en los tiempos modernos. Juan reporta el hecho en la forma siguiente: "El entonces recostándose sobre el pecho de Jesús, dísele: Señor, ¿quién es? Respondió Jesús Aquel es, a quien yo diere el pan mojado. Y mojando el pan, diólo a Judas Iscariote" (Jo. 13:25, 26). ¿Qué se da a entender por "la sopa"? Es la migaja más sabrosa del pan que se sirve en una fiesta. Puede servirse en la "cuchara de pan", pero más frecuentemente lo toma él del plato con su pulgar y otro dedo, dándole directamente a uno de los huéspedes. Pero ¿por qué se da la sopa a uno de los huéspedes? Un nativo residente en las tierras bíblicas dice que ciertos pueblos allá tienen la costumbre de dar la sopa en la actualidad, y describe el acto de manera siguiente: "Para ellos es una muestra de especial respeto que el dueño de fiesta dé a los huéspedes algunas porciones de lo que tiene delante o insiste en poner bocados o sopas en sus bocas con su propia mano. Esto lo han hecho conmigo en varias ocasiones, cuando ciertamente intención era honrar y manifestar buena voluntad". El significado de lo que Cristo hizo entonces era ciertamente tender su mano y amistad al mismo que iba a traicionarlo. El se ha descrito como si Cristo dijera al traidor: "Judas, mi discípulo, te tengo piedad infinita. Tú has probado falso, tú has desertado de mi corazón; pero no te trataré como enemigo, porque no he venido a destruir, sino a cumplir. Aquí está mi sopa de amistad, y lo que haces, hazlo pronto". Disposición Oriental de agasajar un huesped DISGUSTA COMER SOLO Es una parte de la etiqueta oriental el querer compartir con otros la hospitalidad. Después que una comida ha sido preparada, se ha oído a un árabe llamar tres veces, desde una parte alta, invitando a los hombres a venir a participar de una comida. Los hombres del desierto no gustan de comer sus comidas solos. Así sentía el patriarca Job en su tiempo: "Y si comí mi bocado solo, y no comió de él el huérfano" (Job 31:17). Huéspedes que se creyó enviados por Dios. Los orientales creen que la persona que viene a su casa es enviada por Dios. Así su hospitalidad se transforma en una obligación sagrada. Cuando alguna de estas personas agasajó a occidentales, estaba tan feliz que lloraba lágrima5 de contento porque "El cielo le había enviado tales huéspedes". Cuando Abrahán agasajó a tres extranjeros que eran ángeles, él mostró la misma actitud. Su entusiasmo al recibir sus huéspedes indicaba su creencia, que aquellos a quienes iba a agasajar le habían sido enviados por cl Señor. Se dice que "corrió a su en encuentro" que se apresuró al pabellón de Sara para ordenarle hiciera el alimento pronto; y que "corrió al rebaño", y "tornó un becerro", y se apresuró a aderezarlo (Gcn. 18:2-7).
CLASES DE HUESPEDES Amigos como huéspedes. Un amigo es siempre bien recibido y goza de hospitalidad en oriente. Los romanos del tiempo del Nuevo Testamento tenían una señal de hospitalidad entre sus amigos, que consistía en una teja de madera, o piedra, que se dividía por mitad. Cada uno escribía su nombre en uno de tus pedazos, luego los cambiaban entre sí. Con frecuencia éstos eran guardados y entregados de padres a hijos. El presentar una de las partes de la teja garantizaba la hospitalidad de un amigo sincero. Sin duda alguna, el libro de Apocalipsis se refiere a esta costumbre como una de las promesas a los vencedores: "Y le daré una piedrecita blanca en la piedrecita un nombre nuevo escrito'' (Apoc. 2:17). Extranjeros como huéspedes. Hay en Oriente un proverbio que dice: "Los árabes beduinos, actuales. como Abraham, se sentarán a la entrada de su tienda para estar a la expectativa de huéspedes extranjeros" (Gen. 18:1). El Apóstol bajo inspiración, mandó referente a la hospitalidad de este tipo de huéspedes: "No olvidéis la hospitalidad, porque por esto algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles" (Heb. 13:2). Y cuando Pablo exhortó a los creyentes romanos a "ser hospitalarios" (Rom. 12:13), se refería a la misma cosa, porque la palabra griega que utilizó por hospitalidad, filoxenía quiere decir "amor hacia los extranjeros". Véase también "Hospedar Compañeros-Creyentes en los tiempos del Nuevo Testamento". (Cap. 13). Un rasgo característico de la hospitalidad oriental es que algunas veces se recibe a un enemigo como huésped, y mientras él permanezca en esa relación, está perfectamente seguro y es tratado como un amigo. Hay algunas tribus orientales de los moradores en tiendas que tienen por regla que un enemigo que ha "una vez demostrado o tocado una soga de una sencilla tienda, está a salvo". PREPARATIVOS HECHOS PARA HIJESPEDES Entre moradores de tiendas. Si un huésped es acogido por una persona que vive en tienda, no habrá lugar separado para él, ni esperará que lo haya. La primera sección de la tienda dentro de la morada es por lo general cl cuarto del huésped que le servirá como comedor y recámara. Los hombres comen con los huéspedes en su tienda, donde Abraham agasajó a sus ángeles huéspedes, cuando Sara en el departamento de mujeres adjunto, oyó lo que platicaban. (Gen. 18:1-10). En las aldeas y ciudades. Si en una aldea no se encuentran cuartos de huéspedes en comunidad, el huésped es hospedado en una de las casas y como la mayoría de ellas sólo tiene un cuarto sencillo. Ese cuarto le servirá de cuarto de recepción, comedor y recámara. Este mismo cuarto hará las veces de apartamento de recepción de la tienda. En muchas aldeas y ciudades, se provee una cámara pública para huéspedes. El alimento para los hospedados allí, se proporciona por las familias que proveen el cuarto. Algunas veces se alquila un sirviente para que cuide del cuarto. El alojamiento de una persona puede ser un cuarto superior, o en cl verano la sombra de algún árbol grande puede servir como tal. Este cuarto es el lugar de reunión social para los hombres de la aldea. Al elemento femenino no se le permite ir a estas cámaras que sólo son para los huéspedes. Así que si un hombre lleva a su familia de viaje, no va a estos lugares públicos de recepción, sino que espera hasta que alguien le invita a su casa. En el libro de los Jueces se cuenta de un levita que viajaba con su concubina y un sirviente, y cómo fue huésped de un anciano (Jue. 19:15-21). Como muchas familias duermen en los terrados en el verano, a los huéspedes frecuentemente se les da ese lugar para pasar la noche. Saúl fue hospedado una noche en él terrado y por la mañana temprano Samuel le llamó (1 Sam. 9:26). En las ciudades o donde hay casas de más de un cuarto, construidas en derredor del patio, el cuarto de huéspedes comúnmente es el último del cortijo. Por regla general este cuarto es más abierto que los otros cuartos familiares. Este correspondería al diván levantado en algunas casas de un cuarto, que sirve como lugar de honor para los huéspedes. En las casas grandes, se provee un buen cuarto bien amueblado cerca de la puerta, para que el huésped no moleste a la familia. Si hay algún cuarto superior, algún huésped, distinguido es alojado en él. Al hombre de Dios se le proveyó un cuarto semejante como lugar de retiro (2 Reyes 4:10). COSTUMBRES CUANDO UN HUÉSPED ENTRA EN LA CASA Reverencia. Cuando en un hogar oriental se recibe un huésped, la reverencia entre huésped y dueño de la casa se manifiesta. Entre los orientales esta reverencia se sujetará sólo a un movimiento de cabeza, pero en Oriente, hay una costumbre más expresiva de saludarse con la cabeza erecta y el cuerpo un poco inclinado hacia delante, levantando la mano al corazón, la boca y la frente. El significado simbólico de esta acción es para decir algo semejante a esto: "Mi corazón, mi voz y mi cerebro están a vuestra disposición". Pero aquellos que usan esta costumbre muchas veces entran en una reverencia más completa. No esperan hacerlo sólo a gente de la realeza, sino que cuando quieren expresar gratitud por un favor, y en estas ocasiones en que se encuentran, con frecuencia caen de rodillas, inclinando luego el cuerpo hasta tocar la tierra con su cabeza, y besando la parte baja de la vestidura de la otra persona, o sus pies, y aun el polvo de sus pies. A los que no que no conocen esta costumbre, les parecería que la persona estuviera adorando a otra como se adora a Dios; pero por lo regular esa clase de adoración no se implica en la acción. Se dice que Cornelio adoró a Pedro: "Y como Pedro entró, salió Cornelio a recibirle; y derribándose a sus pies, adoró" (Hech. 10:25). Por supuesto, Pedro rehusó, porque podía ser una adoración divina. Refiriéndose a los enemigos de la iglesia de Filadelfia, encontramos en el Apocalipsis estas palabras del Señor: "He aquí, yo doy de la sinagoga de Satanás... Yo los constreñiré a que vengan y adoren delante de tus pies" (Apoc. 3:9). Los revisores tienen una nota al margen que explica la palabra adoración'' en ambos textos: "La palabra griega denota acción de reverencia, ya sea a una criatura o al Creador" Hay muchos ejemplos en la Biblia de esta costumbre oriental de reverencia en varios grados de intensidad (cf. Gen. 18:2, 3; 23:7, 12; Mat. 18 :26; Apoc. 19 :10) .. Salutaciones. Cuando un árabe entra a la casa o a la tienda de un beduino, las salutaciones son como ésta: el amo de la posada dirá: "Salam Alakum", que quiere decir "Paz sea contigo". El huésped responderá con las palabras: "Wa alakim es-salam", que quiere decir "Paz sobre ti''. Sabiendo que estas costumbres árabes datan de siglos atrás, qué significativas son entonces las instrucciones de Jesús a sus discípulos, que serían alojados en ciertos hogares. En cualquiera casa donde entrareis, primeramente decid: Paz sea a esta casa, si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, esta, volverá a vosotros'' (Luc. 10:5. 6). Besos. Los huéspedes de los hogares de la Tierra Santa, esperan ser besados al entrar. Cuando Cristo fue invitado por un fariseo, El comentó en esa recepción diciendo: "No me diste beso" (Luc. 7:45). La diferencia entre la forma oriental y la occidental de saludarse, la explica una persona que vivió muchos años en Palestina. "Aquí los hombres se saludan al encontrarse, pero en Palestina en vez de hacer así, ponen su mano derecha sobre el hombro izquierdo del amigo y le besan la mejilla derecha, después, hacen lo contrario: ponen la mano izquierda sobre su hombro derecho, le besan en la mejilla izquierda. En nuestro país los hombres nunca se besan en la cara; allí puede verse constantemente, pero ved cómo la práctica ilustra las numerosas alusiones de la Biblia, costumbres que no existen para los occidentales. Una vez que uno se hace a la idea de que sus besos corresponden a nuestro sincero apretón de manos entre amigos e iguales socialmente, ¡cómo se aclara esa costumbre que antes estaba velada!" Los ejemplos bíblicos del beso entre los hombres pueden multiplicarse. Jacob besó a su padre (Gen. 27:27). Esaú besó a Jacob (Gen. 33:4). José besó a sus hermanos (Gen. 45:15). Jacob besó a los hijos de José (Gen. 48:10). Aarón besó a Moisés (Ex. 4:27). Moisés besó a Jetro (Ex. 18:7). David y Jonatán se besaron (1 5am. 20:41). El padre besó al hijo Pródigo (Luc. 15:20). Los ancianos de Mileto besaron a Pablo (Hech. 20:37). Y aun en los tiempos modernos esta costumbre se practica mucho en Oriente. Quitarse el calzado. Al entrar a una casa como huésped, éste debe hacer como todos los orientales, quitarse sus zapatos, botas o sandalias antes de entrar a su cuarto. Esto es necesario, ya que ellos se sientan en una estera, alfombra o diván, colocando los pies debajo, y el calzado estropearía el diván o los lienzos, y haría un asiento muy molesto. La idea de contaminación del calzado los llevó a la costumbre de quitárselo antes de entrar a los lugares sagrados. Así en la Zarza ardiendo, el Señor dijo a Moisés: "quita tus zapatos de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra santa es" (Ex. 3:5). Lavado de los pies. Después de la reverencia, el saludo y el beso al huésped oriental se le ofrece agua para lavar sus pies. Si se usan sandalias, necesariamente se necesita lavar los pies, pero con frecuencia se hace también con los que usan calzado. Un sirviente ayudará al huésped poniéndole el agua sobre sus pies y sobre una Jofaina de cobre, frotando los pies con las manos y secándolos con una toalla. Cuando el Señor y sus discípulos estuvieron juntos, el Salvador tomó cl lugar del sirviente, lavando los pies a los discípulos, lo que ellos mismos habían desdeñado hacer por considerarla una tarea humillante. Juan nos dice: "Levántase de la cena, quitase su ropa, y tomando una toalla, ciñóse. Luego puso agua en un librillo y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a limpiarlos con la toalla con que estaba ceñido" (Jn. 13:4, 5). Pablo dio como recomendación de una viuda: "si ha lavado los pies de los santos" (1 Tim. 5:10). Esta costumbre también era común en los días del Antiguo Testamento (Gen. 18:4; 19:2; 23:32; 1 5am. 25:41, etc.). Ungiendo la cabeza con aceite. Esta costumbre de ungir a los huéspedes con aceite es muy antigua entre las naciones orientales. Sólo se usaba aceite de oliva, algunas veces mezclado con especies. Simón cl fariseo fue: acusado de falta de hospitalidad porque no ungió a Jesús (Luc. 7:46). Esto nos indica que la costumbre era muy común en los días de los relatos evangélicos. David inmortalizó la costumbre al escribir el Salmo del pastor y exclamó "Ungiste mi cabeza con aceite" (Sal. 23:5). En tiempos recientes los viajeros de Oriente han descubierto que la práctica de ungir, aún existe en algunos lugares. CUIDANDO A UN HUESPED DESPUES DE ENTRAR Al huésped se le da un vaso con agua. Una de las primeras cosas que se ofrece a un huésped que ha sido recibido, es un vaso de agua. El hacer esto es reconocerlo como merecedor de una pacífica recepción. Así el ofrecer agua de beber es la manera más sencilla de trabar amistad con una persona. Cuando Eliezer, el siervo de Abrahán buscaba una bienvenida, él lo hacía pidiendo a la doncella que vino al pozo a sacar agua (Gen. 24:17, 18). "Ruégote que me des a beber un poco de agua de tu cántaro". Y ella respondió "Bebe, Señor mío". Está era la indicación de que era bienvenido como huésped en su hogar cercano. Con esta indicación unida a1 agua ofrecida, la promesa de Jesús adquiere un nuevo significado (Mare. 9:41), "Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa". Se sirve comida al huésped. En el Oriente, es un acto muy especial de hospitalidad, el compartir el pan. Quiere decir mucho más que lo que significa para los occidentales. Es la manera de hacer un pacto de paz y fidelidad. Cuando Abimelec deseaba un pacto permanente con Isaac, la confirmación de ese pacto llegó cuando Isaac "les hizo banquete y comieron y bebieron" (Gen. 26:30). La expresión "pan y sal" es considerada por un oriental como sagrada se dice: hay pan y sal entre nosotros, es como si dijésemos "estamos unidos por un pacto solemne". Un enemigo no "probará la sal" de su adversario a menos que esté listo para reconciliarse con él. En Siria, en algunos distritos rurales, actualmente existe la costumbre que una persona en una misión de importancia, no comerá pan ni sal de sus hospedados, hasta que haya cumplido con dicha misión. Piensan ellos que el convenio de "pan y sal" no debe considerarse o tomarse en cuenta hasta que la actitud del hospedador sea conocida con respecto a la misión del huésped. Así el siervo de Abraham rehusó comer en la mesa de Labán hasta que hubiera dado a concocer su misión que era la de encontrar mujer para Isaac (Gen. 24:33). El Dr. Thompson, misionero en Siria, fue en una ocasión huésped de la tienda de un jefe beduino. El jefe mojó un pedazo de pan en alguna miel de uvas y le dio al misionero a comer. Entonces él le dijo: "Ahora somos hermanos. Hay pan y sal entre nosotros. Somos hcrmanos y a liados"'. Cuando los gabaonitas buscaban un pacto de amistan con Israel en los días de Josué, se dice que los israelitas "tomaron de su provisión del camino y no preguntaron a la boca de Jehová" (Jos. 9:11). Una vez que celebraron este convenio o pacto, Israel estaba obligado a guardarlo. El huésped hecho señor de la casa. Hay por ahí un proverbio oriental que dice: "El huésped mientras esté en la casa, es su señor". Esto es cierto en el espíritu de la hospitalidad en Oriente. Una de las primeras salutaciones que los hospedadores en Palestina dan a un huésped es decirle, "Hadtha beitak", es decir, "Esta es su casa". Esto es repetido varias veces. Así el huésped durante su estancia, es Señor de la casa. Y cuando el huésped solicita un favor, al concedérselo su hospedador le dirá: "Ud. me honra". Deben haber existido las mismas costumbres entre hospedados hospedador y huésped en los días de Lot. El hospedador era considerado como siervo, y el huésped como señor. Así Lot habló de sí mismo y de sus huéspedes: "Ahora, pues, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo" (Gen. 19:2). El huésped no debe esperar estar a solas. Un huésped oriental se creería mal tratado si se lo dejara solo en cualquier momento. No necesita que se le dejo solo por la noche, porque duerme con su ropa puesta. El se siente contento de tener varias personas que duerman con él. Si se lo asignara lugar para dormir en un cuarto superior, entonces algunos de los hijos de la familia dormirán con él para hacerle compañía. El se sentiría abandonado si se le tratara de la manera que se trata a los huéspedes en Occidente, de la mima manera que un occidental, se sentiría oprimido por las constantes atenciones de un hospedador oriental. PROTECCIÓN A UN HUESPED En tierras dc Oriente, cuando una persona acepta a otra como su huésped por ese sólo hecho el conviene que a cualquier costo defenderá a su huésped de cualquier posible enemigo durante el tiempo de su estancia con él. El Dr. Cyrus Hamlin, misionero norteamericano en Oriente, fue huésped del Gobernador. Este tomó un pedazo de carnero asado y lo dio al misionero, diciéndole, "Ahora ¿sabe usted lo que he hecho?" Y contestando a su propia pregunta, dijo: "Por medio de este acto, garantizo con cada gota de mi sangre, que mientras usted esté en territorio mío, ningún mal le sobrevendrá. Por este período de tiempo somos hermanos". El salmista se sentía absolutamente seguro, pues aun cuando tenía enemigos, sin embargo, cuando él sabía que el Señor era su hospedador, decía, "Aderezaras mesa delante do mí, en presencia de mis angustiadores" (Sal. 23 :5) . ABUSO DE LA HOSPITALIDAD Entre las naciones de Oriente se considera como un pecado horrible que cualquiera persona que acepta una hospitalidad se vuelva contra su hospedador ocasionándole algún mal. Este sentimiento se remonta a tiempos muy antiguos, y a él se alude con frecuencia por algunos escritos. El profeta Abdías hace referencia a este pecado en la forma siguiente: "Hasta el término te hicieron llegar todos tus aliados te han engañado tus edificios, prevalecieron contra ti los que comían tu parte, pusieron a lazo debajo ti" (Abd. 7) . El salmista David habla de este terrible mal, "Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, él que de mi parte comía, alzó contra mí el calcañar" (Sal. 61:9 ). Y el Señor Jesús cita este mismo pasaje en los Salmos al tener su cumplimiento en la traición de Judas, el que le entregó, quien además comió a la misma mesa que él (Jn. 13:18). RENOVACION DE UN PACTO ROTO Entre los pueblos orientales, cuando un pacto ha sido invalidado, pueden renovarlo los que antes lo habían concertado, comiendo juntos. Jesús después de su resurrección por lo menos tres veces comió con algunos de sus discípulos, y con toda seguridad lo hizo para renovar el pacto, que había sido invalidado por la falta de lealtad a El durante los días de su pasión (cf. Luc. 24:30; 41-43; Jn. 21:12, 13). Tenemos el ejemplo de Jacob y Labán consignado en el Antiguo Testamento, cuando sus relaciones estaban resentidas. Reanudaron su amistad comiendo juntos, al mismo tiempo que hacían un juramento. (Gen. 31:53, 54). LA PARTIDA DEL HUÉSPED Cuando llega la hora de que el huésped deba irse, un hospedador sirio hará todo lo posible por retrasar la partida. Le pedirá que se quede a comer una vez más, o esperar hasta la mañana para su partida. En el capítulo 19 de Jueces tenemos el mejor ejemplo en la Biblia de la costumbre de detener a un huésped. El que hospedaba dice a su huésped: "Conforta tu corazón con un bocado de pan, y después os iréis". Después de tomar la comida, le pide que se quede toda la noche, pero el huésped pensó que era tiempo de partir y lo hizo luego. Este es un procedimiento típico de Oriente (Jue. 19:5-10) . Cuando un huésped se va, la salutación usual es la siguientes el huésped dirá: "Con vuestro permiso". Y el que lo hospedó dirá: "Id en paz". Isaac debe haber usado tal salutación cuando Abimelec y sus hombres se fueron, después de haber sido agasajados por Isaac con una comida. Las Escrituras dicen: "y ellos se partieron de él en paz" ( Gen. 26 :31). Cuando el que hospeda quiere hacer un honor especial a su huésped que se va, irá con él alguna distancia fuera del pueblo. Algunas veces este paseo durará una hora, terminando luego cuando el huésped le ruega no molestarse más. Así caminó Abrahán con sus huéspedes "y Abraham iba con ellos acompañándolos" (Gen. 18:16). Usos y costumbres de las tierras bíblicas por Fred H. Wight |
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