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27. Hechos 28 Hechos Apostólicos es un estudio de la Edad Apostólica de la iglesia cristiana temprana. Es la continuación milagrosa de la obra de Jesús en el primer siglo, a través de la obra del Espíritu Santo y su iglesia. Presenta el ministerio de Pedro, de los doce apóstoles y de Pablo de Tarso, en su cumplimiento de la Gran Comisión desde el Día de Pentecostés hasta llevar el evangelio a Roma, el capital del mundo. 58. CAPITULO 30: TAMBIÉN EN
ROMA
Léase
Hechos 28. Preguntas
de Preparación 1.
¿Qué le sucedió a Pablo en Malta? 2.
¿Qué aliento recibió Pablo llegando cerca de Roma? 3.
¿Cómo recibieron el mensaje de Pablo los judíos de Roma? 4.
¿De qué privilegios gozó Pablo en Roma? Introducción A
pesar de que la nave en que Pablo y sus compañeros viajaban fue
totalmente destruida, todos los que estaban a bordo lograron
salvarse. El naufragio ocurrió porque no se escuchó el consejo de
Pablo; pero todos fueron salvos porque el consejo posterior de Pablo
sí fue escuchado. 1.
Melita (Malta) Cuando
los náufragos alcanzaron la costa, les salieron al encuentro los
habitantes de la isla en que habían encallado. Esta era la isla de
Melita (o Malta, como se llama ahora). Lucas se refiere a los
nativos como "bárbaros". Esto no quiere decir que fueran
salvajes rudos. Los griegos consideraban "bárbaro" a
cualquiera que hablara otro idioma (no griego). Los isleños hicieron
una fogata para que los pasajeros y náufragos de la tripulación
se calentaran y secaran sus ropas. Al estar echando más leña Pablo
sobre el fuego, salió una víbora obligada por el calor, de entre
los troncos; se prendió de su mano y le mordió. Cuando los
maltenses vieron esto, pensaron que Pablo debería ser un gran
criminal porque habiendo escapado de la muerte en el mar, estaba
condenado a sufrir una muerte súbita. Pero Dios obró un milagro.
La mordida de la víbora no le causó ningún daño a Pablo. Y al
ver esto, se asombraron y cambiaron de opinión totalmente, creyendo
que Pablo era un dios. Publio,
el hombre principal de la isla, les dio la bienvenida a Pablo y a
sus compañeros, recibiéndoles en su casa durante tres
días.
Estando ellos ahí, se enfermó el padre de Publio, y Pablo luego le
sanó. Con esto, aumentó mucho la fama de Pablo entre los naturales,
y no pocos fueron los que vinieron a él buscando sanidad. Podemos
estar seguros, que Pablo no sólo les sanaba, sino que también les
predicaba el evangelio. Por eso fue, que cuando al fin pudieron
continuar su viaje, el centurión y los prisioneros, fueron
despedidos con muchos honores. 2.
El Viaje Entre
los barcos que habían pasado el invierno en Malta, había una
nave alejandrina que llevaba un cargamento de grano a Roma. El
centurión aseguró pasaje para sus soldados y sus prisioneros, y
zarparon rumbo a Roma, haciendo escalas en diferentes puertos en
la ruta. Al fin llegaron a Puteoli, donde encontraron hermanos que
les recibieron con los brazos abiertos, y les pidieron quedarse con
ellos una semana. El hecho de que el centurión lo haya permitido,
demuestra la alta estima que tenía el centurión por Pablo. Desde
Puteoli, el grupo siguió el viaje hasta Roma por tierra. La noticia
de su llegada se les anticipó, y varios de los hermanos romanos
salieron hasta el Foro de Apio y las Tres Tabernas (pueblos a 50 y
70 kilómetros de Roma respectivamente), para darles la bienvenida.
Esto fue una cosa que sirvió de mucho aliento para el apóstol. 3.
En Roma Cuando
llegaron a Roma, se le permitió a Pablo vivir en una casa aparte,
no en la cárcel, pero siempre con un soldado, o varios, de
guardia. Después de tres días de estar en Roma, llamó a una reunión
de los líderes de los judíos. Les informó que estaba preso por
causa de los celos y los odios de los judíos en Jerusalén. Los judíos
romanos contestaron que ellos no tenían ninguna información de
Jerusalén acerca de Pablo. Estaban ansiosos de escuchar todo lo
que tenía para decir, y llegaron hasta su casa para oir su
predicación. Pablo les habló y "les testificaba el reino de
Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de
Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los profetas"
(28:23). Algunos de los judíos sí creyeron en la predicación de
Pablo. Pero otros no. Al no poder lograr un acuerdo general entre
ellos, Pablo les recordó las palabras de Isaías, acerca del
peligro de la incredulidad. Su conclusión fue: "Sabed, pues,
que a los gentiles es enviada esta salvación de Dios; y ellos oirán"
(28:28). Pablo
permaneció en Roma por espacio de dos años. Continuó viviendo
en una casa alquilada, con un soldado de guardia. Había libertad
para que la gente entrara y saliera y desde este lugar Pablo pudo
continuar su ministerio "predicando el reino de Dios y enseñando
acerca del Señor Jesucristo" (28:31). Lucas
no dice que aquí termina la vida y el ministerio de Pablo.
Simplemente es el fin del libro de Hechos. Lucas, en su narración,
ha llevado a Pablo hasta Roma, el centro del mundo entonces conocido.
Así se da cumplimiento a la promesa de Cristo en Hechos 1:8. El
evangelio ha llegado hasta lo último de la tierra; por lo tanto,
Lucas da fin a su relato.
59. Comentario
a Hechos de los Apóstoles El Señor
le había asegurado a Pablo que debía ir a Roma. También le había
prometido que le daría las vidas de los doscientos setenta y cinco
que estaban con él a bordo de la nave. Había cumplido lo que le
prometiera. Milagros
en malta (28:1-10) Estando
ya a salvo, supimos que la isla se llamaba Malta. Y los naturales
nos trataron con no poca humanidad; porque encendiendo un fuego, nos
recibieron a todos, a causa de la lluvia que caía, y del frío.
Entonces, habiendo recogido Pablo algunas ramas secas, las echó al
fuego; y una víbora, huyendo del calor, se le prendió en la mano.
Cuando los naturales vieron la víbora colgando de su mano, se decían
unos a otros: Ciertamente este hombre es homicida, a quien, escapado
del mar, la justicia no deja vivir. Pero él, sacudiendo la víbora
en el fuego, ningún daño padeció. Ellos estaban esperando que él
se hinchase, o cayese muerto de repente; más habiendo esperado
mucho, y viendo que ningún mal le venía, cambiaron de parecer y
dijeron que era un dios. En aquellos lugares había propiedades del
hombre principal de la isla, llamado Publio, quien nos recibió y
hospedó solícitamente tres días. Y aconteció que el padre de
Publio estaba en cama, enfermo de fiebre y de disentería; y entró
Pablo a verle, y después de haber orado, le impuso las manos, y le
sanó. Hecho esto, también los otros que en la isla tenían
enfermedades, venían; y eran sanados; los cuales también nos
honraron con muchas atenciones; y cuando zarpamos, nos cargaron de
las cosas necesarias. Después
de llegar sanos y salvos a tierra, supieron que la isla se llamaba
Malta (de la palabra fenicia o cananea Melita, "refugio").
Se hallaba al sur de Sicilia y sus habitantes eran descendientes de
colonos fenicios que probablemente hablaran un dialecto
estrechamente relacionado con el hebreo. A
través de todo este pasaje. Lucas les llama a los naturales, bárbaroi
(bárbaros). Esto no quiere decir que él pensara que eran personas
degradadas o incivilizadas. Para los griegos, todo extranjero que no
podía hablar su idioma era un bárbaro. Posteriormente, les dieron
un poco de participación a los romanos, al incluir entre los bárbaros
a los que no pudieran hablar griego ni latín. Es fácil
ver que los ciudadanos de Malta eran buenas personas, aunque no podían
hablar griego. Su humanidad fue más allá de lo ordinario.
Encendieron una fogata y les dieron la bienvenida a todos aquellos
doscientos setenta y seis extranjeros que se habían salvado del
naufragio. Debido a la lluvia y al frío, aquella fogata fue un acto
de gran bondad y debe haber parecido una señal de bienvenida para
todos los supervivientes del barco. Poco
después. Pablo recogió una buena brazada de ramas secas y las echó
al fuego. El calor hizo huir a una víbora que había sido recogida
con la leña, y el animal se prendió de su mano (es decir, lo mordió).
Muchos escritores hacen ver que no hay víboras en Malta hoy en día.
Sin embargo, como es una isla pequeña, sus habitantes pudieron
exterminarlas después de la época en que Pablo estuvo allí. Cuando
los malteses vieron que aquel animal mordía a Pablo, dedujeron
precipitadamente que Pablo debía ser un asesino y que, aunque pudo
escapar ileso del mar, la justicia no lo dejaría vivir. Al hablar
de la justicia, es posible que tuvieran en mente su diosa pagana de
la justicia. Pablo
se limitó a sacudirse la víbora en el fuego y no sufrió daño
alguno. (Vea Lucas 10:19; Marcos 16:18.) La gente del lugar habían
visto otras personas mordidas por aquella misma clase de víboras,
así que esperaban que Pablo se hinchara o cayera muerto de repente.
Durante largo tiempo esperaron y lo observaron, pero no le sucedió
nada anormal. Entonces, cambiaron de manera de pensar y dijeron que
era un dios. En
las cercanías había unas propiedades (tierras, campos) que
pertenecían al hombre principal (el gobernador) de la isla, cuyo
nombre era Publio. Este los acogió con bondad y durante tres días
les dio hospedaje con amistosa solicitud. Entonces
sucedió que el padre de Publio cayó en cama, enfermo de fiebre (fiebres
periódicas) y disentería. Pablo entró a verlo, oró por él, le
impuso manos y Dios lo sanó. Después de esto, el resto de los
habitantes de la isla que tenían enfermedades, venían y eran
sanados. Podemos
tener la seguridad de que Pablo se mantuvo ministrándoles durante
los tres meses de invierno que siguieron. Como consecuencia de esto,
los isleños honraron abundantemente a Pablo y a sus amigos (probablemente
con ayuda monetaria para que pudieran permanecer vivos durante los
meses de invierno). Cuando Pablo y sus acompañantes se hicieron a
la mar en la primavera, pusieron a bordo las cosas que necesitaban
para el viaje. Todo parece indicar que sus provisiones no eran sólo
para Pablo, sino para los doscientos setenta y seis náufragos. La
llegada a Roma (28:11-16) Pasados
tres meses, nos hicimos a la vela en una nave alejandrina que había
invernado en la isla, la cual tenía por enseña a Castor y Pólux.
Y llegados a Siracusa, estuvimos allí tres días. De allí,
costeando alrededor, llegamos a Regio; y otro día después,
soplando el viento sur, llegamos al segundo día a Puteoli, donde
habiendo hallado hermanos, nos rogaron que nos quedásemos con ellos
siete días; y luego fuimos a Roma, de donde, oyendo de nosotros los
hermanos, salieron a recibirnos hasta el Foro de Apio y las Tres
Tabernas; y al verlos. Pablo dio gracias a Dios y cobró aliento.
Cuando llegamos a Roma, el centurión entregó los presos al
prefecto militar, pero a Pablo se le permitió vivir aparte, con un
soldado que le custodiase. El
resto del viaje a Italia tuvo lugar en otro barco de Alejandría que
había invernado en Malta, probablemente en el excelente puerto de
La Valletta. Su enseña eran los llamados Discuri o Gémini (los
hijos varones de Zeus, esto es. Castor y Pólux, quienes en la
mitología griega eran los hijos de Zeus y Leda y eran considerados
patronos de los marineros). El
barco hizo escala de tres días en Siracusa, en la parte oriental de
Sicilia. Desde allí, fue costeando alrededor (de virada contra el
viento) hasta Regio, en la punta de la "bota" italiana.
Después de un día, el viento cambió y les llevó sólo un día más
llegar a Puteoli (actualmente Pozzuoli) en la bahía de Ñapóles.
En aquel lugar encontraron hermanos cristianos que les rogaron que
se quedaran siete días y lo lograron. Se ve claramente que el
centurión que era responsable por Pablo reconocía que Dios estaba
con él y no se oponía a ninguno de sus deseos. Desde
Puteoli, siguieron hasta Roma por tierra, tomando el famoso camino
romano llamado Vía Apia. En el Foro de Apio (el pueblo-mercado de
Apio), 43 millas romanas (63,6 kilómetros) al sur de Roma, y
nuevamente en el poblado de Tres Tabernas (Tres Tiendas), a unas 33
millas romanas (48,8 kilómetros) de Roma, salieron a recibir a
Pablo delegaciones de creyentes romanos y los acompañaron a él y a
sus amigos de vuelta a Roma en una procesión cuyo número de
integrantes le habría dado esplendor a la visita de un monarca. En
realidad, la costumbre cuando un emperador visitaba una ciudad, era
que sus habitantes salieran a su encuentro y lo escoltaran hasta la
ciudad. Cada
vez que las delegaciones se encontraban con Pablo, deben haber
tenido un momento de aclamación y regocijo. Todo esto era una
sorpresa inesperada. Cuando los vio, le dio gracias a Dios y cobró
aliento. Con toda seguridad. Dios le daría un ministerio en Roma,
como él deseaba (Romanos 1:11, 12). Aunque Lucas no lo mencione,
también podemos estar seguros de que la iglesia había recibido la
epístola a los Romanos, la había estudiado con gran aprecio y ya
sentía como si conociera a Pablo. En
Roma, Pablo fue entregado al prefecto militar de la guardia
pretoriana de Nerón. Sin embargo, se le permitió vivir solo,
ligeramente encadenado por la muñeca a un soldado que lo custodiase.
Como lo indica el versículo 30, pudo alquilar un apartamento y
permanecer en él durante los dos años que estuvo en Roma. Lucas y
Aristarco se quedaron también en Roma para ayudarlo durante este
período (Colosenses 4:10, 14; Filemón 24). Por fortuna, el
apartamento era suficientemente grande para que se reuniera un gran
número de personas en él, como lo señalan los versículos 23-25. Pablo
se reúne con los líderes judíos (28:17-22) Aconteció
que tres días después. Pablo convocó a los principales de los judíos,
a los cuales, luego que estuvieron reunidos, les dijo: Yo, varones
hermanos, no habiendo hecho nada contra el pueblo, ni contra las
costumbres de nuestros padres, he sido entregado preso desde Jerusalén
en manos de los romanos; los cuales, habiéndome examinado, me querían
soltar, por no haber en mí ninguna causa de muerte. Pero oponiéndose
los judíos, me vi obligado a apelar a César; no porque tenga de qué
acusar a mi nación. Así que por esta causa os he llamado para
veros y hablaros; porque por la esperanza de Israel estoy sujeto con
esta cadena. Después
de tres días. Pablo convocó (invitó a venir) a los dirigentes judíos
a su apartamento. Varias inscripciones romanas antiguas nos muestran
que había varias sinagogas judías en Roma en aquel momento. Después,
Pablo les dijo cómo había llegado prisionero hasta Roma. Hizo
resaltar su inocencia y les explicó por qué había apelado al César,
teniendo cuidado de no lanzar culpa alguna sobre la nación judía (su
pueblo) en general. Sin
embargo, el propósito de Pablo era hacer algo más que explicarles
por qué se hallaba allí. Quería dar testimonio del hecho de que
estaba sujeto con aquella cadena por la esperanza de Israel. Los
dirigentes judíos le contestaron que no les habían llegado cartas
de Judea, ni nadie había traído reporte alguno sobre el juicio de
Pablo, o hablado nada malo con respecto a él. Después, expresaron
el deseo de oír lo que Pablo tenía en su mente. No
obstante, no les hicieron cumplido alguno a los cristianos, porque
hablaron del cristianismo como de una secta contra la cual se
hablaba por todas partes. La epístola de Pablo a los Romanos
muestra que la iglesia de Roma ya estaba sólidamente establecida
alrededor del año 57 d.C., y probablemente mucho antes. Es evidente
que aquellos dirigentes judíos habían escuchado a sus críticos y
nunca se habían molestado en investigar por su propia cuenta. Pablo
les predica a los judíos de Roma (28:23-28) Y
habiéndole señalado un día, vinieron a él muchos a la posada, a
los cuales les declaraba y les testificaba el reino de Dios desde la
mañana hasta la tarde, persuadiéndoles acerca de Jesús, tanto por
la ley de Moisés como por los profetas.Y algunos asentían a lo que
se decía, pero otros no creían. Los
judíos fijaron una fecha entre ellos, y llegaron al apartamento de
Pablo en número considerable. A los que llegaban, él les daba una
explicación de lo que pensaba, dando solemne testimonio del reino (gobierno)
de Dios. Como siempre hacía en las sinagogas, usaba los libros de
Moisés y de los profetas para enseñar el Evangelio y tratar de
persuadirlos de que Jesús es verdaderamente el Mesías. Continuó
su enseñanza desde temprano en la mañana, hasta el anochecer.
Algunos se convencieron. Es decir, creyeron y obedecieron al mensaje
y la exhortación de Pablo. Otros no creyeron. Como
no se lograban poner de acuerdo con él, se marcharon, pero no sin
que antes Pablo tuviera unas palabras finales. Les citó lo que el
Espíritu Santo les había dicho a sus antepasados en Isaías 6:9,
10. Después añadió que la salvación de Dios había sido enviada
también a los gentiles (una referencia a su propio llamado). Ellos
(enfático) oirían (y obedecerían). Dos años
de oportunidades (28:29-31) Y
cuando hubo dicho esto, los judíos se fueron, teniendo gran discusión
entre sí. Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa
alquilada, y recibía a todos los que a él venían, predicando el
reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo,
abiertamente y sin impedimento. Esta
no fue la última oportunidad de Pablo. Durante dos años enteros
pudo predicar y enseñar abierta y libremente, y recibir a todos los
que se llegaran a su casa. Aquello era una respuesta a su solicitud
de oración, que había sido enviada a algunas de las iglesias que
había fundado (Efesios 6:19, 20; Colosenses 4:3, 4). Hasta algunos
de la casa del César se convirtieron (Filipenses 4:22). Es probable
que esto sucediera a través del testimonio que los soldados
convertidos le darían a toda la guardia pretoriana ("el
palacio") (Filipenses 1:13). Lucas
deja de escribir abruptamente. Este libro carece de conclusión
formal. El
libro de los Hechos se sigue escribiendo hoy. Autor:
Stanley M. Horton -Editorial vida- ISBN 0-8297-1305-0
60.
CAPITULO
31: PRESO EN EL SEÑOR, OS RUEGO Léase
Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón. Preguntas
de Preparación 1.
¿Cuál fue el fondo histórico para cada una de estas epístolas? 2.
¿Cuáles doctrinas
se realzan en estas epístolas? 3.
¿Qué enseñan estas epístolas sobre la vida cristiana? Introducción En
nuestro último capítulo estudiamos la vida de Pablo hasta el final
del libro de Hechos. Pero eso no fue el fin del ministerio de
Pablo. Lucas nos dice, "Y Pablo permaneció dos años enteros
en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían,
predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor
Jesucristo abiertamente y sin impedimento" (Hch. 28: 30-31).
Durante esta época Pablo continuó su ministerio también por
medio de correspondencia. Las cartas que estudiamos en este capítulo
son aquellas escritas desde la prisión en Roma. 1.
Fechas y Destinatarios Estas
epístolas probablemente fueron escritas entre los años 60 y 62 d.C.,
que son las fechas comúnmente dadas para el primer
encarcelamiento de Pablo. La
epístola a los Efesios es la única de las cuatro en que existe un
poco de duda sobre sus destinatarios. El problema consiste en que
algunos manuscritos antiguos omiten la frase del vs. 1, "que
están en Efeso". Por ello, algunos eruditos creen que "Efesios"
fue más bien una carta circular enviada a las iglesias de Asia
Menor y no a la de Efeso. Posiblemente haya sido enviada primero a
Efeso y luego circulada a las demás iglesias de Asia Menor. La
Epístola a los Filipenses fue escrita a los cristianos de Fili-pos,
la primera ciudad de Europa en donde predicó Pablo el evangelio. La
iglesia que ahí fue formada, fue ,1a primera iglesia europea, y fue fiel en sostener a Pablo a través de
todo su ministerio. La
Epístola a los Colosenses fue escrita a una ciudad pequeña a unos
160 kilómetros al oriente de Efeso, en Asia Menor. Probablemente
la iglesia de este lugar no fue fundada por Pablo, sino por algunos
de sus ayudantes. Esto pudo haber ocurrido cuando Pablo estaba
visitando a Efeso, cuando todos los que habitaban en Asia, judíos y
griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús" (Hch. 19:10). La
carta a Filemón fue dirigida a un miembro de la iglesia en Golosas
y trata de un problema específico. 2.
Propósito A
veces llamamos a estas cartas las epístolas cristológicas de
Pablo. En ellas se da importancia a la obra del Señor Jesucristo, y
se aplica esta obra a la fe y a la vida de las iglesias. Cada epístola
tiene su énfasis particular. Efesios habla de la relación que
existe entre Cristo y la iglesia. Filipenses presenta a Cristo como
la fuente de la unidad y el gozo cristiano. En Colosenses, Pablo
realza la supremacía de Cristo sobre todas las cosas tanto hombres
como ángeles, y ataca una herejía que negaba la supremacía de
Cristo. En Filemón, Pablo presenta a Cristo como el autor de la
fraternidad entre los cristianos. 3.
Bosquejos Efesios
Capítulos I.
La iglesia escogida en Cristo
1 II.
La
iglesia formada en Cristo
2-3 III.
La
iglesia caminando en Cristo
4-5 IV.
La
iglesia sirviendo a Cristo
6 Filipenses
Capítulos I.
Gratitud por el amor cristiano
1 II.
Exhortación
a la humildad cristiana
2 III.
Instrucciones
para la carrera cristiana
3 IV.
Llamado
al gozo cristiano
4 Colosenses
Capítulos
I.
La
presentación del hecho de la supremacía de Cristo
1:1-2:4 II.
La
refutación de un ataque a la supremacía de Cristo
2:5-3:4 III.
La
explicación de los efectos de la supremacía de
Cristo
3:5-4:6 IV.
Comentarios
personales
4:7-18 No
presentamos un bosquejo para la carta de Filemón. 4.
Contenido Hay
muchas cosas que se repiten dentro de estas cuatro epístolas.
Notamos en las epístolas a los Efesios y a los Colosenses no sólo
semejanzas en cuanto a temas, sino también semejanzas en cuanto al
lenguaje. Esto no significa que alguna de estas cartas salga
sobrando; pues cada una ayuda más a nuestro entendimiento de la
fe y de la vida cristiana. En vez de resumir cada una de las epístolas,
nos limitaremos aquí únicamente a señalar las contribuciones
especiales que cada una aporta. Enseñanzas
Sobre la Fe Cristiana El
libro de los Efesios comienza con un capítulo que habla de la
soberanía de Dios en la elección de las personas que han de ser
sus hijos. Pablo nos enseña que la elección de parte de Dios es la
fuente de todas nuestras bendiciones espirituales; que él nos
escogió "para que fuésemos santos y sin mancha delante de él
en amor" (1:4); y que el propósito de nuestra elección es el
de mostrar la sabiduría y la gracia de Dios. Pablo siempre señala
a Cristo como aquel en quien somos elegidos; y en quien también
somos redimidos. El tema de Pablo en esta epístola es Cristo.
Menciona la elección soberana de Dios, con el fin de respaldar el
tremendo amor y el propósito inmutable de Dios que está detrás de
la obra de Cristo por nosotros y dentro de nosotros. En
los dos capítulos siguientes, Pablo sigue con una descripción de
la forma en que Cristo nos ha redimido y ha edificado a su iglesia.
Hasta antes de la venida de Cristo, el mundo estaba dividido entre
judíos y gentiles, en circuncisos e incircuncisos. Por medio de
Cristo, "vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis
sido hechos cercanos por la sangre de Cristo" (2:13). La
iglesia de Dios desde entonces se compone de judíos y de gentiles,
unidos por la obra del Señor Jesucristo. El
libro de Filipenses contiene un pasaje muy famoso sobre la
humillación
de Cristo. Con el objeto de enseñar a los hombres a ser humildes y
obedientes, Pablo explica en forma breve pero clara la humildad de
Cristo. Cristo estaba dispuesto a dejar su condición divina en el
cielo, para venir a hacerse un hombre. Por cuanto fue perfectamente
obediente en esta su humillación, Dios lo exaltó y le dio "un
nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se
doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra,
y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el
Señor, para gloria de Dios Padre" (2:9-11). Pablo nos recuerda
en este pasaje, que Jesucristo no sólo es nuestro divino
Salvador, sino también nuestro ejemplo perfecto. Cuando dejó la
gloria del cielo para hacerse hombre tomó nuestra naturaleza.
Consecuentemente, él vino a ser el único a quien podemos seguir,
así como el único en quien podemos creer. En
el primer capítulo del libro de Colosenses hay una descripción
de las excelencias del Señor Jesucristo, en la que se demuestra
que él es más excelente que cualquier otra cosa creada. Pablo le
describe como "la imagen del Dios invisible, el primogénito de
toda creación" (1:15). Lo presenta como Aquél en que todas
las cosas fueron creadas; como Aquél que está por encima de todas
las cosas; y Aquél en quien subsisten todas las cosas. Como el
punto culminante en su argumento, Pablo presenta a Cristo como la
cabeza de la iglesia, en quien habita toda la plenitud del Padre.
Todo esto lo acentúa Pablo por causa de una herejía que había
surgido en Colosas, que negaba la autoridad suprema y la
preeminencia de Cristo sobre todo. Había los que insistían en dar
gloria a los ángeles además de honrar a Cristo. Querían exhaltar
a los ángeles a una posición igual a la de Cristo, creando así
una serie de escalones mediante los cuales el hombre podría
acercarse a Dios. Enseñaban también, que los cristianos tenían
que evitar los asuntos del mundo hasta donde les fuera posible. Añadieron
a los requisitos de Dios, requisitos propios. Pablo advirtió a los
colosenses de los peligros de ser "vanamente hinchados por su
propia mente carnal" (2:18). Explica que estas reglas humanas
que dicen, "no tocarás" y "no beberás", aunque
aparentan ser muy piadosas por exigir de nosotros humillación
personal y austeridad para el cuerpo, sin embargo la realidad es que
no nos ayudan en la lucha contra el mal. El obedecerlas únicamente
nos hace sentirnos orgullosos y satisfechos de nosotros mismos.
Ninguna regla humana puede conducirnos a la verdadera
santidad y a la comunión con Dios. Enseñanzas
Sobre la Vida Cristiana Pablo
aborda en estas epístolas muchos temas prácticos; pero hay en cada
libro algunas cosas específicas que merecen nuestra atención
especial. El
capítulo seis de Efesios es un pasaje sobresaliente. Pablo habla
aquí de la armadura de un cristiano; nos recuerda que no podemos
pelear en contra del pecado con nuestra propia fuerza, sino únicamente
usando los medios que Dios nos ha dado. En verdad, este pasaje debería
ser memorizado y perfectamente bien entendido. El
libro de Filipenses recalca el pensamiento del gozo cristiano.
Repetidamente Pablo habla de cómo él se regocija, y cómo se
regocijan los creyentes filipenses. Pablo ha aprendido a estar
gozoso tanto en la adversidad como en la prosperidad; por lo tanto,
exnorta a los filipenses a que hagan lo mismo. Dice Pablo, "Regocijaos
en el Señor siempre. Otra vez os digo: Regocijaos" (4:4). Así
debíamos ser, no porque no haya problemas en la vida, sino por
causa de la presencia de Cristo. Pablo pudo decir, "he
aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. Sé vivir
humildemente y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado,
así para estar saciado como para tener hambre, así para tener
abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo
que me fortalece" (4:11-13). Nada puede hacer disminuir el gozo
que Pablo tiene en su maravilloso Señor. El
libro de Colosenses contiene aquel pasaje tan bello, en el que Pablo
nos exhorta a buscar las cosas no de la tierra, sino las que están
arriba. Por cuanto hemos muerto juntamente con Cristo, y hemos
resucitado con él, Pablo dice "Poned la mira en las cosas de
arriba, no en las de la tierra" (3:2). Hay
pasajes tanto en Efesios como en Colosenses que hablan de las
relaciones de familia, un tema que sin duda es de mucha importancia.
En ambas cartas, Pablo dice a los niños que obedezcan a sus padres,
y a los padres a que traten a sus hijos con bondad y con amor. Estos
principios son buenos, no sólo para la vida familiar; sino para los
negocios, la iglesia, y para todo lugar en que los hombres trabajen
juntos. Aquellos que están en posiciones inferiores deben ser
obedientes, y aquellos que ocupan posiciones de influencia deben
ser bondadosos y amorosos. El
libro de Filemón es un ejemplo de la forma cristiana de vivir. Onésimo,
el esclavo de Filemón, había robado dinero y se había escapado a
Roma. Ahí se encontró a Pablo, y se convirtió. Pablo le dijo que
volviera a Filemón, su antiguo amo, y le dio esta carta, para que
Filemón le recibiese bien y le diese un trato bondadoso. En la epístola
se manifiestan la justicia cristiana, y también el amor cristiano. |
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