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12. Hechos 14

Hechos Apostólicos es un estudio de la Edad Apostólica de la iglesia cristiana temprana. Es la continuación milagrosa de la obra de Jesús en el primer siglo, a través de la obra del Espíritu Santo y su iglesia. Presenta el ministerio de Pedro, de los doce apóstoles y de Pablo de Tarso, en su cumplimiento de la Gran Comisión desde el Día de Pentecostés hasta llevar el evangelio a Roma, el capital del mundo.

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25.

CAPITULO 11: DIOSES HAN DESCENDIDO

Léase Hechos 14.

Preguntas de Preparación

1.  ¿Cómo fue recibido el evangelio en Asia Menor?

2.  ¿Qué persecuciones afrontaron los apóstoles?

3. ¿Cómo cuidaron Pablo y Bernabé a los nuevos convertidos?

Introducción

La primera predicación del evangelio en Asia Menor tuvo mucho éxito. En Antioquia fueron muchos los que creyeron. Sin embargo, la ofensa de la cruz también estaba presente. En su mayoría, los judíos rechazaron el evangelio, y persiguieron a Pablo y a Bernabé hasta que éstos tuvieron que huir de la ciudad.

1. Iconio

Los apóstoles viajaron rumbo al oriente hasta llegar a la ciudad de Iconio. Entraron a la sinagoga y predicaron el evan­gelio ahí. Y nuevamente el Señor bendijo su ministerio, y mu­chos creyeron, tanto de los judíos como de los gentiles. También aquí los judíos no creyentes pusieron trabas; pero a pesar de ello los apóstoles continuaron predicando en Iconio. El Señor manifestó su bendición al permitirles que obrasen milagros en este lugar y parece que su trabajo tuvo mucho éxito.

Sin embargo, los judíos que no quisieron aceptar el evangelio siguieron causando problemas, hasta el punto que la ciudad quedó dividida entre aquellos que creyeron a los apóstoles y los que se opusieron. Las autoridades estuvieron al lado de los judíos incrédulos, y dieron permiso para un plan de apedrear a los apóstoles. Pero Pablo y Bernabé supieron del plan, y lograron salir de la ciudad, antes de que se atentara contra sus vidas.

2. Listra

De Iconio, los misioneros cruzaron la frontera a Licaonia. Allí predicaron tanto en las ciudades, como en el campo rural.

La mayor parte de su trabajo lo realizó en las ciudades, espe­cialmente en Listra. Después de haber estado predicando un buen tiempo ahí, obraron un milagro semejante al de Pedro y Juan en Jerusalén (cap. 3). Pablo recibió un don muy especial del Espíritu Santo para poder entender el corazón del cojo de nacimiento. Supo que este hombre tenía fe como para ser sanado, tanto en su cuerpo como en su espíritu. Es cierto que los milagros siempre son obras sobrenaturales de Dios, pero pocas veces se realiza a menos que haya fe. Esto muestra la relación muy íntima que existe entre la salvación y los milagros de sanidad —para ambos casos es necesario el don de la fe.

La reacción del pueblo fue típicamente pagana. Ellos estaban seguros de que Pablo y Bernabé "eran dioses bajo la semejanza de hombres (que) han descendido a nosotros" (v. 11). La gente de Listra adoraba al dios Zeus, un dios griego que entre los romanos se conocía como Júpiter. Hermes, en su religión era un dios que siempre acompañaba a Zeus (entre los romanos se le conocía como Mercurio —(véase una enciclopedia si es posible). Pensaron, pues, que Pablo y Bernabé eran nada menos que estos mismos dioses. Inmediatamente comenzaron los pre­parativos para un culto pagano de adoración. Al principio, los misioneros no entendieron lo que estaba pasando, porque la gen­te hablaba en su idioma local. Pero cuando al fin entendieron la razón de tanta actividad, enérgicamente intentaron detener­los; lo cual lograron al fin, pero sólo después de una lucha difícil.

Los judíos incrédulos tanto de Antioquia como de Iconio, no contentos con haber sacado a Pablo y Bernabé de sus respecti­vas ciudades, los persiguieron hasta Listra. Aquí ellos tenían posibilidad de llevar a cabo lo que habían planeado en Iconio. Esta gente, que unas horas antes estaba lista para adorarles como dioses, de un momento a otro quedaron convencidos por los judíos para apedrearles. Se nota aquí el mismo cambio sorprendente que hubo en el pueblo de Jerusalén respecto a la persona de Cristo. Los enemigos de Pablo lo apedrearon hasta dejarle por muerto, y luego arrastrándolo le sacaron de la ciudad. Estando rodeado por sus discípulos entristecidos, volvió en sí, se incor­poró y regresó a la ciudad. El uso de la palabra "discípulos" aquí en este capítulo nos da a entender que aun en este lugar Dios había bendecido la predicación de su Palabra. Entre estos discípulos seguramente estaban Timoteo, su madre y su abuela.

3.  El Viaje de Regreso

Al día siguiente, Pablo y Bernabé salieron de Listra y fueron hacia Derbe. Aquí predicaron por un tiempo, y también hicie­ron muchos discípulos entre el Pueblo. Luego, decidieron regre­sar a Antioquia de Siria, a la iglesia que les había enviado en este viaje misionero. Habían viajado hacia el poniente a través de Chipre, viraron para el norte hasta llegar a Antioquia de Pisidia, y luego viajaron en dirección del oriente. Al llegar a Derbe, se encontraban muy cerca de "Las Puertas de Cilicia", un paso entre las montañas muy conocido, y que les hubiera conducido directamente hacia Tarso, ciudad natal y hogar de Pablo de Tarso; hubiera sido un viaje corto para regresar a Antioquia de Siria. Si se toma en cuenta el trato que habían recibido en las ciudades donde habían pasado, nadie les culparía si hubieran decidido regresar por esta vía más corta.

Pero Pablo y Bernabé estaban muy preocupados por los nuevos discípulos que habían conquistado, y fue por eso que regresaron por la misma ruta en que habían venido, o sea, por Listra, Iconio y Antioquia de Pisidia. Para hacer esto, necesitaban muchísimo valor. Pero lo hicieron porque sabían que los recién convertidos tenían necesidad, tanto del estímulo espiritual, como de ser orga­nizados. Enseñaron a los discípulos nuevos a permanecer firmes en la fe pese a las persecuciones, pues los cristianos deben entrar en el Reino de Dios a través de muchas tribulaciones. Además, los misioneros instalaron ancianos en las iglesias que se habían formado, quienes podían guiar y ayudar a estos nuevos creyen­tes en las tribulaciones que los esperaban.

Al llegar Pablo y Bernabé nuevamente a Perge, predicaron ahí, aunque parece que no lo habían hecho en el viaje de venida. Algunos eruditos de la Biblia sugieren que no lo habían hecho porque cuando cruzaron la primera vez era la época de calor, y la gente salía de la ciudad buscando la frescura de las monta­ñas. Ahora encontraron a la ciudad ya en plena actividad como de costumbre, por lo que se detuvieron a predicar.

De Perge regresaron por barco a Antioquia de Siria. Reu­nieron a la iglesia y presentaron un informe de sus experiencias en viaje. Había sido ésta la iglesia que los había comisionado y enviado como sus misioneros, y ahora Pablo y Bernabé rinden su informe de trabajo como sus representantes. Permanecieron en Antioquia por algún tiempo, probablemente continuando los trabajos que habían estado haciendo y que habían dejado al ser llamados para ir de misioneros.

26.

Comentario a Hechos de los Apóstoles
Capítulo 14

La predicación en Antioquía de Pisidia, la reacción mayor por parte de los gentiles y la persecución posterior, establecieron todo un estilo. En gran parte o en su totalidad, todo esto se fue repitiendo prácticamente en todas las ciudades que Pablo visitaba en sus viajes misioneros.

Iconio, Listra y Derbe (14:1-7)

"Aconteció en Iconio que entraron juntos en la sinagoga de los judíos, y hablaron de tal manera que creyó una gran multitud de judíos, y asimismo de griegos. Mas los judíos que no creían excitaron y corrompieron los ánimos de los gentiles contra los hermanos. Por tanto, se detuvieron allí mucho tiempo, hablando con denuedo, confiados en el Señor, el cual daba testimonio a la palabra de su gracia, concediendo que se hiciesen por las manos de ellos señales y prodigios. Y la gente de la ciudad estaba dividida: unos estaban con los judíos, y otros con los apóstoles. Pero cuando los judíos y los gentiles, juntamente con sus gobernantes, se lanzaron a afrentarlos y apedrearlos, habiéndolo sabido, huyeron a Listra y Derbe, ciudades de Licaonia, y a toda la región circunvecina, y allí predicaban el evangelio".

Iconio estaba a unos cien kilómetros al este y un poco al sur de Antioquía de Pisidia, en una meseta de algo más de mil metros de elevación. Al llegar allí. Pablo y Bernabé se dirigieron primero a la sinagoga. Como de ordinario, se les dio oportunidad para hablar. Lucas no recoge su sermón. Sólo señala que hablaron, como acostumbraban; esto es, tal como habían hecho en Antioquía de Pisidia.

El resultado fue similar. Una gran multitud, tanto de judíos como de griegos (gentiles de habla griega) creyó (y por supuesto, todos fueron bautizados en agua y en el Espíritu Santo). Entonces, como antes, los judíos que no creían (los desobedientes, rebeldes), en su celo excitaron a los gentiles y corrompieron sus ánimos (almas, deseos) contra los hermanos (los nuevos creyentes que ahora eran discípulos de Jesús y miembros de su Cuerpo.)

No obstante, en este caso los judíos no pudieron conseguir mucho apoyo de los gentiles al principio. Por esto. Pablo y Bernabé se detuvieron en Iconio mucho tiempo. Hablaban con denuedo, confiados en el Señor Jesús. Mientras ellos hacían esto, el Señor daba testimonio a la Palabra (mensaje) de su gracia concediendo que se hiciesen señales y prodigios por sus manos. Así fue como los reconocieron como agentes de Cristo, que hacían su obra con su autoridad.

Sin embargo, al cabo de algún tiempo, la gente de la ciudad se hallaba fuertemente dividida. Algunos estaban con los judíos (que no habían creído). Otros se mantenían junto a los apóstoles. Fue entonces cuando se juntaron gentiles y judíos con los gobernantes de sus sinagogas con intenciones hostiles. Su propósito era tratar a los apóstoles de forma ultrajante y apedrearlos a morir. Sin embargo, el texto griego no quiere decir que hubiera ningún intento real, sino solamente la intención y la instigación para llevarlo a cabo.

Pero los apóstoles tuvieron noticias de la conspiración y huyeron. No porque tuvieran miedo, sino porque había otros lugares donde se necesitaba su ministerio. Así fue como siguieron a Listra y Derbe, ciudades licaonias situadas en la parte sur de la provincia romana de la Galacia. Listra, al igual que Iconio, tenía la categoría de colonia militar romana y la responsabilidad de velar por los intereses de Roma y vigilar los caminos romanos. En Listra, los apóstoles predicaban (seguían predicando) el Evangelio (diciendo las buenas nuevas). Lo que sigue nos da un ejemplo de cómo Pablo les predicaba a los gentiles que no tenían conocimiento de las Escrituras.

La sanidad de un hombre imposibilitado de los pies (14:8-18)

"Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado. Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado, dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo. Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho, alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la semejanza de hombres han descendido a nosotros. Ya Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque éste era el que llevaba la palabra. Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios.

Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay. En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos; si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones. Y diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir que la multitud les ofreciese sacrificio".

En Listra, Pablo no fue a una sinagoga, como tenía por costumbre. Quizá no hubiera ninguna. En cambio, parece haber ido a la plaza del mercado, o a una plaza abierta dentro de la ciudad, junto a sus puertas (como lo indica el versículo 13); allí comenzó a predicar. Entre los que estaban oyendo, se hallaba un hombre lisiado. Para llamar la atención a lo desesperado que era su caso, la Biblia utiliza la repetición. Era cojo de nacimiento, y jamás había andado. Pablo fijó los ojos en el hombre mientras éste escuchaba, y vio que tenía fe para ser sanado. Entonces animó a la fe del hombre a actuar, ordenándole con voz muy alta que se levantara derecho sobre sus pies.

La orden de Pablo captó la atención de la multitud. Cuando los que estaban allí vieron que el hombre saltaba y comenzaba a caminar, comenzaron a gritar. Sin embargo, aunque conocían el griego que Pablo estaba usando, en su emoción se volvieron a su lenguaje licaonio nativo, que Pablo y Bernabé no comprendían.

El milagro les hizo creer (eran gentiles paganos) que los dioses griegos habían descendido, tomando forma de seres humanos. Así fue como comenzaron a llamarle Día (o Dios) a Bernabé, una forma del nombre del dios griego del cielo, Zeus, quien había sido identificado por los romanos con su dios Júpiter, y por este pueblo con el dios principal de los licaonios. Entonces, puesto que Pablo era el que hablaba ("el que llevaba la voz cantante"), lo llamaron Hermen (Hermes), que era el mensajero y heraldo de los dioses, especialmente de Dios (Zeus, Júpiter). Hermes era identificado por los romanos con su dios Mercurius (Mercurio).

Actuando consecuentemente, el pueblo hizo lo que creía que era adecuado a las circunstancias. Se puso en contacto con el sacerdote de Dios, cuyo templo se hallaba frente a la ciudad. El trajo toros (las víctimas más costosas que podían ofrecer en sacrificio). Estos estaban adornados con guirnaldas y fueron llevados hasta las puertas, donde se reunió la multitud, deseosa de hacer el sacrificio.

En los versículos 12 y 14, se nombra en primer lugar a Bernabé nuevamente, porque como Dios (Zeus, Júpiter), él era el más importante, a quien iba dirigido el sacrificio. Finalmente, es probable que alguien les explicara en griego lo que estaba sucediendo. Cuando los apóstoles oyeron y comprendieron esto, rasgaron sus ropas (en señal de lamentación y de congoja). Mientras lo hacían, se lanzaron entre la multitud dando voces, tratando de detenerlos declarando que eran seres humanos con sentimientos semejantes a los de ellos y una naturaleza como la de ellos. Habían llegado a predicar el Evangelio para que se convirtieran de aquellas vanidades (cosas irreales, inútiles, estériles) al Dios vivo.

Como estos gentiles no tenían conocimiento de las Escrituras, Pablo no identificó a Dios como el Dios de Israel, ni apeló al Antiguo Testamento y a sus profecías sobre el Mesías. Sin embargo, sí usó lenguaje bíblico, y los hizo remontarse a la época de la creación. Dios es el Dios que hizo todas las cosas, que en las edades pasadas había dejado a todas las gentes andar por sus propios caminos (en contraste con los caminos de Dios). Sin embargo, no se había dejado a sí mismo sin testimonio. Había hecho el bien, dándoles lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría los corazones humanos.

Aun así, a duras penas pudieron los apóstoles detener a la multitud para que no llevara a cabo su propósito de ofrecerles sacrificios.

Pablo apedreado (14:19, 20)

"Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. Pero rodeándole los discípulos, se levantó y entró en la ciudad; y al día siguiente salió con Bernabé para Derbe".

El versículo 20 señala que Pablo y Bernabé se quedaron en Listra el tiempo suficiente para que un cierto número de personas creyeran y se convirtieran en discípulos (y, siempre, fueran bautizados en agua y en el Espíritu Santo, según Hechos 2:4). Pero los judíos de Antioquía de Pisidia (a unos 160 kilómetros de distancia), que lo habían sacado de su ciudad, y algunos de Iconio (a unos 50 kilómetros) que habían querido apedrearlo a morir, tuvieron noticia del éxito de Pablo en Listra. Llegaron a la ciudad, y persuadieron a las multitudes paganas a que los ayudaran, o al menos les permitieran llevar a cabo su plan. (Es posible que algunos paganos se hubieran sentido deshonrados cuando Pablo y Bernabé no les permitieron ofrecerles sacrificios: por eso les prestaron oídos a los enemigos de Pablo.)

Esta vez sí apedrearon a Pablo y arrastraron su cuerpo fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto. Está claro en el texto que no estaba muerto realmente, aunque estaba inconsciente y debe haber estado fuertemente magullado por todo el cuerpo. Sin duda alguna, también tenía huesos rotos.

Tan pronto como se fue la multitud, los creyentes rodearon a Pablo. Sin duda, esperaban ayuda de Dios, y Dios no los defraudó. De pronto, en lo que ha de haber parecido como una resurrección. Pablo se levantó, evidentemente, sanado por completo, y regresó a la ciudad con ellos. Pero, conociendo el estado de ánimo de la multitud, él y Bernabé salieron al día siguiente rumbo a Derbe (identificada actualmente con unas ruinas situadas a unos cien kilómetros de Listra en dirección sudeste, cerca de la frontera de la provincia romana de Galacia).

Confirmando los ánimos de los creyentes (14:21-25)

"Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios. Y constituyeron ándanos en cada iglesia, y habiendo orado con ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído. Pasando luego por Pisidia, vinieron a Panfilia. "Y habiendo predicado la palabra en Perge, descendieron a Atalia".

Según parece, en Derbe tampoco había sinagoga. O sea, que Pablo y Bernabé deben haber predicado el Evangelio en forma muy similar a la utilizada en Listra, pero sin la oposición de los judíos, puesto que los enemigos de Pablo creían que estaba muerto.

Después de haber hecho un número considerable de discípulos, fundando así una iglesia creciente, regresaron valientemente a Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia. Sin embargo, esta vez no agitaron a los judíos. Es evidente que no hicieron trabajo evangelístico, dejándolo a los creyentes del lugar. Esta vez su ministerio iba dirigido a la Iglesia. En cada lugar, confirmaban (fortalecían y solidificaban) los ánimos (las almas) de los discípulos. También los exhortaban y los animaban a permanecer en la fe. En este punto, el griego es muy fuerte. Les decían que debían mantener la fe, permaneciendo en ella, esto es, viviendo según los principios del Evangelio.

También los exhortaban a compartir el sufrimiento de los apóstoles y a aceptar el hecho de que a través de muchas tribulaciones (persecuciones, aflicciones, sufrimientos) era necesario entrar en el reino (ponerse bajo el gobierno y la autoridad de Dios).

Puesto que los creyentes necesitaban organización para poder trabajar juntos y realizar la obra del Señor, los apóstoles constituyeron ("ordenaron") entonces ándanos (supervisores, superintendentes, presidentes de la congregación o asamblea) en cada lugar. Sin embargo, no fue aquello una ordenación, en el sentido actual de la palabra. La palabra griega es jeirotonésantes, donde jeir es la palabra griega traducida mano; la palabra entera significa que llevaron a cabo una elección a mano alzada.

Cuando fueron escogidos los siete del capítulo 6, los apóstoles señalaron las cualidades necesarias y el pueblo hizo la selección de los diáconos. Podemos estar seguros de que lo mismo sucedió ahora. Pablo debe haber señalado las cualidades necesarias, que recogería por escrito más tarde en 1 Timoteo 3:1-7 y en Tito 1:6-9. Entonces, la asamblea local escogió las personas por medio de una elección (sin duda, después de un tiempo de oración durante el cual buscaron todos la orientación del Espíritu Santo para que los ayudara a decidir quién cumplía mejor con las condiciones propuestas).

Al principio, los ancianos eran hombres llenos del Espíritu escogidos de entre los miembros de la congregación local. No fue sino muchos años después cuando las iglesias comenzaron a sentir la necesidad de llamar pastores-maestros que pudieran ser también la cabeza ejecutiva de la asamblea, y que combinaran el oficio de anciano (llamado también obispo y presbítero) con el ministerio de pastor-maestro, recibido de Dios. En el siglo primero, se esperaba de los ancianos que fueran "aptos para enseñar", y eran los responsables de que hubiera enseñanza. Pero podían llamar a otros que tuvieran el ministerio de pastor-maestro dado por el Señor, y los dones del Espíritu necesarios como complemento. No tenían que enseñar ellos mismos. El hecho de que Pablo diga: "Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor (honorarios), mayormente los que trabajan en predicar y enseñar" (1 Timoteo 5:17), nos demuestra que no todos trabajaban en la Palabra y en la enseñanza. Pero, a medida que fue pasando el tiempo, se fueron dando cuenta cada vez más de que tenían necesidad de un ministerio de enseñanza persistente en la iglesia local, y fue natural que pensaran en hacer dirigentes suyos a estos ancianos. Así se fue desarrollando gradualmente la idea moderna de un pastor que es también el que preside el grupo.

Antes de que Pablo y Bernabé siguieran a otra ciudad, siempre pasaban un tiempo en oración y ayuno con los creyentes. Después los encomendaban (como algo precioso y de valor) al cuidado y la salvaguardia del Señor (Jesús) en quien habían creído (y seguían creyendo). Por supuesto, habían creído inicialmente en la visita anterior de Pablo.

Desde Antioquía de Pisidia, siguieron a través de Pisidia, de regreso a Panfilia y Perge, evangelizando en todos los lugares en que les era posible, a medida que avanzaban. En Perge, predicaron la Palabra sin oposición ni maltrato alguno, según se ve. Evidentemente, no habían predicado allí cuando habían desembarcado y Marcos se había apartado de ellos. Después de establecer la Iglesia allí, siguieron a Atalia, el puerto marítimo de Perge.

El informe en Antioquía de Siria (14:26-28)

"De allí navegaron a Antioquía, desde donde habían sido encomendados a la grada de Dios para la obra que habían cumplido. Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia, refirieron cuan grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había abierto la puerta de la fe a los gentiles. Y se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos".

Desde Atalia navegaron a Antioquía de Siria. Allí habían sido entregados a la gracia de Dios para hacer la obra que ahora habían terminado. En esta visita. Pablo y Bernabé sintieron que habían realizado el ministerio para el cual el Espíritu los había enviado en Hechos 13:2-4.

Por tanto, reunieron a la iglesia y le informaron todo cuanto Dios había hecho con ellos. Es decir, contaron cuan grandes cosas Dios hacía mientras ellos colaboraban con El. También, cómo les había abierto una puerta a la fe a los gentiles. (El griego dice "una puerta" y no "la puerta".) Entonces, los dos apóstoles se quedaron "mucho tiempo" con los discípulos. O sea, que volvieron a asumir su ministerio de enseñanza y ayudar en la asamblea de los creyentes durante varios meses, posiblemente tanto como un año.

 

 
1. Hechos 1
2. Hechos 2,3
3. Hechos 4,5
4. Hechos 6,7
5. Hechos 8
6. Hechos 9a
7. Hechos 9b
8. Hechos 10
9. Hechos 11
10. Hechos 12
11. Hechos 13
12. Hechos 14
13. Sant./Gál.
14. Hechos 15
15. Hechos 16
16. Hechos 17
17. Hechos 18
18. Hechos 19
19. Cor./Rom.
20. Hechos 20
21. Hechos 21
22. Hechos 22
23. Hechos 23
24. Hechos 24
25. Hechos 25,26
26. Hechos 27
27. Hechos 28
 

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