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Hechos Apostólicos es un estudio de la Edad Apostólica de la iglesia cristiana temprana. Es la continuación milagrosa de la obra de Jesús en el primer siglo, a través de la obra del Espíritu Santo y su iglesia. Presenta el ministerio de Pedro, de los doce apóstoles y de Pablo de Tarso, en su cumplimiento de la Gran Comisión desde el Día de Pentecostés hasta llevar el evangelio a Roma, el capital del mundo.

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14.

CAPITULO 4: VASO ESCOGIDO

Léase Hechos 9:1-31.

Preguntas de Preparación

1. ¿Cuáles fueron las cualidades de Saulo para ser líder entre los judíos?

2. ¿Cómo fue convertido Saulo?

3. ¿Qué oposición encontró Saulo cuando él empezó su mi­nisterio?

4. ¿Qué efecto tuvo la conversión de Saulo sobre la iglesia cristiana?

Introducción

La conversión de Saulo de Tarso ha sido uno de los eventos de mayor importancia en la historia de la iglesia primitiva. Es también una de las más grandes demostraciones del poder sobe­rano de Dios y de su gracia. Algunos hombres se han convertido al estudiar detenidamente la conversión de Saulo. Uno de ellos ha dicho que este relato, solo, prueba ampliamente la verdad del cristianismo.

1. Saulo el Perseguidor

Saulo de Tarso era un joven admirable. Nacido en Tarso, ciudad romana en Asia Menor, fue enviado a Jerusalén a estu­diar bajo la dirección de Gamaliel, el gran rabí judío. Saulo se describe a sí mismo como "hebreo de hebreos... en cuanto a la ley fariseo; ... en cuanto a la justicia que es en la ley, irre­prensible" (Fil. 3:5, 6). Nos relata en Calatas 1:4, "en el ju­daismo, aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi na­ción, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres". Probablemente era un miembro del Sanhedrín, pese a su juven­tud. Su mente aguda, su excelente preparación, y su fuerte celo se combinaron para hacerlo un hombre que subía con rapidez como líder entre los judíos.

Lucas señala el hecho de que Saulo estuvo involucrado en la muerte de Esteban. Se ve que Saulo estaba de acuerdo, porque fue él quien guardaba la ropa de los que apedrearon. Después de la muerte de Esteban, Saulo emprendió una carrera de per­seguidor. No sólo arrestó y echó a la cárcel a muchos de los cristianos de Jerusalén, sino también dio su voto a favor de la pena de muerte para algunos. (Véase Hch. 26:10). Fue su celo como perseguidor de la iglesia, lo que causó que muchos de los creyentes huyeran de la ciudad. Pero no quedó satisfecho con todo esto. Recibió cartas del sumo pontífice autorizándole para perseguir a los que habían escapado y traerlos de nuevo a Jeru­salén para castigarlos.

2. Saulo y Jesús

Para continuar sus ataques a la iglesia, Saulo viajó a Damasco encabezando un grupo de perseguidores, quienes buscaban a aquellos cristianos que se habían refugiado en dicha ciudad. Pero antes de llegar a Damasco, el mismo Saulo fue buscado por Jesús. En una luz cegadora, que hizo palidecer la del sol en su cenit, el Cristo ascendido se presentó ante el perseguidor. ¡Cuánta des­esperación la de Saulo, al oír la voz de Aquél a quien estaba persiguiendo, hablándole desde el cielo! Le debió haber pare­cido la llegada del día del juicio.

Pero era en gracia como Jesús apareció a Saulo, y no en juicio. No podemos saber el momento exacto cuando fue convertido Saulo; pero entre el momento de la aparición de la luz del cielo y su bautismo por Ananías, el corazón de Saulo fue cambiado por completo y él llegó a ser un seguidor de Aquél a quien había estado persiguiendo.

Jesús no sólo salvó a Saulo de sus pecados. También le llamó a ser apóstol. Mucho antes de que Saulo hubiera pensado en ser cristiano, Jesús le había designado a él para ser la persona que llevaría el evangelio a los gentiles y a los reyes. Era un vaso es­cogido. Su conversión le preparó a llevar a cabo el plan que el Salvador tuvo para su vida.

3. Saulo el Predicador

Aquel celo que Saulo desplegó para perseguir a la iglesia, era el mismo que el mostró ahora para la edificación de ella. Cuando Saulo apareció en las sinagogas en Damasco, los judíos esperaban oír sus fuertes discursos en contra de los que seguían a Jesús. ¡Cuánta habrá sido su sorpresa cuando, al contrario, oyeron un mensaje poderoso comprobando que Jesús era el Mesías pro­metido!

Pablo nos relata en Calatas, que él pasó algún tiempo en Arabia. No es Arabia del mapa de hoy día, sino un distrito al oriente de la ciudad de Damasco. No sabemos cuánto tiempo estuvo allí, ni lo que hizo. Ni podemos saber con seguridad cómo puede encajar con la predicación en Damasco de que habla Lucas en Hechos. Puesto que Saulo era un estudiante cuida­doso, podría ser que haya ido a Arabia a estudiar de nuevo las promesas hechas en el Antiguo Testamento acerca del Mesías, antes de empezar su predicación de Jesús en las sinagogas.

La predicación de Saulo le atrajo la oposición de aquellos que hubieran sido sus ayudantes voluntarios en su tarea de persecu­ción. El odio que los judíos sintieron por Saulo llegó a ser tan tremendo que tuvo que huir para salvar su vida. Estando cus­todiadas todas las puertas de la ciudad, los discípulos le bajaron del muro en una canasta.

Al retornar Saulo a Jerusalén, encontró a los discípulos reacios a creer que su conversión fuera verdadera. Fue Bernabé, el que más tarde sería su compañero en su primer viaje misionero, quien le creyó y lo introdujo a la comunidad cristiana. En Jeru­salén Pablo predicaba y discutía con los judíos de habla griega. Estos procuraban su muerte de igual manera como habían matado a Esteban, y los cristianos tuvieron que hacerle desaparecer de la ciudad. Le enviaron a Tarso, su pueblo natal. Allí quedó por algún tiempo.

La conversión de Saulo iba a tener, más adelante, un efecto tremendo sobre la iglesia cristiana. Llevaría el evangelio a los gentiles y sería el principal misionero por medio del cual Jesús extendiese su iglesia. Pero su conversión también tuvo un efecto inmediato. Al ser transformado Saulo, llegó a su fin la perse-cusión que él había encabezado, y la iglesia gozó de un tiempo de tranquilidad.

15.

CAPITULO 5: TABITA, LEVÁNTATE

Léase Hechos 9:32-43.

Preguntas de Preparación

1. ¿Cómo se dejaba ver el continuo poder del evangelio?

2. ¿Cómo contribuyó el trabajo de Pedro, a la expansión de la iglesia?

Introducción

La conversión de Saulo iba a tener un efecto tremendo sobre la iglesia de Jesucristo en los años venideros. La iglesia no tenía idea alguna de todo lo que implicaba la conversión de Saulo de Tarso de perseguidor en predicador. Una gran carrera le es­peraba.

Mas la obra de la iglesia no estaba estancada, esperando el tiempo cuando Saulo recibiera su llamamiento misionero. Los demás apóstoles continuaron sus labores por Cristo. Lucas dirige nuevamente nuestra atención hacia Pedro y la obra que hacía en las afueras de Judea.

1. Pedro en Lida

Aunque los apóstoles no se habían visto obligados a huir de Jerusalén por causa de la persecución que siguió a la muerte de Esteban, Pedro (y sin duda algunos otros también) salió a pre­dicar el evangelio en otras partes de Judea. Viajando por los distintos pueblos de dicha región, llegó a Lida, ciudad situada en las llanuras de la costa. Había ya creyentes en Lida. Pedro había ido a enseñarles más acerca del evangelio, y también para predicar a los inconversos.

Durante su estancia allí, Pedro llevaba adelante el ministerio de sanidad que Jesús había empezado, y que los apóstoles ha­bían continuado después de Pentecostés en Jerusalén. Un hombre, llamado Eneas, quizás miembro de la iglesia de Lida, se encontraba paralítico desde 8 años atrás. Pedro le habló en la misma forma que Jesús había hablado a los otros impedidos y le dijo que se levantara y que recogiera su cama. El mismo poder que Jesús había manifestado se presentó en Pedro, siervo de Jesús. Inmediatamente fue sanado Eneas.

Pedro sanó a Eneas porque Eneas necesitaba la salud. El evangelio de Jesucristo afecta el cuerpo del hombre como tam­bién su alma. En la resurrección todos los efectos del pecado serán quitados. Entonces será cuando los cuerpos de todos los creyentes serán absolutamente perfectos. Sin embargo, Dios obra también durante esta vida, para sanar a los hombres de sus enfermedades y también de sus pecados.

Al ver el pueblo de esa región tal exposición del poder de Dios, muchos se convencieron de la verdad del evangelio. Se convir­tieron al Señor y encontraron la salvación en él.

2. Pedro en Jope

No muy lejos de Lida estaba otra ciudad llamada Jope, donde también había una iglesia cristiana. En ella estaba una mujer llamada Tabita, (o sea, Dorcas) quien, por sus hechos, mostraba que era una seguidora del Señor Jesucristo. "Abun­daba en buenas obras y limosnas que hacía" (v. 36). Mientras Pedro estaba en Lida, ella enfermó y murió. Los cristianos la arreglaron para su sepultura, pero también mandaron llamar a Pedro. No sabemos para qué lo llamaron. Quizás estaban pensando que él dirigiera el servicio fúnebre. Al llegar él, lo llevaron al cuarto donde yacía Dorcas. Las viudas le mostraron las ropas que ella les había hecho; hubo mucho llanto y lágrimas, como era costumbre en los funerales judaicos.

En lugar de dirigir el servicio fúnebre, Pedro lo suspendió. Sacando a toda la gente, se arrodilló y oró. Luego mandó a Dorcas a que se levantara. Y una vez más se vio el poder del evangelio. La que había estado muerta, abrió sus ojos y se sentó. Pedro le dio la mano para ayudarla a levantarse, y la presentó viva a los dolientes.

Este fue un milagro todavía mayor que el de la sanidad de Eneas. Esta era una manifestación de poder que sobrepasaba todo lo que podría imaginarse. No era de extrañarse que muchos creyeron en el Señor Jesús, en cuyo nombre Pedro había levan­tado a Dorcas.

Lucas relata que Pedro permaneció en Jope y que vivió con Simón, él curtidor. Este hecho da a conocer el cambio que se estaba operando en Pedro. Los judíos consideraban a un cur­tidor como gente inmunda, y por lo tanto, indigno de trato al­guno. Mas Pedro fue a vivir en la casa de uno que era curtidor. El estaba empezando a darse cuenta de que las antiguas leyes ceremoniales habían desaparecido. Dios estaba preparando su corazón para que pudiera abandonar las leyes ceremoniales, cuando fuera llamado a la casa de Cornelio.

 

 
1. Hechos 1
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4. Hechos 6,7
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6. Hechos 9a
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9. Hechos 11
10. Hechos 12
11. Hechos 13
12. Hechos 14
13. Sant./Gál.
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15. Hechos 16
16. Hechos 17
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19. Cor./Rom.
20. Hechos 20
21. Hechos 21
22. Hechos 22
23. Hechos 23
24. Hechos 24
25. Hechos 25,26
26. Hechos 27
27. Hechos 28
 

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