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  27. Consejos 1

Consejería Pastoral presenta los elementos básicos del arte de aconsejar  y define el lugar que esta actividad tiene dentro del ministerio pastoral. Considera los principios bíblicos y las bases psicológicas que sostienen a la consultoría pastoral. Examina casos reales tomados de la experiencia profesional  de  personas que pasan por dificultades vitales. Ofrece una guía de cómo dar orientación  de manera sencilla y eficaz.

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El divorcio 

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PARA BUSCARSE UN PROBLEMA

      El enunciado de este consejo pudiera parecer contradictorio, pues quien brinde su opinión profesional para que usted tenga dificultades, no debe gozar de una salud mental óptima.

      Pero, es eso precisamente lo que quiero poner a consideración del lector. Quiero dar algunos consejos para que se busque sólo un problema, no dos y más. Vamos a reflexionar usted y yo en torno a esto.

      Los problemas cotidianos muchas veces nos hacen transitar de los menos malos a los peores. Se da solución a uno de ellos, y ésta hace buscarse otros problemas a un plazo inmediato o mediano por no utilizar los mecanismos de afrontamiento más adecuados. Se dice que “dinero llama dinero” y yo diría que “problema llama problema”.

      Generalmente cuando se tiene un conflicto conyugal, su estado anímico se encuentra por lógica comprometido. Ello puede llevar sus pensamientos en torno a lo que le ocurre en su vida privada y descuide otras facetas de su existencia. Y no es infrecuente sufrir una merma en el rendimiento laboral evidente para sus compañeros. O no atiende a sus hijos con la misma calidad de antes. O se siente tan desgraciado o desgraciada que se “tira a morir en una cama” y sólo piensa en el sufrimiento que le embarga. Aunque parezca muy exagerado, este ejemplo es común y seguro conoce a alguien que ha transitado por este camino.

      Ante una dificultad es cuando mejor tiene que funcionar para evitar buscarse otra. Si es en una esfera de su vida, trate de no comprometer otras que no han sido afectadas. Volvamos al ejemplo anterior.

      Un problema conyugal le hará sentir mal, pero su trabajo no tiene culpa de ello, ni sus compañeros de labor tampoco tienen que sufrir las consecuencias de esta fase en su vida privada. Es posible, porque es un ser humano, que su funcionamiento no sea óptimo y le cueste más trabajo del habitual dedicarse por entero a su tarea sin volver a pensar en la situación conflictiva. Pero también debe tener presente que mientras más tiempo mantenga su mente ocupada en el trabajo, menos tiempo tendrá libre para dedicarlo a sus preocupaciones. Pero además, esta actitud evitaría un llamado de atención de sus superiores o jefes e incluso una sanción laboral por no cumplir con lo debido y por lo que se le paga un salario.

      Con lo que le está ocurriendo si emplea su tiempo libre en interactuar más íntimamente con sus hijos, incrementaría la comunicación eficaz y su imagen para ellos alcanzaría una dimensión diferente, mucho más positiva, más cercana.

      Si en vez de “tirarse a morir”, emplea su tiempo en hacer cosas que ha dejado de hacer, como redecorar la casa, sembrar nuevas plantas, limpiar y ordenar el cuarto de desahogo, ordenar el librero o el armario, su sufrimiento no cesará, pero no le habrá impedido continuar teniendo una calidad de vida más cerca de la que usted se merece.

      Pero, este modo de enfrentar un problema tiene otras ventajas importantísimas, como es haber aprendido a utilizar mecanismos de afrontamiento creativos, sanos y que pueden ser imitados por su descendencia cuando ellos lo requieran.

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PARA UNA BUENA COMUNICACIÓN CON SU HIJO ADOLESCENTE

       La adolescencia es una etapa de la vida tildada de “edad difícil”, “edad crítica”, como si los únicos que hubieran pasado por ella fueran otros y no nosotros mismos, como si fuera una etapa sólo vivida por aquellos “adolescentes difíciles” y no por otros que la vivieron normalmente, según las características específicas que le dan el torrente hormonal, el crecimiento súbito, la necesidad de independencia, la definición sexual y la acentuación de los caracteres secundarios, la elección o inclinación vocacional, entre las más significativas.
Como cualquier período, la adolescencia se rige por determinados principios que no deben ser olvidados jamás, pues ello acarreará, en la mayoría de las ocasiones, serias dificultades en la comunicación paterno-filial. Para lograr una buena comunicación con nuestros adolescentes es prudente desterrar de nuestro vocabulario determinadas expresiones como las que a continuación se relacionan:

1. “Tú tienes que...” En este caso es preferible preguntar qué ha pensado hacer al respecto, antes de trazar pautas ajenas a él. El adolescente debe aprender a encontrar soluciones propias, a manejar el estrés, las relaciones difíciles, etc.
2. “Por qué tú no hiciste...” Lo que no se hizo no tiene solución pues pertenece al pasado. Es mucho mejor que el adolescente aprenda de los errores cometidos y sea capaz de volver a intentarlo, por lo que se le debe asegurar que él es capaz de hacerlo, que él puede lograrlo.
3. “Muchos de tu edad...” Esta desafortunada comparación no debe ser pronunciada jamás. Lo importante es aceptar al adolescente tal y cual es, y solidarizarnos con sus decisiones, las que por lo general, son adecuadas a sus intereses.
4. “Cuando yo tenía tu edad...” Otra comparación peor que la anterior, pues provocará una rivalidad entre padres e hijos. Cuando usted tenía su edad las cosas eran muy diferentes a como son en estos momentos. Es más inteligente invitarlo a dialogar sobre el tema que consideramos problemático, o el que posiblemente necesite alguna orientación, pero nunca ponernos como modelo que no somos.
5. “Yo en tu lugar haría...” Otro error en la comunicación, pues estamos cometiendo fraude, con el inconveniente de que nuestra opinión pudo haber sido válida para nosotros, mediatizada por nuestra experiencia pasada que no la tiene el adolescente y por nuestros juicios de valor que no son los de él. Es mucho más sensato aproximarnos a él preguntándole qué piensa hacer ante la situación que tiene y de esa manera conoceremos cuán acertadas o no son sus decisiones. Si son correctas deben ser estimuladas y si no lo son se le debe incitar a manejar otras opciones más productivas.

     Estas orientaciones persiguen proveer al adolescente de relaciones afectivas y efectivas, que le sirvan de soporte ante las nuevas exigencias que esta etapa le plantea, fundamentalmente, una apropiada interacción social con sus semejantes. Esta manera adecuada de comunicarse con el adolescente le permitirá contar con usted cuando le sea necesario a él, no cuando usted lo desee. En este sentido, no trate de ser el mejor amigo de su hijo para que él le mantenga al tanto de cuanto hace, lo cual es un atentado a su individualidad e intimidad. Lo inteligente es lograr que el adolescente tenga su vida privada, sus secretos y sólo nos comunique aquello que le es confuso, extraño, hostil, teniendo en cuenta que ellos tienen que vivir sus vidas y nosotros las nuestras.

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PARA NO PERDER LA AUTORIDAD CON LOS HIJOS

     Una de las quejas más frecuentes de muchos padres que escucho en mi práctica profesional, es que los hijos no los respetan y comienzan las comparaciones con los tiempos pasados: antes la cosa era distinta, había que tratar a los padres de usted o decirle señor; antes había más respeto de los hijos hacia los padres, de los muchachos para con los adultos. Y en estas comparaciones la nueva generación sale muy mal plantada. Pienso que la pérdida de autoridad de los padres de antaño y los de ahora se debe a una misma causa: su mal uso.
Para tener autoridad ante los hijos no hay que pasar curso alguno, ni ser académico ni nada por el estilo.

     Simplemente, se necesita hacer un uso adecuado de eso llamado “sentido común”. Y para ello lo primero es... NO TEMER PERDERLA. Cuando los padres temen perder su autoridad, comienzan a hacer una utilización irracional, desmedida, injustificada de ella, para que los hijos se den cuenta de que son ellos quienes la tienen. Pero de seguro ellos interpretarán ese desmedido autoritarismo como la evidencia más firme de que usted la está utilizando de una manera anómala, que ya no sabe mandar. Y he aquí el segundo consejo, para mantener la autoridad con los hijos haga un uso racional de ella.

      En este aspecto, es necesario dejar vivir a nuestros hijos, pues ellos están realizando un proceso intransferible, que consiste en vivir su propia vida y nadie, incluidos los padres, puede variar esa realidad. Por tanto, cuídese de estar sentando pautas constantemente, dando orientaciones a cada minuto, advirtiéndole en cada momento cómo hacer cada cosa. Siempre que asiste alguien a mi consulta con una situación de este tipo le pongo el ejemplo de los entrenadores de boxeo, quienes entrenan a sus pupilos lo mejor que pueden, con todo el amor y la dedicación posibles, pero quien enfrenta al adversario no es el entrenador, no es quien entrena, sino el pupilo, el entrenado, quien recibió el entrenamiento. Y cada vez que termina un round o asalto, el entrenador le da nuevas instrucciones, le corrige supuestas fallas y vuelve el boxeador al combate, no el entrenador. Y en ocasiones, el entrenador dice o le grita alguna estrategia desde su esquina y el boxeador equivoca la táctica y pierde la pelea por puntos, por RSC o por nocaut. Y no la perdió el entrenador, la perdió el boxeador.

      Y en la vida la función de los padres se semeja en buena medida a la de un entrenador. Debemos preparar a los hijos para que celebren su combate con la vida y salgan victoriosos ante ese difícil contrincante. Pero usted no puede vivir la vida por su hijo y el aspirar a hacerlo, es otra postura que atenta contra su autoridad. Dígale más o menos qué hacer y cómo, pero deje que él le ponga su sello personal y si desea buscar otras vías y formas, mucho mejor. Estimúlelo.

      Otra manera de no mantener la autoridad con los hijos es exigirles un tributo por ser hijos nuestros, por la crianza dada, por la inversión hecha en ellos. Y no se alarme con esto que acaba de leer, pues he conocido un número no despreciable de padres que cobran esto a sus hijos y les reclaman dinero, que se ocupen de ellos, que les presten ayuda, que no los dejen solos, que les resuelvan sus problemas, etc. Y necesitan asumir esta actitud simplemente porque perdieron su autoridad y también el verdadero afecto de sus hijos debido a su propia mezquindad. Ellos, en la generalidad de los casos, les recuerdan que no les pidieron que los hicieran o parieran, con lo que tratan de evitar la manipulación de sus sentimientos.

      Si usted no desea perder la autoridad ante sus hijos, no tema perderla, no sea autoritario, no la utilice mal, sea flexible, tenga en cuenta que cada día que pasa sus hijos lo necesitarán de una manera diferente, aunque parezca que ya no lo necesitan.

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Psicoterapia para aprender a vivir por Prof. Dr. Sergio Andrés Pérez Barrero. En este material se incluyen expresiones y consejos extraidos de la experiencia profesional del autor, con el objetivo de servir de ayuda a personas que pasan por dificultades vitales.

 
1. Naturaleza
2. Límites
3. Factores
4. Función
5. Técnicas
6. Entrevista
7. Pre-Matrimonial
8. Matrimonial
9. Juventud
10. Referencias
11. Aconsejamiento
12. Sin Bases
13. Un Vistazo
14. Anhelos 1
15. Anhelos 2
16. Problema
17. Telarañas
18. Modos/Metas
19. Expresiones 1
20. Expresiones 2
21. Expresiones 3
22. Expresiones 4
23. Expresiones 5
24. Expresiones 6
25. Expresiones 7
26. Expresiones 8
27. Consejos 1
28. Consejos 2
29 Consejos 3
30. Consejos4
31. Consejos 5
32. Consejos 6
33. Suicidio 1
34. Suicidio 2
35. Relaciones
36. Personalidad
37. Sentimientos
38. Escuchar
39. Madurez
40. Sanidad Interior
41. Obstáculos
42. Ocultismo
43. Textos 1
44. Textos 2
45. Textos 3
 

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