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23. El Objetante![]() Evangelismo es el estudio de cómo testificar eficazmente y compartir el evangelio con audacia. Considera los elementos básicos del plan de salvación y su presentación con claridad. Enseña como superar la resistencia de diferentes tipos de mentalidades. Explica cómo hacer el seguimiento y presenta las verdades fundamentales que el obrero cristiano tiene que enseñarle al recién convertido. CÓMO TRATAR A LOS QUE REHÚSAN LA AYUDA DE LAS IGLESIAS PARA
SER CRISTIANOS
Con
mucha frecuencia los esfuerzos evangelísticos son interpretados por
la gente como propósitos proselitistas para ganar adeptos hacia una
iglesia determinada. Es posible que las personas se resistan a
aceptar a Cristo escudándose en fallos conocidos o defectos de los
miembros de las iglesias. En tal caso hay que hacer notar a los
objetantes que la invitación del Evangelio es a reconciliarse con
Dios, no a que se hagan miembros de una congregación determinada,
sino que esto vendrá, a su tiempo, como un deseo natural del que es
nacido del Espíritu. Veamos un diálogo entre un objetante y un
buscador de almas para Cristo, en similares ocasiones: O.
Jesús no organizó ninguna iglesia ni denominación, yo leo la
Biblia y oro a Dios y no necesitó nada más. R.
Está muy bien que usted practique los medios de gracia y tenga
comunicación espiritual con Dios personalmente, pero Jesús quiso
que los cristianos se reúnan en su nombre. En Mateo 18:15 al 20,
leemos: “Otra vez os digo que si dos de vosotros se ponen de
acuerdo en la tierra, acerca de cualquier cosa que pidan, les será
hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos
o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos”. O.
Jesús no dijo que fuese necesario acudir a una iglesia para poder
ser salvo. R.
Jesús no dio reglas específicas acerca de la organización de las
Iglesias, pues sabía cuán gran abuso se haría de sus
instrucciones que serían interpretadas por muchos a su manera para
ejercer autoridad y señorío sobre las heredades del Señor (1ªPedro
5:14). Véase como ejemplo lo que ocurrió con la comparación que
hizo acerca del gran descubrimiento de Pedro: “Tú eres el Cristo,
el Hijo de Dios vivo” y cómo fue interpretada la respuesta de Jesús
para establecer el Papado. Teniendo en cuenta la existencia de un
gran enemigo que haría un tremendo mal uso de cualquiera de sus
declaraciones, Jesús debía ser muy parco en sus palabras. Por eso
se limitó a decir: “Donde dos o tres se reunieran en su nombre,
allí estaría Él en medio de ellos”. Pero, ciertamente, con esas
breves palabras puso su sello de autoridad al deber de reunirse los
creyentes para comunión y edificación, ya sea en grupos grandes o
pequeños, para que en cualquiercircunstancia sus hijos pudieran dar
cumplimiento a esta instrucción y deseo de su parte. O.
Hay tantas iglesias con el nombre de cristianas, que ¿quién es
capaz de adivinar cuál es la verdadera? R.
Es por causa de lo muy difícil que resulta armonizar en un mundo de
pecadores los dos principios de libertad y unidad. Libertad, para
las formas de expresión del amor que la Obra redentora de Cristoha
hecho brotar en los suyos, y unidad para el mejor disfrute de la
comunión y edificación fraternal, a la vez que de testimonio para
los que no creen. Cristo
conocía el problema de aquella maligna influencia a la que denominó
“las puertas del infierno”,o sea, Satanás, y sabía que él
usaría la idea de unidad, que ciertamente es deseable cuando es
practicada por amor, para ahogar durante siglos la idea de libertad
y multiplicidad que Cristo mismo su girió al decir “dos o tres”.
No dijo “dos o trescientos”, con lo que habrían quedado
limitadas y cortadas muchas iniciativas de adoración, alabanza y
testimonio, que Él espera de sus hijos. O.
Pero había sido una eficaz salvaguarda parala unidad que el mismo
recomendó con gran énfasisen su oración pontifical de Juan 17,
cuando dijo: “Mas no ruego solamente por éstos, sino también por
los que han de creer en Mí por medio de la palabra de ellos, para
que todos sean uno; como Tú, oh Padre, en Mí, y yo en Ti, que
también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que Tú
me enviaste” (Juan17:20-21). R.
Tiene usted toda la razón, pero ¿por qué no ha de haber la unidad
del amor, en el Espíritu, a pesar de las diversas formas de
interpretación de su voluntad en los propósitos de adorarle y
servirle? Vea el ejemplo que Dios mismo nos ha dado en la Naturaleza.
Hay muchas clases de plantas, aunque una sola vida vegetal anima a
todas, y lo mismo ocurre en la vida animal, ¡de cuántas maneras
está expresada enla Naturaleza! ¿Por qué los que tienen la misma
vida del Espíritu, por una fe sincera en Jesucristo como Salvador y
Señor, no han de amarse unos a otros? O.
¿Defiende usted, entonces, la idea de que puedo adorar a Dios en la
Iglesia Católica Romana, o en la Iglesia protestante oficial
predominante en mi país, o en una congregación sectaria que
promueve cualquier clase de doctrina, por ejemplo, “los Unitarios,
los Mormones, o los Testigos de Jehová”? Antes que esto prefiero
quedar me en casa con mi Biblia y mi himnario y adorar a Dios de
manera individual. R.
Pero si usted es un hijo de Dios, hablará de sufe a otras personas
y no estará solo por mucho tiempo, porque “contagiará” su fe a
otros. Es decir, la compartirá con otras personas, y pronto serán
por lo menosdos o tres, o cinco o veinte o cien personas adorando a
Dios de la misma manera en la unidad del Espíritu. Pero esto no le
da derecho a aborrecer a otros individuos que aman y adoran a Dios
de su propia manera, aunque usted considere que no lo hacen
correctamente. O.
Hace pocos siglos que se aborrecían de tal manera que se mataban
unos a otros los que no tenían una fe cristiana idéntica, a pesar
de todo lo que Cristo dijo acerca del amor. R.
Es cierto, porque cegados por la ambición y por la idea de unidad
autoritaria, no habían aprendido del ejemplo que Dios nos da en la
Naturaleza, y que el Hijo de Dios encarnado enseñó a sus primeros
discípulos en Marcos 9:38 y Lucas 9:49, cuando los doce le
denunciaron a un “sectario” que hacía milagros en el nombre de
Jesús, pero no estaba unido al grupo apostólico. “No se lo impidáis”,
dijo; no dijo “seguidle”. “Este fallo en el amor y la
tolerancia fue el principal triunfo de Satanás en el pasado y
debemos evitarlo a toda costa; pero no nos dejemos llevar hoy por el
sentido opuesto en esta hora de apostasía del tiempo del fin,
sepamos seguir la verdad en amor” (Efesios 4:15). O.
Ahora lo entiendo: usted ha dicho que no basta adorar con otros que
no comprenden el evangelio exactamente como yo lo comprendo, sino
que he de testificar de mi propia fe a los que no creen; a la vez
que puedo aprovecharme de lo que haya de bueno en la fe de otros. R.
Exactamente, puede hacerlo ocasionalmente,procurando dar testimonio
de sus convicciones particulares hasta donde no sea motivo de división
o escándalo. Practique
los principios éticos de Romanos 14, y procure hasta donde le sea
posible rendir cultoa Dios con los que sienten y piensan como usted,
con los cuales pueda tener una comunión espiritual completa. Es éste
su privilegio y deber. O.
Tiene usted razón en cuanto a esta idea detolerancia y amor. Pero
es que hoy día hay tantas iglesias que explican el evangelio de un
modo tan diferente, que es may difícil saber dónde está la verdad
y a qué iglesia debe uno pertenecer. R.
En cuanto a esto, le diré que hay dos puntos de referencia que nos
dan luz sobre este tema. 1.
El ejemplo de los grupos cristianos que organizaron los apóstoles. 2.
El propio instinto espiritual, si es usted un hijo de Dios, nacido
de nuevo. La
Palabra de Dios, tanto en los evangelios como en las epístolas,
declara la necesidad que tienen los cristianos de juntarse para
testimonio, edificación mutua, adoración y alabanza. El autor de
la carta a los Hebreos, dice: “No dejando de congregarnos, como
algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más
cuando oís que aquel día se acerca” (Hebreos10:25). Cuando
usted se junta con un grupo de cristianos, da testimonio a otras
personas de la fe que usted profesa. “Me seréis testigos”, dijo
el Señor. El asistir aun lugar donde se predica el Evangelio es
hacerse testigo en favor de la enseñanza que allí se expone. Quizá
usted no puede hablar, pero con su asistencia da un testimonio
personal de que es digno de crédito lo que expone el predicador, u
otros participantes, en aquella reunión. Esto no le exime del deber
de dar testimonio usted mismo particularmente, pero, ciertamente, es
mucho más fácil este testimonio colectivo que el testimonio
personal. Si
usted es de Cristo, si le ha confiado su vida para la eternidad, ha
de darle un tributo, una ofrenda de su tiempo, asistiendo a un lugar
donde se predique el Evangelio puro y predicándolo usted mismo. Por
otra parte, usted tiene necesidad de edificar su propia fe en la
adoración y edificación en grupo. En el Salmo 133 leemos: “Mirad
cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en
armonía…”, y termina el salmo diciendo: “Porque allí envía
Jehová bendición y vida eterna”. Usted
tiene necesidad de alabar a Dios en la congregación de los santos:
“Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la congregación
te alabaré” (Salmo22:22). Aunque
éste es un salmo mesiánico, y quien está hablando es el Mesías
Redentor, tiene una aplicación inmediata y muy directa a todos los
hijos de Dios. Era un propósito que expresaba el propio salmista
encuanto a sí mismo, aunque tenía un alto significado profético. “He
proclamado tu justicia en la gran congregación”, leemos en el
Salmo 49:9. “Exáltenlo
en la congregación del pueblo”, dice el Salmo 107:32. “Alabaré
a Jehová con todo el corazón, en la compañíade los rectos, en la
asamblea” (Salmo 11:1). “Cantad
a Jehová un cántico nuevo, su alabanza resuene en la congregación
de los santos” (Salmo 149:1). Ciertamente
hay un gozo y una bendición especial en alabar a Dios con un grupo
de personas. Aun oírlo desde lejos, produce una emoción en el
corazón del creyente, ¡cuánto más juntarse y tomar parte en la
adoración a Dios! Por
esto leemos también en Efesios 5:19, 20: “Sed llenos del Espíritu,
hablando entre vosotros en salmos, himnos y cánticos espirituales,
cantando y salmodiando al Señor en vuestros corazones” (Efesios
5:19). O.
Pero es que hay muchos hipócritas entre los quese juntan para
alabar a Dios, aun en las congregaciones más sanas en doctrina. R.
A tal objección responde de un modo completo el capítulo 14 de
Romanos, donde el apóstol está hablando de diversas opiniones que
pueden existir entre el pueblo de Dios, y termina diciendo: “Pero
tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? o ¿tú también por qué
menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el
tribunal de Cristo. Porque está escrito: Vivo yo, dice el Señor,
que ante Mí se doblará toda rodilla y toda lengua confesará a
Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí.
Así que ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más
bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano” (Romanos
14:10-13). Y
un poco más adelante, leemos en el versículo 19: “Así que
sigamos lo que contribuye a tu paz y a la mutua edificación”. En
este pasaje, el apóstol inspirado por el Señor, nos indica
claramente nuestro deber, corroborando aquella significativa frase
que Jesús dijo a Pedro: “¿Y éste qué? ¿Qué te va a ti? Sígueme
tú” (Juan 21:22). Manual práctico de evangelismo por Samuel Vila |
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