Consejería
Cristiana es una introducción a la
consejería bíblica que el pastor puede aplicar a las necesidades de las
personas que buscan su ayuda. Se estudia el comportamiento del
hombre y los factores que forjan su carácter para comprender mejor la
condición humana. Esta matería representa una investigación del
educador cristiano y rector del Seminario Reina Valera, Gilberto
Abels.
En términos generales puede decirse que, en las personas
pobres, se encuentran dificultades para expresar el cariño, el
amor o la ternura (sobre todo en los hombres). También es común
que se tengan creencias erróneas con respecto al amor, lo que
genera mucha frustración al llevar a choques entre la fantasía y
la realidad afectiva de la vida cotidiana. Frecuentemente
esperan que la persona amada satisfaga todas sus necesidades. Un
amor incondicional, sin limites, eterno. Que la persona amada
"sea" como uno desea que sea (no como ella "es" en realidad).
Creen que el dolor, el sufrimiento y los celos son una parte
importante e imprescindibles de la vida amorosa. Por lo general
esperan que la mujer sea la que sostenga la relación desde el
punto de vista afectivo. Es frecuente observar la exigencia de "pruebas
de amor", en donde el hombre exige la entrega sexual para que
ella le "pruebe que realmente lo ama". También se cree que una
forma de evitar que el hombre se vaya (o que regrese a la
relación amorosa, cuando ya se ha ido) es teniendo relaciones
sexuales. Todo lo anterior dificulta seriamente la elección de
una pareja adecuada, ya que no se escoge tomando como base la
realidad, sino con base en creencias irreales que pueden llevar
rápidamente a la frustración y la decepción.
Entre estas personas, la infidelidad es uno de los
principales problemas (con todas las secuelas de dolor y
destrucción de la vida conyugal que ella trae frecuentemente).
La familia, célula básica de la sociedad, por lo general se
trastorna intensamente con la infidelidad. Se encontró la
creencia de que la infidelidad masculina es mucho menos grave
que la femenina. Parece que se piensa que los hombres son
infieles en forma natural, "biológica", mientras que las mujeres
no.
Las separaciones son frecuentes y se ven en este grupo como
algo normal. El matrimonio tiende a tener poca acogida mientras
que se buscan mas las uniones libres, sobretodo entre los
jóvenes.
Las personas pobres presentan una profunda carencia de
información acerca de la reproductividad. No conocen como se
produce la fecundación, como se puede regular la fertilidad, que
deberes y obligaciones tienen los padres y las madres con
respecto a los hijos, cuales son los derechos de los niños y las
niñas, etc. Es evidente la falta de preparación para asumir
adecuadamente la paternidad y la maternidad. Muchas veces esto
se refleja en graves conflictos familiares.
El aborto es algo bastante común entre estas personas,
algunas veces por cuidar las apariencias, otras porque no hay
los recursos económicos para criar otro hijo.
La creencia absurda de que la madre es la única que tiene
la responsabilidad de los hijos lleva frecuentemente a
situaciones en donde la mujer esta recargada de obligaciones.
Mujeres adoloridas, frustradas y con una enorme tensión
emocional. Esta creencia lleva a muchos casos en que el padre
esta completamente ausente en la educación integral de sus hijos
e hijas.
Otra de las ideas observadas es la creencia errada de que
un hijo "amarra a la pareja". Esto lleva a embarazos donde lo
que se desea es fortalecer él vinculo deteriorado de la pareja.
Son hijos que realmente no son deseados por sí mismos.
Generalmente la relación afectiva de la pareja no mejora con la
llegada del hijo, al contrario, muchas veces se acaba de
destruir y entonces las falsas expectativas que se tenían con el
hijo generan mucho malestar, dolor y frustración.
Se observan algunos casos de fanatismo religioso, en donde
las personas (con mucha comodidad), culpan a Dios de su realidad.
Como si los seres humanos no fueran responsables de manejar
adecuadamente su sexualidad. También es común la creencia de que
hay que tener todos los hijos que Dios les envíe, como si el
único responsable de la fecundación fuera Dios (y los humanos no
hiciéramos nada para producir o evitar la fecundación del nuevo
ser). Algunas de esas personas piensan, en forma bastante
irresponsable, que cada niño trae su pan debajo del brazo. Yo
pienso que cada pareja debe decidir libre y responsablemente
cuantos hijos debe tener, según sus deseos y posibilidades.
Las personas pobres presentan una gran desinformación
acerca del placer sexual. No conocen los mecanismos fisiológicos
y psicológicos que regulan la vida erótica, y tienen al respecto
una serie de creencias irracionales y, algunas veces, absurdas.
La creencia de que el placer sexual es algo malo, sucio, feo y
denigrante es bastante común. Esta concepción SEXOFOBICA
distorsiona la vivencia cotidiana de los encuentros eróticos de
las parejas, impidiéndoles tener una saludable sexualidad. Se
percibe frecuentemente el encuentro erótico como un camino que
debe llevar solamente a la reproducción, por lo que lo demás
parece ser ilegal, y se vive con mucha culpabilidad. Yo creo que
el encuentro erótico de la pareja debe servir también para
comunicar su amor, experimentar placer sexual y trascender
espiritualmente. La realización personal del individuo tiene
mucho que ver su adecuada vivencia sexual.}
Por otro lado, algunas personas viven las relaciones
sexuales como una competencia, en donde la ausencia de ternura y
afecto se llena con la necesidad de satisfacer al otro y quedar
bien. El interés por demorar la eyaculación o por el tamaño del
pene (o de los senos) esta muchas veces en esta línea.
La actividad sexual de los hombres se inicia más temprano, es
más intensa y más promiscua.
La satisfacción sexual es deficiente tanto en los hombres como
en las mujeres.
Hay gran irresponsabilidad sexual, tanto en hombres como mujeres.
La masturbación, el coito anal y la homosexualidad son tres
aspectos controvertidos hacia los cuales hay bastantes
inquietudes y muchas creencias falsas. También es frecuente la
desinformación acerca de la sexualidad femenina.
Se observa muchas veces que la mujer desea un cambio en
las condiciones en la relación conyugal, buscando mas equidad,
pero el hombre recurre a la violencia para controlarla. También
se ve, por otro lado, que algunas creencias religiosas (que
enfatizan la resignación) contribuyen a perpetuar la injusticia
en el ámbito conyugal.
Las personas pobres presentan una gran desinformación
acerca de la masculinidad, la feminidad y la relación entre los
géneros. La visión del hombre se relaciona con el dinero, el
poder, la valentía, la libertad y la mujer se asocia a la
ternura, la sumisión, la capacidad de sufrir y soportar, la
necesidad de satisfacer sexualmente a su compañero y la ausencia
de su propio placer erótico. Estas creencias machistas son
explicadas por causas biológicas, intrínsecas al hecho de ser
hombre o mujer, y sin tener en cuenta la educación y los demás
factores psico-socio-culturales. Esto es preocupante porque la
falta de equidad de género trae serias consecuencias para los
seres humanos y para la comunidad, como el incremento de los
divorcios y separaciones, iniciación prematura de las relaciones
coitales, enfermedades de transmisión sexual, abortos, lesiones
físicas y psicológicas en la mujer y los niños (as), adicción al
alcohol y otras drogas, embarazos no deseados, disfunciones
sexuales, stress, depresión, homicidios, suicidios, para solo
nombrar las mas importantes.
A pesar de que el VIH/SIDA es más común entre las personas
pobres (Bayes, 1995), esta enfermedad no le preocupa a las
personas pobres. Creen que "eso no tiene nada ver conmigo, el
VIH/SIDA es algo que solo le da a los homosexuales".
El machismo aumenta la predisposición al VIH/SIDA de la
mujer porque la subordinación al hombre la pone en una situación
desventajosa para negociar o controlar las caracteristicas de la
relación sexual (como el uso de condón, la fidelidad, etc.). En
el hombre también se incrementa el riesgo, ya que este para
cumplir su rol de macho se siente obligado a ser infiel,
promiscuo, parrandero y consumidor de mucho alcohol, lo cual
baja la probabilidad de relaciones sexuales seguras (Bayes,
1995; Flores Colombino, 1997).
Con respecto a los valores, es evidente la falta de
responsabilidad, ternura, dialogo, placer sexual, fidelidad,
solidaridad, respeto, autonomía, lealtad, equidad y justicia
entre los géneros. Esa investigación muestra claramente la
crisis de valores que estamos viviendo en Colombia, que amerita
el interés en la educación de la sexualidad que nos lleve a una
mejor vida para las próximas generaciones de colombianos. La
calidad de vida mejorara en la medida que mejoren los valores
que orientan nuestra vida en pareja. Esa investigación también
muestra que, por lo general, los colombianos de los estratos 1 y
2 llegan a un hogar que no esta preparado para darles una
adecuada educación para la vida, la convivencia y el amor; que
les permita lograr una vida sexual saludable, responsable,
gratificante y constructiva.
La situación actual también impide el crecimiento económico
y obstaculiza la productividad y el ahorro porque genera:
Desmotivación hacia la vida (en general), hacia el trabajo y
hacia el estudio.
Barreras hacia el adecuado desempeño de las capacidades
laborales y académicas, por estrés, depresión,
desconcentración, intentos de suicidios, etc. producidos por
los problemas amorosos, eróticos, de violencia conyugal, etc.
Perdida de energías y tiempo útil, para el trabajo o el
estudio, que se consume en tratar de resolver conflictos
amorosos, eróticos, reproductivos y de violencia conyugal.
Perdidas de dinero y tiempo en las consultas a horóscopos,
brujas y similares para resolver los problemas amorosos y
conyugales.
Gastos por servicios médicos y drogas para solucionar
trastornos psicosomáticos o consecuencias de actos violentos
producidos por los celos, el abuso del alcohol y otras
consecuencias de los problemas sexuales y amorosos, como los
abortos inducidos y la infección del VIH/SIDA, etc.
Para el adecuado desarrollo de las personas pobres, y de
la comunidad en general, necesitamos adelantar proyectos que
estimulen el desarrollo de creencias, costumbres y valores que
produzcan estilos de vida más saludables. Debemos fomentar
valores éticos como la responsabilidad, ternura, dialogo,
placer erótico, fidelidad, solidaridad, respeto, autonomía,
lealtad, equidad y justicia entre los géneros, si creemos en
el ideal Bolivariano de un ser humano autónomo, ético y culto
y una sociedad libre, justa y solidaria.
Caballo Viejo
Distinguidos señores: Tengo 54 años, soy viudo, con dos
hijas ya casadas, a su vez con hijos. O sea, soy abuelo. Hace un
año y unos meses, conocí en el trabajo a una jovencita menor que
mis hijas. Es realmente joven. Mayor de edad, pero muy joven.
Desde que nos conocimos, pensé que ella me trataba muy bien por
respeto o admiración. Poco a poco hemos comenzado a salir juntos
y a enamorarnos. Ella dice estar felicísima y yo me siento
excelente. Mis hijas no saben nada. En una ocasión, le manifesté
que lo nuestro no podía ser, porque seríamos rechazados
socialmente, y le requerí que termináramos la relación. El dolor
que esto significó fue tan grande, para ella y para mí, que tres
semanas más tarde decidimos recomenzar y amarnos discretamente.
Yo tengo mis dudas de si hago lo correcto. ¿Me dan una opinión?
Firma: Abuelo.
Apreciado Abuelo: Algunos autores han
determinado la existencia del amor genético que se da en las
parejas, éste se presenta con una serie de manifestaciones
químicas que no dependen del ser humano y es totalmente
instintivo. El hombre cuenta con una serie de hormonas o
sustancias que funcionan a nivel cerebral, y cuando se produce el
amor, éstas se liberan al torrente sanguíneo, causando un estado
de euforia o de excitación en las personas, el cual es una de las
sensaciones que se producen al estar enamorado. Estas sustancias
bioquímicas, según la psicología evolutiva, estarían obedeciendo
a un código genético. De acuerdo a esta explicación, el
enamorarse puede depender de factores emocionales que se salen
del control de las normas sociales de la cultura en que se viva.
Pero, precisamente, existe también el amor de origen
sociocultural, que es más racional. Este tipo de amor se da en
base a los parámetros establecidos por la sociedad: "¿Es ése el
hombre o la mujer que me conviene?" o "¿La sociedad verá con
buenos ojos mi relación de hombre de 60 años con una mujer de
20?" o "¿Si yo, mujer, tengo 50 años, puedo hacer pareja con un
hombre de 30 o menos?". Infinidad de autores han hablado y
escrito acerca del amor y si éste tiene edades o no. Filósofos,
poetas, músicos, humoristas, escritores, cantantes y gran
cantidad de personas teorizan al respecto. Hasta existen poemas y
composiciones musicales, como "Caballo Viejo" de Simón Díaz, que
hablan de lo maravilloso que es poder amarse sin tomar en cuenta
las edades. En nuestro programa "Cita con los Psicólogos", que se
transmite todas las tardes por Radio Caracas Radio, conversamos
con distintas personalidades y expertos sobre el tema.
Hablan las mujeres
Haydée Balza, actriz venezolana del cine y la televisión, ha
mantenido una relación de pareja con un hombre al que le lleva 27
años, y opina al respecto que "el amor, en líneas generales es
algo muy sublime y es el único sentimiento que está por encima de
cualquier cosa". Pero el amor es algo más para ella: "Es una
cuestión de espíritu. Es estar con tu pareja por encima de
cualquier circunstancia, en las buenas y en las malas". Además,
Haydée explica que cuando una mujer de cincuenta años decide
tener una relación con un hombre menor, debe tener una gran
capacidad de riesgo, pues "la sociedad va a querer imputarte, a
través de la burla incluso, el hecho de que decidas ser diferente.
En este sentido, una mujer que se encuentre en esta circunstancia,
deberá preguntarse a sí misma si ella quiere ser como desea ser,
o si quiere ser como el mundo o la sociedad quiere que ella sea.
Debe prepararse con mucha fuerza para enfrentar a la sociedad".
Mimí Lazo, quien también es actriz y se ha casado con una pareja
menor que ella, comenta que "mientras todo se plantee de una
forma natural y sin prejuicios, ese amor puede funcionar". Isabel
Corpas de Posadas, católica, doctora en teología, nos comentó que
desde el mismo momento que existe amor, no importan las edades de
las personas. "El amor sí tiene un ciclo, nace, va madurando, se
estabiliza, y creo firmemente que el amor no muere, siempre y
cuando la pareja no lo deje morir. Ahora, en cuanto a la edad que
deben tener las personas, creo que para el amor no hay edad,
porque para amar es importante que haya dos personas que amen y
se dejen amar". En cuanto al hecho de si la Iglesia Católica pone
algún límite a las personas para el establecimiento de una
relación de pareja, lo que se plantea es el establecimiento de
relaciones de amor, respeto y fidelidad entre el hombre y la
mujer. "Creo -prosigue la doctora Posadas- que la Iglesia y sus
doctrinas han ido respondiendo de acuerdo a las circunstancias".
En el caso en que se establecen relaciones con diferencias de
edades, dentro de la moral de la Iglesia no hay ningún reparo en
este sentido, siempre que haya amor, respeto y se establezca una
relación satisfactoria para ambos. Igual opinión fue la de
Mildred Escalante, del Departamento de Pastoral Familiar de la
Conferencia Episcopal Venezolana, quien manifestó que "La Iglesia
no pone limitaciones al respecto, se trata estrictamente de
cuestiones culturales".
Qué dicen los especialistas
Roberto De Vries, médico psiquiatra, nos expresó que el amor no
tiene edad porque se trata de un sentimiento constructivo. "Es
querer o desear el bien para otra persona. Ahora bien, cuando el
amor se trata de atracción de pareja, tiene varias connotaciones
y hay diferentes tipos de amor. Lo que generalmente se reconoce
como amor en pareja, es el amor cuando va unido al sentimiento
constructivo de querer el bien de la persona amada. Pero también
existe el amor sexual, el amor de atracción para fundirse dos
personas en un solo cuerpo y lograr un ente mucho más sofisticado
y espiritual". Incluso, en el caso de parejas en las que la mujer
es mayor que el hombre, De Vries explica que se debe quizás a que
la mujer ha crecido mucho en los últimos tiempos, y que ya no es
la mujer dominada, víctima y dependiente del hombre que era hace
algún tiempo atrás. "Las mujeres han transitado todo un camino y
en el transcurso del tiempo, las sociedades han ido cambiando los
valores. Lo permitido por el machismo era que el hombre tenía
licencia abierta para enamorar a mujeres jóvenes. En la
actualidad, ésto también está siendo permitido para las mujeres.
De manera que para mí, el amor no tiene edad. Lo que sucede es
que la sociedad le impone normas, o el famoso deber ser a todas
las manifestaciones del amor". Por otra parte, Edmundo Chirinos,
psiquiatra y ex-rector de la Universidad Central de Venezuela,
nos manifestó que el amor no tiene edad, se da o presenta en
todas las edades. La norma es encontrar parejas de edades
similares, pero existen muchos casos de hombres que hasta
duplican o más las edades de sus mujeres. También, son cada vez
más numerosas las consultas de mujeres de 50 o 60 años, a las
cuales se hace imposible discriminar qué edad tienen, que se
mantienen perfectamente bien y activamente sexuales,
rejuvenecidas, con hombres significativamente menores que ellas.
Podemos entonces concluir que definitivamente no hay edades para
las relaciones de pareja, siempre y cuando exista una relación
satisfactoria, basada en el respeto mutuo, la confianza, la
admiración y en el amor. El amor es como la agricultura, hay que
sembrarlo, cultivarlo y recoger sus frutos. Sembrarlo en cada
estación, cultivarlo todos los días y recoger sus frutos en cada
momento de felicidad que puedan compartir. También tiene
problemas, al igual que la naturaleza, sequías, inundaciones,
cuervos y alimañas, pero un buen agricultor se sobrepone y se
impone a la adversidad. Los buenos amantes también.
Mujer madura y Hombre Joven
Psicólogos Gessen: "Tengo 45 años, divorciada desde hace
5 y me enamoré 1 año atrás de un joven de la edad de mi hijo
(27). Sus amigos me han aceptado sin problemas, pero los míos,
sobre todo ellas, han tratado de separarnos por todos los medios,
dicen que lo hacen por mi bien, que ahorita no puedo ver el daño
que esa relación me trae porque estoy muy enamorada, pero que
dentro de muy poco me voy a arrepentir, ellas dicen que me lo
advierten para que después no sufra. Yo siento que él me ha
devuelto la vida, hemos vivido experiencias intensamente, pero
mis amigas y en especial una hermana mayor, me tratan como si
fuera una niña, una loca o una pervertida... Necesito su opinión
¿Debo dejarlo o seguir con él?" Berta.
Apreciada Berta:
En realidad no existe ningún fundamento que indique que los
miembros de una pareja deban tener determinadas edades, como no
sea su estado adulto. Históricamente, sólo hay una referencia que
data del siglo VII antes de Cristo y que aparece en el código de
Dracón, célebre por su severidad. Allí se decía que las mujeres
debían contraer matrimonio entre los 16 y los 20 años con un
hombre de 35. Entonces, aquella drástica medida tenía su razón de
ser: los griegos estaban en plena guerra del Peloponeso, y todo
hombre de 18 a 35 años era reclutado para la lucha. Como también
necesitaban niños que reemplazaran a los soldados que caían en el
frente, la solución más práctica fue dictar aquella ley. Con el
paso de los siglos, y como el padre consideraba que las hijas
eran de "su propiedad", se potenciaron los matrimonios tempranos
con hombres mayores. Así la "tutela" pasaba de manos del padre a
la del marido. También con los matrimonios se conseguían alianzas
entre la gente rica, o tener una boca menos que alimentar en las
familias modestas. Reconocer todo esto no era de buen gusto, por
lo que se buscaron justificaciones que avalaran esos pactos de
conveniencia, como que la mujer "madura" antes que el hombre y o
que envejece más rápidamente. Hoy se sabe que ninguna de las dos
"justificaciones" son totalmente ciertas, pero sí muy difíciles
de desterrar de la creencia popular. Por ello, los hombres
tienden a casarse con mujeres menores como norma.
Mito "40 y 20"
Al hombre socialmente, se le mide por su cerebro, su posición
social y por su riqueza. En cambio a la mujer, según arcaicos
conceptos, debe contar con su juventud, belleza y capacidad para
engendrar hijos. De manera que cuando llega a determinada edad,
va perdiendo sus "ventajas". Uno de los mitos, relacionado con lo
fisiológico, es que el sexo es sólo admisible en función de la
procreación. Todavía algunos grupos religiosos cristianos piensan
así: Una mujer que ya no puede engendrar no debería hacer gala de
sus deseos carnales. En el caso del hombre, es otro cantar, ya
que en teoría siempre puede ser padre. Pero, ¿dónde quedan el
goce y el ejercicio de la sexualidad? Especialistas como Master y
Johnson, han reconocido que la mujer en este campo disfruta tanto
o más que el hombre. La capacidad femenina para disfrutar del
sexo aumenta con el tiempo, alcanza sus cotas más altas a los 40
años y disminuye de una forma más lenta que la masculina. Aunado
a esto, la ciencia ha avanzado tanto que prácticamente el
envejecimiento no es notado tan fácilmente. Cirugías, vitaminas y
técnicas rejuvenecedoras han permitido que las mujeres puedan
verse por mucho tiempo bellas, elegantes y hermosas. Por su parte,
los varones llegan a tener su máxima potencia sexual durante los
20, para ir declinando progresivamente a partir de esta edad. Los
tiempos cambian y cada vez son más las mujeres mayores,
triunfadoras y dueñas de su vida, que buscan el amor de hombres
mucho más jóvenes que ellas, y la fórmula más usual es 40 (ellas)
20 (ellos). Los jóvenes de hoy no le tienen miedo a la mujer
independiente. Al revés, se dan cuenta de que pueden aprender
mucho de ellas y amarlas de verdad. Las mujeres, por supuesto,
encuentran en ellos el esplendor sexual y la curiosidad propias
de la juventud. Pero a pesar del crecimiento cultural, social y
emocional, una especie de tabú pesa sobre las parejas en las que
la mujer es mayor. Hoy vemos casos de mujeres que, contraviniendo
el "orden y las buenas costumbres", se han unido a hombres más
jóvenes que ellas, lo que no ha resultado sencillo. A primera
vista, parece que éste es un asunto en el que sólo tendrían que
opinar los implicados, mas no es así y las frases no suelen ser
precisamente agradables para los oídos femeninos. En el mejor de
los casos, se habla de un Complejo de Edipo mal elaborado, mal
curado, o de que la pobre se está dejando engañar por un "Don
Juan» vividor que se ha cruzado en su camino. Peor, se les acusa
a ellas de viciosas y de estar poniéndose en ridículo por una
piel tersa y un cuerpo esbelto. No obstante, contra viento y
marea, mujeres de ayer y hoy como Ursula Andress, Susan Sarandon,
Edith Piaf, Tina Turner, Cher, Mimí Lazo y Haydee Balza entre
otras, no han dejado de vivir su amor por los "comentarios".
Ellas han sido duramente criticadas por tener a su lado hombres
hasta 20 años más jóvenes en algún momento de sus vidas. La cosa
no sería tan discriminatoria si sucediera lo mismo con los
sesentones que se casan con jovencitas. Pero a nadie se le ha
ocurrido nunca calificar de viciosos o de ridículos a personajes
como Chaplin, Picasso, Moravia o Borges, aunque se hayan casado o
"empatado" con jovencitas que podrían ser sus nietas. Detrás de
toda esta situación se encuentra todavía el machismo, que permite
que el "viejo verde", ahora "caballo viejo", tenga el campo
abierto para enamorar a mujeres jóvenes, y condena cuando ve una
"yegua vieja" disfrutar al potranco. Lo cierto es que la mayoría
de las mujeres que han mantenido experiencias amorosas con
hombres más jóvenes refieren estar muy satisfechas de esa
relación. Las parejas suelen tener buenos y malos ratos
independientemente de la edad, pero cuando en la pareja, la mujer
es mayor, los problemas generalmente vienen de "afuera". Bien sea
que la familia de él considera que deben rescatar al pobre "niño"
de las garras de una "vieja" que lo tiene engatusado con sus
artes, o son las amigas de ellas, -¿envidiosas?- quienes
pretenden disuadirla de que persista en esa "locura". O acaso los
compañeros de trabajo de ambos que intentan deshacer lo que
consideran una relación "extraña". Creemos que los problemas más
serios los crean todos aquellos que no tienen que ver con la
relación en sí misma, y que por lo tanto no deberían tener tanto
peso al juzgar una historia de amor, tengan la edad que tengan
los protagonistas.
Relación "Edípica"
De acuerdo al complejo de Edipo que planteara Freud, en la utopía
varonil de la felicidad masculina existe la fantasía inconsciente
de tener siempre a mamá. Alguien que acune, malcríe, quien se ría
de sus travesuras y que todo lo consienta, sin pedir ninguna
clase de cuenta. A quien esperan hallar muchas veces en una
pareja mayor. A ellos les atrae la madurez, experiencia,
seguridad y misterio que encierra la mujer de edad. Ellas,
maduras, pero deseosas de vivir experiencias que las llenen de
vitalidad, riesgo y aventura, se unen de inmediato a estos
jóvenes a los que les doblan la edad para compartir amor, cama e
ilusiones. Así, estos dos personajes se unen por razones
diferentes a las típicas y convencionales, para ellos no existe
el futuro, viven su presente, disfrutando cada segundo
intensamente. Berta, pensamos que lo más importante en una
relación amorosa es el respeto, la confianza y la admiración,
aspectos que no tienen como requisito la edad. Uno se enamora es
del espíritu de una persona, por lo que no vemos mal que usted,
si se siente plena y realizada continúe la relación con este
joven. Simplemente esté consciente que durará lo que dure.
Disfrútelo.