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11. Dios el Hijo: Su Ascención y Sacerdocio Teología Sistemática 1 es el estudio de las doctrinas acerca de la Biblia: su revelación, inspiración, iluminación e infalibilidad; las doctrinas de Dios: la Trinidad, los atributos y los nombres de Dios; las doctrinas de Cristo: Su persona, deidad, humanidad y carácter; las doctrinas del Espíritu Santo: Su deidad, persona, obra en la elección, la regeneración y la Santificación, más el fruto, los dones, el bautismo y la plenitud del Espíritu; y las doctrinas acerca del hombre: su creación original y su caída en pecado. 11. Dios el Hijo: Su Ascención y Sacerdocio por Lewis Sperry Chafer
A.
El hecho de la ascensión de Cristo. Puesto
que la resurrección de Cristo es la primera en una serie de
exaltaciones de Cristo, su ascensión a los cielos puede ser
considerada como el segundo paso importante. Esto está registrado
en Marcos, Lucas y Hechos. Mr.
16:19 19
Y el Señor, después que les habló,
fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Lc.
24:50-51 50
Y los sacó fuera hasta Betania, y
alzando sus manos, los bendijo. 51 Y aconteció que
bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo. Hch.
1:9-11 9
Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo
ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.
10 Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre
tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones
con vestiduras blancas, 11 los cuales también les
dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este
mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá
como le habéis visto ir al cielo. La
pregunta que se ha levantado es si Cristo ascendió a los cielos
antes de su ascensión formal. Se citan a menudo las palabras de
Cristo a María Magdalena en Juan 20:17, donde Cristo dijo: «Subo
a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios.»
También se cita la tipología del Antiguo Testamento donde el
sacerdote, después del sacrificio, traía la sangre dentro del
lugar Santísimo. He.
9:12, 23-24
12
y no por sangre de machos cabríos ni
de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre
en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. 23
Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales
fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con
mejores sacrificios que estos. 24 Porque no entró Cristo
en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el
cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios;
Aunque
los expositores han diferido en sus opiniones, la mayoría de los
evangélicos interpretan el tiempo presente de Juan 20:17 «subo» como un futuro vivido. Las expresiones en Hebreos de que
Cristo entró al cielo con su sangre se traducen más correctamente
«por medio de su sangre»
o «a través de su sangre».
La aplicación física de la sangre sólo ocurrió en la cruz. Los
beneficios de la obra acabada continúan para ser aplicados a los
creyentes hoy día. 1 Jn. 1:7
7 pero si andamos en
luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la
sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. Una
última pregunta se ha levantado con respecto a si la ascensión en
Hechos 1 fue literalmente un acto. Todo el pasaje sostiene
completamente el hecho de que Cristo literalmente fue al cielo,
tanto como El vino literalmente a la tierra cuando fue concebido y
nacido. Hechos 1 usa cuatro palabras griegas para describir la
ascensión: «Fue alzado»
(v. 9); «le recibió una nube
que le ocultó de sus ojos» (v. 9); «El
se iba» (v. 10); y «ha
sido tomado de vosotros al cielo» (v. 11), mejor traducido como
«recibido arriba» (cf.
9). Estas cuatro declaraciones son significativas porque en el versículo
11 está predicho que su segunda venida será en igual manera; esto
es, su ascensión y su segunda venida serán graduales, visibles,
corporales y con nubes (Hch. 1:9-11). Esto se refiere a su venida
para establecer su reino, más que al rapto de la iglesia. Hch.
1:1-11 1
En el primer tratado, oh Teófilo, hablé
acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar,
2 hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber
dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había
escogido; B.
Evidencia para la llegada de Cristo al cielo. Aunque
la evidencia para su ascensión desde la tierra al cielo es completa,
el hecho de que se afirme que Cristo haya llegado al cielo confirma
el hecho de su ascensión. Hch.
2: 33-36 33
Así que, exaltado por la diestra de
Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo,
ha derramado esto que vosotros veis y oís. 34 Porque
David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo
el Señor a mi Señor: Siéntate
a mi diestra,
35 Hasta que ponga
a tus enemigos por estrado de tus pies. 36
Sepa, pues, ciertísimamente
toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros
crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Hch.
3:21 Hch.
7:55-56 55
Pero Esteban, lleno del Espíritu
Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús
que estaba a la diestra de Dios, 56 y dijo: He aquí, veo
los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de
Dios. Hch.
9:3-6 3
Mas yendo por el camino, aconteció que
al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor
de luz del cielo; 4 y cayendo en tierra, oyó una voz que
le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 5 El
dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú
persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. 6 El,
temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el
Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo
que debes hacer. Hch.
22:6-8 6
Pero aconteció que yendo yo, al llegar
cerca de Damasco, como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz
del cielo; 7 y caí al suelo, y oí una voz que me decía:
Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? 8 Yo entonces
respondí: ¿Quién eres, Señor? Y me dijo: Yo soy Jesús de
Nazaret, a quien tú persigues. Hch.
26:13-15 3
cuando a mediodía, oh rey, yendo por
el camino, vi una luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del
sol, la cual me rodeó a mí y a los que iban conmigo. 14 Y
habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una voz que me hablaba,
y decía en lengua hebrea: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Dura cosa te es dar coces contra el aguijón. 15 Yo
entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y el Señor dijo: Yo soy Jesús,
a quien tú persigues. Ro.
8:34 34¿Quién
es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que
también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el
que también intercede por nosotros. Ef.
1:20-22 20
la cual operó en Cristo, resucitándole
de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,
21 sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y
sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también
en el venidero; 22 y sometió todas las cosas bajo sus
pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo
llena en todo. Ef.
4:8-10 8
Por lo cual dice: Subiendo
a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y
dio dones a los hombres. 9
Y eso de que subió,
¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes
más bajas de la tierra? 10 El que descendió, es el
mismo que también subió por encima de todos los cielos para
llenarlo todo. Fil.
2:6-11 6
el cual, siendo en forma de Dios, no
estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino
que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de
hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la
muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también le
exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de
los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; Fil.
3:20 20
Mas nuestra ciudadanía está en los
cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor
Jesucristo; 1Ts.
1:10 10
y esperar de los cielos a su Hijo, al
cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira
venidera. 1Ts.
4:16 16
Porque el Señor mismo con voz de mando,
con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo;
y los muertos en Cristo resucitarán primero. 1Ti.
3:16 16
E indiscutiblemente, grande es el
misterio de la piedad: Dios
fue manifestado en carne, Justificado
en el Espíritu, Visto
de los ángeles, Predicado
a los gentiles, Creído
en el mundo,
Recibido arriba en gloria. He.
1:3 3 el cual, siendo el
resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien
sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo
efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí
mismo, se sentó a la diestra de Siéntate
a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies?
He.
2:7 7
Le hiciste un poco menor que los ángeles, Le
coronaste de gloria y de honra,
Y le pusiste sobre las obras de tus
manos; He.
4:14 14
Por tanto, teniendo un gran sumo
sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios,
retengamos nuestra profesión. He.
6:20 20
donde Jesús entró por nosotros como
precursor, hecho sumo sacerdote para siempre según el orden de
Melquisedec. He.
7:26 26
Porque tal sumo sacerdote nos convenía:
santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más
sublime que los cielos; He.
8:1 1
Ahora bien, el punto principal de lo
que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se
sentó a la diestra del trono de He.
9:24 24
Porque no entró Cristo en el santuario
hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para
presentarse ahora por nosotros ante Dios; He.
10:12-13 12
pero Cristo, habiendo ofrecido una vez
para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la
diestra de Dios, 13 de ahí en adelante esperando hasta
que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies He.
12:2 2
puestos los ojos en Jesús, el autor y
consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió
la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del
trono de Dios. 1Jn.
2:1 1
Hijitos míos, estas cosas os escribo
para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos
para con el Padre, a Jesucristo el justo. Ap.
1:7 7
He aquí que viene con las nubes, y
todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de
la tierra harán lamentación por él. Sí, amén. Ap. 1:13-18 13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. 14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; 15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. 16 Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza. 17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; 18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. Ap.
5:5-12 5
Y uno de los ancianos me dijo: No
llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de
David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.
6
Y miré, y vi que en medio del trono y
de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en
pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos,
los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la
tierra. 7 Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del
que estaba sentado en el trono. 8 Y cuando hubo tomado el
libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se
postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro
llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; 9 y
cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y
de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos
has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y
reinaremos sobre la tierra. 11 Y miré, y oí la voz de
muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de
los ancianos; y su número era millones de millones, 12que
decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el
poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la
gloria y la alabanza. Ap. 6:9-17 9 Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. 10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? 11 Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos. 12 Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; 13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. 14 Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. 15 Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; 16 y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; 17 porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie? Ap.
7:9-17 9
Después de esto miré, y he aquí una
gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y
tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la
presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en
las manos; 10 y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación
pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al
Cordero. 11 Y todos los ángeles estaban en pie alrededor
del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se
postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios,
12 diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría
y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a
nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. 13 Entonces
uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos
de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? 14 Yo
le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han
salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han
emblanquecido en la sangre del Cordero. 15 Por esto están
delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y
el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre
ellos. 16 Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá
más sobre ellos, ni calor alguno; 17 porque el Cordero
que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a
fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos
de ellos. Ap.
14:1-5 1
Después miré, y he aquí el Cordero
estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y
cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en
la frente. 2 Y oí una voz del cielo como estruendo de
muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era
como de arpistas que tocaban sus arpas. 3 Y cantaban un cántico
nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y
de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos
ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la
tierra. 4 Estos son los que no se contaminaron con
mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por
dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como
primicias para Dios y para el Cordero; 5 y en sus bocas
no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de
Dios. Ap.
19: 11-16 11
Entonces vi el cielo abierto; y he aquí
un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero,
y con justicia juzga y pelea. 12 Sus ojos eran como llama
de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre
escrito que ninguno conocía sino él mismo. 13 Estaba
vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE
DIOS. 14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino
finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. 15
De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las
naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar
del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. 16 Y
en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE
REYES Y SEÑOR DE SEÑORES. C.
El significado de la ascensión. La
ascensión señaló el fin de su ministerio terrenal. Así como
Cristo había venido, nacido en Belén, también ahora El había
retornado al Padre. También marcó el retorno a su gloria
manifiesta, la cual estaba oculta en su vida terrena aun después de
su resurrección. Su entrada en los cielos fue un gran triunfo,
significando el acabamiento de su obra en la tierra y una entrada
dentro de su nueva esfera de trabajo a la diestra del Padre. La
posición de Cristo en los cielos es de señorío universal mientras
espera su último triunfo y su segunda venida, y se presenta
frecuentemente a Cristo a la diestra del Padre. Sal.
110:1 1
Jehová dijo a mi Señor: Siéntate
a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por
estrado de tus pies. Mt.
22:44 44
Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate
a mi derecha,
Hasta que ponga a tus enemigos por
estrado de tus pies? Mr.
12:36 36
Porque el mismo David dijo por el Espíritu
Santo: Dijo
el Señor a mi Señor: Siéntate
a mi diestra, Hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies. Mr.
16:19 19
Y el Señor, después que les habló,
fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios.
Lc.
20:42-43 42
Pues el mismo David dice en el libro de
los Salmos: Dijo
el Señor a mi Señor: Siéntate
a mi diestra,
43 Hasta que ponga
a tus enemigos por estrado de tus pies. 44 David, pues, le
llama Señor; ¿cómo entonces es su hijo? Lc.
22:69 69
Pero desde ahora el Hijo del Hombre se
sentará a la diestra del poder de Dios. Ro.
8:34 34¿Quién
es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que
también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el
que también intercede por nosotros. Ef.
1:20 20
la cual operó en Cristo, resucitándole
de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,
Col.
3:1 1
Si, pues, habéis resucitado con Cristo,
buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra
de Dios. He.
1:3-13 3
el cual, siendo el resplandor de su
gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas
las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la
purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó
a la diestra de 5
Porque ¿a cuál de los ángeles dijo
Dios jamás: Mi
Hijo eres tú, Yo
te he engendrado hoy, y
otra vez: Yo
seré a él Padre, Y
él me será a mí hijo? 6
Y otra vez,
cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Adórenle
todos los ángeles de Dios. 7
Ciertamente de
los ángeles dice: El
que hace a sus ángeles espíritus, Y
a sus ministros llama de fuego. 8
Mas del Hijo
dice: Tu
trono, oh Dios, por el siglo del siglo; Cetro
de equidad es el cetro de tu reino.
9 Has amado
la justicia, y aborrecido la maldad, Por
lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, Con
óleo de alegría más que a tus compañeros. 10
Y: Tú,
oh Señor, en el principio fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos. 11
Ellos perecerán, mas tú permaneces; Y
todos ellos se envejecerán como una vestidura,
12 Y como un
vestido los envolverás, y serán mudados; Pero
tú eres el mismo, Y
tus años no acabarán. 13
Pues, ¿a cuál
de los ángeles dijo Dios jamás: Siéntate
a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por
estrado de tus pies? He.
8:1 1
Ahora bien, el punto principal de lo
que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se
sentó a la diestra del trono de He.
10:12 12
pero Cristo, habiendo ofrecido una vez
para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la
diestra de Dios, He.
12:2 2 puestos
los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el
gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el
oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. 1P.
3:22 22
quien habiendo subido al cielo está a
la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y
potestades. El
trono que Cristo ocupa en los cielos es el trono del Padre; no debe
confundirse con el trono davídico, el cual es terrenal. La tierra aún
espera el tiempo cuando será hecho el estrado de sus pies y su
trono será establecido sobre la tierra. Mt.
25:31 31
Cuando el Hijo del Hombre venga en su
gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en
su trono de gloria, Su
posición presente es, por supuesto, de honor y autoridad, y manteniéndose
siempre como Cabeza de D.
La obra presente de Cristo en los cielos. En
su posición a la diestra del Padre, Cristo cumple las siete figuras
que lo relacionan con la iglesia:
2)
Cristo como 3)
Cristo como el Gran Pastor de sus ovejas; 4)
Cristo como 5)
Cristo como la principal Piedra de Angulo en relación a la iglesia
como piedras de un edificio; Se
revelan cuatro importantes verdades en su obra como Sumo Sacerdote: 1.
Como Sumo Sacerdote sobre el verdadero tabernáculo en lo alto, el
Señor Jesucristo ha entrado en el mismo cielo para ministrar como
Sacerdote en favor de aquellos quienes son su propiedad en el mundo. He.
8:1-2 1
Ahora bien, el punto principal de lo
que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se
sentó a la diestra del trono de El
hecho de que El, cuando ascendió, fue recibido por su Padre en los
cielos es una evidencia que su ministerio terrenal fue aceptado. El
que se sentara indicó que su obra a favor del mundo estaba
completada.
Mt.
25:31-46 31
Cuando el Hijo del Hombre venga en su
gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en
su trono de gloria, 32 y serán reunidas delante de él
todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta
el pastor las ovejas de los cabritos. 33 Y pondrá las
ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 34 Entonces
el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre,
heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del
mundo. 35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve
sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36
estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en
la cárcel, y vinisteis a mí. 37 Entonces los justos le
responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te
sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38¿Y cuándo
te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?
39¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a
ti? 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os
digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más
pequeños, a mí lo hicisteis. 41 Entonces dirá también
a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el diablo y sus ángeles. 42 Porque tuve
hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;
43 fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me
cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. 44 Entonces
también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel,
y no te servimos? 45 Entonces les responderá diciendo:
De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más
pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. 46 E irán éstos
al castigo eterno, y los justos a la vida eterna. Después
de que el propósito presente sea cumplido El retornará y «reedificaré el tabernáculo de David, que está caído». Hch.
15:13-18 13
Y cuando ellos callaron, Jacobo
respondió diciendo: Varones hermanos, oídme. 14 Simón
ha contado cómo Dios visitó por primera vez a los gentiles, para
tomar de ellos pueblo para su nombre. 15 Y con esto
concuerdan las palabras de los profetas, como está escrito:
16 Después de
esto volveré Y
reedificaré el tabernáculo de David, que está caído; Y
repararé sus ruinas, Y
lo volveré a levantar,
17 Para que el
resto de los hombres busque al Señor, Y
todos los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre,
18
Dice el Señor, que hace conocer todo esto desde tiempos
antiguos.
Aunque
El es un Rey-Sacerdote de acuerdo al tipo de Melquisedec, El está
ahora sirviendo como Sacerdote y no como Rey. He.
5:10 10
y fue declarado por Dios sumo sacerdote
según el orden de Melquisedec. He.
7:1 1
Porque este Melquisedec, rey de Salem,
sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que
volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, El
que viene otra vez y será entonces el Rey de reyes, está ahora
ascendido para ser «cabeza
sobre todas las cosas». Ef.
1:22-23 22
y sometió todas las cosas bajo sus
pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia,
23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo
llena en todo. 2.
Como nuestro Sumo Sacerdote, Cristo es el dador de los dones
espirituales. De acuerdo al Nuevo Testamento, un don es una
capacitación divina traída al creyente y a través del creyente
por medio del Espíritu que mora en él. Es el Espíritu trabajando
para cumplir ciertos propósitos divinos y usar a quien El habita
para este fin. El mora con ese fin. No es de ninguna manera una obra
humana ayudada por el Espíritu.
Ro.
12:3-8 3
Digo, pues, por la gracia que me es
dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto
concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con
cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.
4 Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros,
pero no todos los miembros tienen la misma función, 5 así
nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros
los unos de los otros. 6 De manera que, teniendo
diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía,
úsese conforme a la medida de la fe; 7 o si de servicio,
en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 8 el que
exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que
preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría. 1Co.
12:4-11 4
Ahora bien, hay diversidad de dones,
pero el Espíritu es el mismo. 5 Y hay diversidad de
ministerios, pero el Señor es el mismo. 6 Y hay
diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en
todos, es el mismo. 7 Pero a cada uno le es dada la
manifestación del Espíritu para provecho. 8 Porque a éste
es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de
ciencia según el mismo Espíritu; Sin
embargo, a cada creyente le es dado algún don; pero la bendición y
el poder del don será experimentado solamente cuando la vida está
totalmente rendida a Dios. Ro.
12:1-2, 6-8
1 Así
que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis
vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es
vuestro culto racional. 2 No os conforméis a este siglo,
sino transformaos por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de
Dios, agradable y perfecta. 6 De manera que, teniendo
diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía,
úsese conforme a la medida de la fe; 7o si de servicio,
en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 8 el que
exhorta, en la exhortación; el que reparte, con liberalidad; el que
preside, con solicitud; el que hace misericordia, con alegría. Habrá
poca necesidad de exhortación para un servicio honrado por Dios
para aquel que está lleno con el Espíritu; porque el Espíritu
estará trabajando en él en ambos sentidos, tanto para querer como
para hacer su buena voluntad. Fil.
2:13 13
porque Dios es el que en vosotros
produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad.
Ef.
4:7-11 7
Pero a cada uno de nosotros fue dada la
gracia conforme a la medida del don de Cristo. 8 Por lo
cual dice: Subiendo
a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y
dio dones a los hombres. 9
Y eso de que subió,
¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes
más bajas de la tierra? 10 El que descendió, es el
mismo que también subió por encima de todos los cielos para
llenarlo todo. 11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles;
a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y
maestros, El
Señor no dejó su obra al juicio incierto e insuficiente de los
hombres. 1Co.
12:11, 18 11 Pero todas estas
cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en
particular como él quiere. 18 Mas ahora Dios ha colocado
los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. 3.
El Cristo ascendido como Sacerdote vive siempre para hacer intercesión
por los suyos. Este ministerio comenzó antes de que El dejara la
tierra, y es para los salvos más bien que para los no salvos, y
continuará en los cielos tanto tiempo como los suyos estén en el
mundo. Jn.
17:1-26 1
Estas cosas habló Jesús, y levantando
los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu
Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; 2 como
le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a
todos los que le diste. 3 Y esta es la vida eterna: que
te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien
has enviado. 4 Yo te he glorificado en la tierra; he
acabado la obra que me diste que hiciese. 5 Ahora pues,
Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve
contigo antes que el mundo fuese.
6
He manifestado tu nombre a los hombres
que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado
tu palabra. 7 Ahora han conocido que todas las cosas que
me has dado, proceden de ti; 8 porque las palabras que me
diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido
verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.
9 Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que
me diste; porque tuyos son, 10 y todo lo mío es tuyo, y
lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos. 11 Y ya no
estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti.
Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para
que sean uno, así como nosotros. 12 Cuando estaba con
ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste,
yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de
perdición, para que Jn.
17:9 9
Yo ruego por ellos; no ruego por el
mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son. Su
obra de intercesión tiene que ver con la debilidad, necesidad de
ayuda y la inmadurez de los santos que están sobre la tierra -cosas
en las cuales ellos no son en ninguna manera culpables-. El, quien
conoce las limitaciones de los suyos, y el poder y la estrategia del
enemigo con quien ellos tienen que luchar, les es a ellos un Pastor
y Obispo para sus almas. Su cuidado de Pedro es una ilustración de
esta verdad. ´ Lc.
22:31-32 31
Dijo también el Señor: Simón, Simón,
he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo;
32 pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una
vez vuelto, confirma a tus hermanos. Sal.
23:1 1
Jehová es mi pastor; nada me faltará. 4.
Cristo se presenta actualmente por los suyos en la presencia de Dios.
A menudo el hijo de Dios es culpable de algún pecado que le separaría
completamente de Dios si no estuviera de por medio la abogacía de
Cristo y la obra que El efectuó por su muerte en la cruz. El efecto
del pecado sobre el cristiano es la pérdida de gozo, paz y poder
espirituales. Por otra parte, estas bendiciones se restauran según
la gracia infinita de Dios sobre la sola base de la confesión del
pecado, pero más importante es considerar el pecado del cristiano
en relación con el carácter santo de Dios. 1Jn.
1:9 9
Si confesamos nuestros pecados, él es
fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda
maldad. Por
medio de la presente abogacía sacerdotal de Cristo en los cielos,
hay absoluta seguridad de salvación para los hijos del Padre
Celestial aun mientras ellos están pecando. Un abogado es aquel que
expone y defiende la causa de otro ante los tribunales públicos. En
el desempeño de sus funciones de Abogado, Cristo está ahora en el
cielo interviniendo a favor de los suyos cuando ellos pecan. He.
9:24 24
Porque no entró Cristo en el santuario
hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para
presentarse ahora por nosotros ante Dios; 1Jn.
2:1 1
Hijitos míos, estas cosas os escribo
para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos
para con el Padre, a Jesucristo el justo. Se
revela que su defensa la hace ante el Padre, y que Satanás está
allí también acusando sin cesar día y noche a los hermanos, en la
presencia de Dios. Ap.
12:10 10
Entonces oí una gran voz en el cielo,
que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de
nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado
fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante
de nuestro Dios día y noche. Es
posible que al cristiano le parezca que el pecado que ha cometido es
insignificante; pero no es así para el Dios santo, quien no podría
nunca tratar con ligereza lo que representa una ofensa a su divina
justicia. Aun el pecado que es secreto en la tierra es un gran escándalo
en el cielo. En la gracia maravillosa de Dios, y sin necesidad de
que intervenga solicitud alguna de parte de los hombres, el Abogado
defiende la causa del cristiano culpable. Y lo que el Abogado hace
para garantizar así la seguridad del creyente está tan de acuerdo
con la justicia divina, que El es llamado, en relación con este
ministerio de abogar por los suyos, «Jesucristo
el justo». El defiende a los hijos de Dios a base de la sangre
que fue derramada en la cruz, y en esta forma el Padre tiene
completa libertad para defenderles contra toda acusación
proveniente de Satanás o de los hombres y contra todo juicio que en
otras circunstancias el pecado impondría sobre el pecador; y todo
esto se hace posible porque Cristo, a través de su muerte, llegó a
ser la «propiciación por
nuestros pecados» (los pecados de los cristianos). 1 Jn.
2:2 2
Y él es la propiciación por nuestros
pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de
todo el mundo. La
verdad referente al ministerio sacerdotal de Cristo en los cielos no
está de ninguna manera facilitando para los verdaderos cristianos
la práctica del pecado. Al contrario, estas mismas cosas son
escritas para que no pequemos; porque ninguno puede pecar con
ligereza o descuido cuando considera la enorme tarea de defensa que
a causa del pecado del cristiano tiene que realizar necesariamente
el Abogado Cristo Jesús. 1 Jn.
2:1 1
Hijitos míos, estas cosas os escribo
para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos
para con el Padre, a Jesucristo el justo. Puede
decirse, en conclusión, que Cristo cumple su ministerio de
Intercesor y Abogado para la eterna seguridad de aquellos que ya son
salvos en El. Ro.
8:34 34¿Quién
es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que
también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el
que también intercede por nosotros. E.
La obra presente de Cristo sobre la tierra. Cristo
está también obrando en su iglesia sobre la tierra al mismo tiempo
que está a la diestra del Padre en el cielo. En numerosos pasajes
se dice que Cristo habita en su iglesia y está con su iglesia. Mt.
28:18-20 18
Y Jesús se acercó y les habló
diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que
os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo. Amén. Jn.
14:18, 20 18
No os dejaré huérfanos; vendré a
vosotros. 20 En aquel día vosotros conoceréis que yo
estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros. Col.
1:27 El
está en su iglesia en el sentido de que es El quien da vida a su
iglesia. Jn.
1:4 4
En él estaba la vida, y la vida era la
luz de los hombres. Jn.
10:10 10
El ladrón no viene sino para hurtar y
matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia. Jn.
11:25 25
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección
y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Jn.
14:6 6
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la
verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Col.
3:4 4
Cuando
Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis
manifestados con él en gloria. 1Jn.
5:12 12El
que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no
tiene la vida. Se
puede concluir que la obra presente de Cristo es la clave para
entender la presente tarea de Dios de llamar a un pueblo para formar
el cuerpo de Cristo, y el poder y la santificación de este pueblo
para ser testigos de Cristo hasta lo último de la tierra. Su obra
presente es preliminar y a ella seguirán los eventos que tienen
relación con su segunda venida. PREGUNTAS 1. ¿Cómo se relaciona la ascensión de Cristo con su exaltación? 2. Tratar el punto sobre si Cristo ascendió en el día de su resurrección. 3. ¿Qué evidencia puede ofrecerse para probar que la ascensión relatada en Hechos fue una ascensión literal? 4. ¿Hasta qué grado la Escritura testifica la llegada de Cristo al cielo después de su ascensión? 5. ¿Cómo se relaciona la ascensión de Cristo con su ministerio terrenal? 6. ¿En qué sentido la ascensión de Cristo fue un triunfo? 7. Distinguir el trono de Cristo en los cielos del trono davídico. 8. Nombrar las siete figuras relativas a Cristo con su Iglesia. 9. ¿Cuál es el significado de Cristo ahora sentado en el trono del Padre? 10. ¿Cómo se relaciona Cristo como nuestro Sumo Sacerdote y el dador de los dones espirituales a los hombres? 11. Contrastar la intercesión sacerdotal de Cristo con los sacerdotes del Antiguo Testamento. 12. Describir la obra de Cristo como nuestro Abogado en los cielos. 13. ¿Hasta qué grado está Cristo también trabajando en la tierra durante esta edad presente? |
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