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  6. Lo Fructuoso en la Oración

Vida Espiritual ilumina la manera práctica de incorporar la espiritualidad a la vida personal y el ministerio.  Se estudia el poder de la oración ilustrada a través de las Escrituras como base de una vida verdaderamente victoriosa en comunión con la voluntad de Dios. 

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LO FRUCTUOSO DE LA ORACIÓN

por Ray C. Stedman

 Hemos estado mirando a lo que hombres y mujeres del Antiguo Testamento nos han enseñado acerca de la oración. Comenzamos con la historia de Adán y Eva en el Jardín del Edén. Allí aprendimos que en el principio la oración era una simple conversación con Dios, una íntima, honesta, forma informal de serles sinceros a él. Pero el secreto de la oración es que comienza con Dios; él la comienza. Adán y Eva simplemente la llevaron en una manera abierta e informal.

Después aprendimos de la vida de Abraham que la oración proviene legítimamente de el carácter y promesas de Dios. La oración no es magia; no es una simple forma de usar a Dios para obtener lo que uno quiere. Oración si es basada en lo que Dios ha dicho y lo que él ha prometido; y oración es clamando a esa promesa. Eso es lo que Abraham nos enseñó en su gran oración por Sodoma y Gomorra.

En la vida de Jacob aprendimos que la oración requiere que tengamos conciencia de nuestras limitaciones humanas. Dios llevó a Jacob a lo más profundo hasta que no pudo hacer nada sino agarrarse de él: entonces él contestó su oración. Por lo tanto la oración depende de el suplemento de Dios en la actividad, o en muchos casos, ponerlo todo aparte y hacerlo todo él mismo.

Después aprendimos de Moisés que la oración es la confianza en los recursos de Dios y no en nosotros. Aprendimos que aún en tiempos cuando estamos bajo presión y acosados por las demandas que nos imponen, y se las traemos a Dios, él convierte a debiluchos en guerrilleros, los miedosos en hombres y mujeres de fe.

Nuestro último estudio de Jabes non enseñó que la oración es para los problemas ordinarios diarios de nuestra vida. Ofrece esperanza al desesperado y una vía de escape para aquellos que han sido engañados, privados de sus necesidades básicas y cargados por sus circunstancias.

Ahora, en esta mañana en primera de Samuel venimos a una mujer la cuál su oración fue usada por Dios para traer al primer--y en cierta forma a el profeta más grande de Israel, un hombre que se convertiría en el guía espiritual y mentor de los primeros dos gran reyes de Israel. Desde luego me refiero a la oración de Anna, la madre de Samuel, encontrado en primera de Samuel 1 y 2. Se nos dice que la historia es presentada a nosotros en cuatro movimientos simples por la cuál está centralizada: primero, el dolor de Anna, después su oración, después su paz, y finalmente su exaltación.

Veamos primero al problema de Anna y el dolor que le causó. Leyendo en el primer capítulo de Samuel:

Hubo un varón de Ramathaim de Sophim, del monte de Ephraim, que se llamaba Elcana, hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Thohu, hijo de Suph, Ephrateo. Y tenía él dos mujeres; el nombre de la una era Anna, y el nombre de la otra Peninna. Y Peninna tenía hijos, mas Anna no los tenía. Y subía aquel varón todos los años de su ciudad, a adorar y sacrificar á Jehová de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Eli, Ophni y Phinees, sacerdotes de Jehová. Y cuando venía el día, Elcana sacrificaba, y daba a Peninna su mujer, y a todos sus hijos y a todas sus hijas, a cada uno su parte. Más a Anna daba una parte escogida; porque amaba a Anna, aunque Jehová había cerrado su matriz. {1 Sam 1:1-5}

Ahí estaba el problema de Anna: ella era una mujer estéril que deseaba tener un bebé. Todas las mujeres de esta congregación en esta mañana entienden lo que ella sintió. Aún las jóvenes solteras sienten en ellas el atractivo del misterio de la capacidad de ser madre. He visto este deseo aumentar muy fuerte en mujeres que han alcanzado al punto de que han deseado un bebé más que cualquier otra cosa en la tierra. Ahora Anna era casada, y naturalmente esperaba que pronto sintiera las señales de embarazo, pero pasaron los meses y los años y su vientre permaneció estéril. Ella sintió el dolor en sus brazos y en su corazón al desear tener un hijo.

Para ser peor, naturalmente era que la otra esposa, Penina parecía tener un bebé cada vez que se daba vuelta. Al tanto llegaban la época así venía un hijo nuevo a la familia, para que el hogar fuese llenado de niños, pero ninguno era de Anna. El dolor de su corazón se hacía más profundo según pasaba el tiempo. La llave final de su agonía era de hecho que Penina no se podía quedar callada en relación a su fertilidad. Ella encontraba mil y una maneras de recordarle a Anna de su infertílidad. Ella se mofaba de ella y se burlaba de ella por eso, y cada palabra hería profundamente a el espíritu de Anna. Ella se dolía de su vida de infertilidad y de la mofa que le decía su rival.

Como punto aparte, quisiera señalar que esta agonía, la mofa y la burla es parte del precio pagado porque es un desvío de la intención original de Dios de el matrimonio de un hombre y una mujer.

¡Alguien ha dicho bien que la consecuencia de la bigamia es la de dos suegras!

La presencia de dos mujeres en la casa, con certeza va a traer conflicto; esto es siempre un hecho probado cuando la intención original de Dios es ignorada. Aunque la Biblia registra el polígamo de algunos patriarcas, no obstante, es nunca endosado. Aquí hay una ocasión, por lo tanto que se ve el precio que algunas veces tiene que ser pagado porque el hombre inconscientemente se deja llevar por las costumbres de la gente a su alrededor. Este hombre Elkana, tomó dos esposas en vez de una, por la cual Dios había ordenado.

Pero lo más dificultoso que Anna enfrentó es esta palabra registrada dos veces en este recuento para nosotros, y es, porque Dios cerró su vientre. Dos veces se nos dice que su problema viene de Dios. Ahora esto es un reconocimiento claro de una de las lecciones más fuertes que tenemos que aprender en la vida--la lección de que incapacidades al nacer, cualquiera que fuere, y aún las limitaciones corrientes de nuestra vida, dificultosa como fueren y no importa lo mucho que luchemos en su contra, son dadas a nosotros por el Señor mismo. Es Dios quién está detrás de las circunstancias de nuestras vidas. No nos gusta creer eso. Preferimos creer que todo viene de él enemigo, pero el libro de Job nos recuerda que el enemigo no nos puede hacer nada a menos que el Señor se lo permita hacerlo. Fue Dios quién escogió a esta mujer para ser estéril. Ahora fue Dios quién la creó mujer. Él le dio la capacidad para hacer las funciones de madre. El puso dentro de ella el deseo de tener un bebé, el deseo de año tras año de poder tener la capacidad como mujer de ser madre, pero como este recuento nos dice claramente, fue Dios también quién previno que ella tuviera un bebé.

Ahora eso puede ser extraño para nosotros y difícil de reconciliar, pero hay otros recuentos en las Escrituras que lo confirman. Pienso en la historia de el capítulo nueve de Juan, donde Jesús y los discípulos vinieron a un hombre que nació ciego--viniendo de su madre como un bebé pequeñito, sus ojos estaban ya cerrados. Cuando Jesús y los discípulos lo encontraron el era un hombre desarrollado ya, sentado al lado del camino, mendingando. Los discípulos le preguntaron a Jesús, "¿Quién pecó, este hombre o sus padres, porque nació ciego?" {Juan 9:2}. La pregunta, de hecho, refleja un malentendido común en la vida que mucha gente comparte aun hoy día, de que todos los problemas en la vida son causados por nuestros pecados, y que si algo no marcha bien es porque estamos siendo castigados. Pero este recuento de Anna, y muchos otros en las Escrituras indican que ese no es el caso. Ciertamente no era el caso de el hombre ciego, ya que Jesús le contestó a los discípulos, "Ni este hombre pecó, ni sus padres," sino, como es expuesto en la Nueva Versión Internacional, "esto sucedió para que la obra de Dios se manifestará en su vida," {Juan 9:3}. Habiendo dicho esas palabras, nuestro Señor lo tocó y abrió sus ojos.

Lo que Jesús quiso decir fue que Dios había creado una condición para que cuando él la librara, nuevos entendimientos surgirían por causa de su nombre; la gente entendería más de la misericordia, la gracia y el poder de Dios de lo que ellos pudieran haber captado de otra manera. En este recuento se nos da una clave del porque este tipo de incidentes ocurren en nuestras vidas. Dios no nos da estas circunstancias para atormentarnos, o para llevarnos a la amargura o resentimiento. A menudo lo convertimos en eso, pero esa no es la razón por el cual son dadas. Nuestro Dios no es esa clase de Dios. Él nos los da para que se lo traigamos a él y nos guíe a la solución que nunca hubiésemos encontrado, una contestación mayor de la que podríamos haber soñado.

He pensado mucho recientemente acerca de esa gran película e historia de la vida de Joni, la niña que fue paralizada en un accidente. Como de una manera hermosa confirma lo que estamos diciendo aquí. Cuando ella fue de pronto paralizada en sus años de juventud, ella primero lo tomó con gran resentimiento y espíritu de amargura, pero al ir tratando de enfrentar su problema y aceptándolo como una condición que Dios le había dado, Dios le abrió una puerta en el ministerio y un testimonio por el cuál ha sido difícil de comparar como un vehículo de comunicación con otros que tienen una condición similar a la de ella, paralizada y viviendo en una silla de ruedas. A ella se le ha sido dada una puerta ancha de ministerio que le llena como nada haya podido hacerlo. Eso es lo que la historia de Anna nos está diciendo. Dios le dio un problema para que ella pudiera traérselo a él para encontrar la solución que él tenía ya en mente.

Vemos que este recuento nos lleva a la oración de Anna. Se nos dice en el verso 7:

Y así hacía cada año: cuando subía á la casa de Jehová, enojaba así á la otra; por lo cual ella lloraba, y no comía. Y Elcana su marido le dijo: Anna, ¿por qué lloras? ¿y por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos? {1 Sam 1:7-8}

Esto sucedió en el tiempo de la ofrenda de los diezmos anuales en Israel. Era la costumbre de los hombres de vender sus ganados y ovejas y traer el dinero al tabernáculo. Allí ellos comprarían un animal para ofrecer como sacrificio, pagar el diezmo al sacerdote, y después cuando el animal era sacrificado, se reunían alrededor como familia y comían el animal en presencia del Señor como sus invitados en su propia mesa--muy parecido a la cena del Señor que hacemos hoy día. Era la costumbre de darle a cada mujer y sus niños una cierta porción de carne, pero de hecho, Penina y sus hijos recibían la porción mayor de el sacrificio. Anna recibe una porción solamente porque ella no tenía hijos. Así que ya llegaba el tiempo cuando su infertilidad le afectaba más profundo que en el pasado. Su rival acostumbraba a provocarla mas severamente en esas ocasiones que en cualquier otra ocasión, mofándose y burlándose de ella por su condición.

El recuento continua en el verso 9:

Y levantóse Anna después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Eli estaba sentado en una silla junto á un pilar del templo de Jehová, Ella con amargura de alma oró á Jehová, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Jehová de los ejércitos, si te dignares mirar la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, mas dieres á tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré á Jehová todos los días de su vida, y no subirá navaja sobre su cabeza. Y fué que como ella orase largamente delante de Jehová, Eli estaba observando la boca de ella. Mas Anna hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y túvola Eli por borracha. Entonces le dijo Eli: ¿Hasta cuándo estarás borracha?; digiere tu vino. Y Anna le respondió, diciendo: No, señor mío: mas yo soy una mujer trabajada de espíritu: no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová. No tengas á tu sierva por una mujer impía: porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora. {1 Sam 1:9-16}

De primer instancia aparenta ser que esta oración es un tipo de negocio que ella está ofreciendo dar la vida de su hijo para atrás al Señor solamente si el Señor se lo da a ella primero para que ella pueda disfrutarlo. Es posible leer este recuento de esta forma, pero si miramos de cerca, podemos ver que es lo que realmente está pasando aquí, porque estoy seguro de que esta no es la primera vez que Anna ha orado en Silo por un hijo. Todo el tiempo ella ha soñado con tener un hijo propio, un niñito para amarle y acariciarle, para ensenarle a caminar, para leerle historias, para verle crecer a ser hombre y llegar a ser fuerte, limpio, joven de calibre, el orgullo de su vida. Ella le quería para ella, y oró a menudo por eso, pero su contestación no fue contestada.

En esta ocasión, sin embargo su oración fue diferente. Habiendo pasado por años de infertilidad y habiendo pensado profundamente acerca de los problemas, ella realizó algo por primera vez que nunca supo antes. Ella realizó que los niños no son solamente para padres y madres--ellos son para el Señor. Son dados a sus padres prestados por un tiempo, pero la razón de que son dados es para ser usados por el Señor. Hay un verso en la carta de Pablo a los Corintios, Capítulo 6, en el cuál, hablando en un contexto diferente, él dice, "Mas el cuerpo no es para fornicación sino para el Señor," {1 Cor 6:13}. Eso es para lo que nuestros cuerpos son, para que podamos ser usados por Dios. Ciertamente este recuento indica el hecho que este niño quién finalmente nació, Samuel, fue el hombre de Dios que proveería la necesidad de una nación. Sin dudas Dios le enseño a Anna de una manera profunda a través de estas horas de lucha sobre su infertilidad, así que en gran angustia y con seriedad intensa ella ora para que Dios tuviera lo que él quería, un hombre para su gloria y sus propósitos, y que él le dejara ser a ella el instrumento de esa bendición.

Ahora inmediatamente leemos un cambio muy notable en el corazón de Anna, el recuento dice, verso 17:

Y Eli respondió, y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho. Y ella dijo: Halle tu  sierva gracia delante de tus ojos. Y fuése la mujer su camino, y comió, y no estuvo más triste. {1 Sam 1:17-18}

De inmediato, "La paz que sobrepasa todo entendimiento" { Fil 4:7}, ha comenzado a cuidar de su corazón y espíritu. Ahora, el nacimiento del bebé no ocurrió hasta unos meses después, pero cuando el bebé nació ella lo llamó Samuel, que quiere decir, "Pedido de Dios." Dios le concedió su petición, pero allí hubo paz en el corazón de Anna desde el mismo momento de su oración. Esto es un comentario hermoso en ese hermoso pasaje en Filipenses 4 donde el apóstol Pablo nos dice:

Por nada estéis afanosos; sino sean notorias vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con hacimiento de gracias. {Fil 4:6}

Uno esperaría que leyera, "y tus oraciones serán contestadas, "pero lo que dice es lo siguiente,

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesús. {Fil 4:7}

Eso es lo que Anna ha experimentado aquí.

Cuando Patrick Cunningham y yo estuvimos en Escosia hace unas semanas atrás, fuimos entretenidos una noche en una hermosa casa al norte de Glasgow. Sentados en la sala con un grupo de amigos, le pregunté a él auspiciador si las grandes ciudades escocesas fueron fuertemente bombardeadas durante la segunda guerra mundial. La señora de la familia, una persona muy encantadora, habló y dijo, "En verdad, si, han sido bombardeadas fuertemente, especialmente Clydebank," donde estaban los astilleros grandes escoceses, la cual estaban cerca de las colinas donde vivían. Ella dijo que recordaba claramente como ella y su hijo (quién tenía solo 6 años de edad en aquel tiempo) estaban en la casa solos una noche cuando escucharon los bombardeos alemanes llegando al lugar. "Sabíamos que estábamos en aprietos," ella dijo, "así que apagamos todas las luces y nos juntamos en la obscuridad. Escuchamos las bombas cayendo en los astilleros, y hubo un gran ruido ensordecedor. Estas explosiones estaban solamente unas millas cerca, y sabíamos que había la posibilidad de que uno de los bombardeos fallará el blanco y dejara caer bombas en nuestra casa. Al coger a mi pequeño niño, el me miró y me dijo, “Mamá, canta algo." "Bueno, ella dijo, "Yo no me sentía con ganas de cantar, pero el quería que yo cantara, y dije, “¿Que quieres que yo cante?”  El dijo, Canta, "Dios está todavía en teléfono." (Actualmente, las palabras son, "Dios Está Todavía En El Trono," pero esa fue la forma que él lo oyó.) Así que ella cantó,

"Dios está todavía en el teléfono
El nunca abandona a los suyos
Su promesas son verdad,
El no se olvidará de tí,
Dios está todavía en el teléfono."

Cuando ya acabaron de cantar el niñito dijo, "Ahora vamos a orar para que Dios se lleve los ruidos de aquí." Así que oraron para que Dios pusiera un alto a las explosiones. Al ella orar, el niñito se quedó dormido, y durmió toda la noche. Aunque las explosiones ocurrieron toda la noche, el nunca oyó ninguna de ellas. Por la mañana cuando despertó, dijo, "¿O mamá, no es maravilloso? Dios está en el teléfono, ¿no es así? El se llevó todos los ruidos. Nunca escuché ninguno de ellos." Se regocijaron juntos de que Dios estaba todavía en el teléfono.

Yo regresé con esa historia muy cerca de mi corazón como un recordatorio de la presencia, lo maravilloso, y el misterio de la oración que está disponible para nosotros para tener paz en nuestros corazones cuando estemos tribulados por las circunstancias de nuestras vidas. Es de verdad maravilloso el recordar que, "Dios está todavía en el teléfono."

Bueno, hay otro golpe al final de este recuento, se encuentra en el capítulo 2, donde leemos de la alabanza de que Anna expresó. No voy a leer el resto de el capítulo 1, pero el recuento nos dice de que cuando el tiempo llegó, Anna dio a luz un niño que ella llamó por nombre Samuel. Por varios años ella no fué al templo a adorar al tiempo de la ofrenda. Ella esperó hasta que el niño dejara de requerir de ella el alimento, que en la economía judía era cuando tenían alrededor de cinco o seis años. Entonces ella regresó al templo con su esposo, y el último verso de el capitulo 1 dice:

Y adoró allí a Jehová. {1 Sam 1:28b}

Y el capitulo 2 comienza con estas palabras,

Y Ann oró y dijo: Mi corazón se regocija en Jehová, Mi cuerno es ensalzado en Jehová; Mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, Por cuanto me alegré en tu salud. No hay santo como Jehová: Porque no hay ninguno fuera de ti; Y no hay refugio como el Dios nuestro. No multipliquéis hablando grandezas, altanerías; Cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; Porque el Dios de todo saber es Jehová, Y á él toca el pesar las acciones. Los arcos de los fuertes fueron quebrados, Y los flacos se ciñeron de fortaleza. Los hartos se alquilaron por pan: Y cesaron los hambrientos: Hasta parir siete la estéril, Y la que tenía muchos hijos enfermó. Jehová mata, y él da vida: El hace descender al sepulcro, y hace subir. Jehová empobrece, y él enriquece: Abate, y ensalza. {1 Sam 2:1-7}

Noten como ella reconoce la mano de Dios en todo--no tan solo en las liberaciones, pero en los problemas también. Ella reconoce que Dios cerró su vientre para que él la trajera a una contestación completa que de otra manera no lo hubiese sabido.

Ella continúa:

El levanta del polvo al pobre, Y al menesteroso ensalza del estiércol, Para asentarlo con los príncipes; Y hace que tengan por heredad asiento de honra: Porque de Jehová son las columnas de la tierra, Y él asentó sobre ellas el mundo. El guarda los pies de sus santos, Mas los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será fuerte por su fuerza. Delante de Jehová serán quebrantados sus adversarios, Y sobre ellos tronará desde los cielos: Jehová juzgará los términos de la tierra, Y dará fortaleza á su Rey, Y ensalzará el cuerno de su Mesías. Y Elcana se volvió á su casa en Ramatha; y el niño ministraba á Jehová delante del sacerdote Eli. {1 Sam 2:8-11}

Muchos siglos después, el ángel Gabriel fue enviado a María de Nazaret para decirle que ella iba a tener un bebé, aunque nunca se había casado con un hombre. Cuando ella sintió los movimientos dentro de ella, María fue a visitar a su hermana Elizabeth (quién también fue grande con su niño, el cuál iba a ser Juan el Bautista), y ella comenzó a cantar en aquella ocasión. Todos los estudiosos de la Biblia están de acuerdo que si uno compara esa canción cuidadosamente con esta canción de Anna, encontrarán que María cogió prestado el tema, y aún ciertas frases, directamente de Anna. Ahora es adecuado de que esto sucedería, porque Samuel era la contestación de parte de Dios para las necesidades de la nación en un momento de decadencia de fe, cuando al final de el tiempo de los Jueces, la nación estaba al borde de división y disolución.

De la misma manera cuando Jesús vino, la nación había caído en lugar de infertilidad y desespero. De hecho todo el mundo había caído en una condición de tinieblas. Por cuatrocientos años de silencio, Israel, la cuna del mundo, no había tenido un hombre de Dios para hablarles a las naciones en sanidad, y en fortaleza y vida. Las mofas jactanciosas de filosofías paganas se burlaban de las reclamaciones de Israel de ser una nación que traería la redención a un mundo que estaba muriendo. Pero a la hora más negra, el ángel Gabriel fue enviado a María para decirle que cuando se cumpliera el tiempo de llegada, Dios enviaría a su Hijo, nacido de mujer, bajo la ley, para liberarnos aquellos que estábamos bajo la ley. Cuando esa ocasión llegó, como recordamos muy bien en estos días de navidad, los ángeles comenzaron a cantar en los llanos de Belén, a gran voz, "En tí es nacido hoy en la ciudad de David, un Salvador que es Cristo Jesús," {Luc 2:11}.

No creo que haya nada más hermoso en toda la Biblia que este recordatorio que

Nuestros problemas son dados por el Señor;

Nuestras circunstancias vienes de su mano;

Nuestras dificultades son de su hechura.

Él nos lo da, no para que nos dé coraje, resentimientos, estemos amargados o desesperados, pero para que podamos traerlos otra vez a él como Anna hizo, ponerlo en sus manos y dejar que él nos guíe a una solución mayor que él ha tenido en mente todo el camino, para que también nos unamos en una gran canción de adoración, magnífica, " Mi alma magnifica a él Señor" {Luc 1:46b}, porque él ha tenido misericordia con nosotros en tiempo de nuestra desesperación.

Algunos de ustedes podrían estar luchando con problemas grandes hoy. Estamos luchando con muchos de ellos en nuestras propias familias, pero quiero decirles que esta historia de Anna ha sido de gran bendición a mi propio corazón. Yo espero sea también para ustedes, al aprender de ella de traer nuestros problemas a él Señor en oración. Que la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento nos sostenga hasta la hora de la solución, y creará en nuestras vidas el programa y el plan de Dios y, la contestación de Dios.

Título: Lo Fructífero de la Oración
Serie: Estudios de la Oración del Antiguo Testamento
Pasaje: 1 Samuel 1:1- 2:11
Mensaje No: 6
Número de Catálogo: 3740
Fecha: Fecha no determinada del otoño de 1980 a la primavera de 1981

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3. Esenciales
4. Posibilidades
5. Lo Práctico
6. Lo Fructuoso
7. Las Fronteras
8. La Humildad
9. Relaciones
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11. Demoras
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15. Oración Modelo
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