Oratoria
es el arte de
hablar en público con elegancia para persuadir, convencer, educar o
informar a un auditorio. Se
dan principios básicos de la comunicación, la pedagogía y la
homilética para presentar discursos, conferencias, seminarios y sermones.
35.
LA PRESENTACIÓN PERSONAL
De mucha importancia en la presentación del mensaje
es la presentación y aspecto físico del predicador. Una
apariencia y postura incorrectas pueden causar tan mala impresión
en los oyentes que les haga perder la atención, el interés y aun
el provecho del sermón. Por lo tanto bueno será tomar en
cuenta algunas indicaciones al respecto.
1. Aspecto Físico:
Antes de todo, preséntese lo más decente que
sea posible en lo que se refiere al vestuario. Debe haberse bañado,
puesto ropa limpia y arreglada. Evite estar despeinado, la
solapa de su saco al revés, su cuello desdoblado, la corbata por un
lado, sus botones descuidados. Procure también que su calzado
esté limpio.
2. Posición en el púlpito
Al predicar, adopte una posición natural,
procurando dominarse de tal modo que no este tieso, por una parte,
ni excesivamente movible por la otra. No esté paseándose
constantemente de un extremo al otro de la plataforma, y al estar
firme, evite estar doblando una o ambas piernas a la vez o canteando
los pies como que no quisiera pararse en las plantas. Jamás
mueva el cuerpo sobre los pies firmes, balanceándose hacia adelante,
atrás o hacia los lados como que fuera péndulo de un reloj de
pared.
Aparte de los ademanes necesarios, procure
cultivar el reposo. No se truene los dedos, se limpie las uñas,
ni acaricie uno de los botones de su saco como procurando arrancarlo.
Tampoco se ajuste frecuentemente sus lentes (si los usa). No
juegue con su pañuelo, ni meta sus manos en los bolsillos, ni mucho
menos juegue con objetos que en ellos lleve, como llaves, dinero,
etc.
También evite recostarse sobre el púlpito, y
nunca ponga sus manos sobre la cintura dejando sus brazos en forma
de orejas de jarro. No se abroche y desabroche el saco, ni esté
constantemente subiéndose los pantalones, dando la impresión de
que los tiene flojos.
Con un poco de atención a estas cosas,
usted logrará una apariencia y posición correctas y decentes.
36.
LA VOZ EN LA PREDICACIÓN
Es muy claro que sin la voz es materialmente imposible
predicar. Es necesario, pues, utilizar este precioso
instrumento de la mejor manera posible cuando predicamos el mensaje
del Señor. En
forma muy sencilla daremos aquí algunas indicaciones.
La
voz debe ser audible, es decir, que se pueda oír en todos los
ámbitos del local. Siendo que predicamos para que la
gente oiga, debemos evitar hablar tan suave que muchos se queden
adivinando lo que dijimos.
La
pronunciación de las palabras debe ser clara. Esto se
logra poniendo especial cuidado en ello, para que no haya
palabras dichas a medias. Muchas veces la mala pronunciación
resulta de una excesiva velocidad al hablar.
Aunque
la voz debe ser flexible según la expresión que tengamos que
imprimirle a lo que decimos, no permitamos un deslizamiento de
volumen de manera que se vaya extinguiendo a medida que va
finalizando el párrafo o período hasta que ya la última
palabra no se oiga.
Deben
evitarse los gritos, especialmente si el auditorio es pequeño,
puesto que ello es desagradable a los oyentes, y además se
maltrata la garganta de tal modo que al terminar, casi siempre,
estará uno afónico.
No
hay que afectar el tono de voz, como que está llorando o
declamando. El predicador que siempre declama su mensaje
hace que éste pierda fuerza. El que parece llorar denota
debilidad. Ante todo debemos demostrar la naturalidad.
37.
LA ACTITUD DEL PREDICADOR EN EL PÚLPITO
Mucho del éxito del mensaje depende de la actitud que
el predicador presente al estar frente a su auditorio. Hay
algunas actitudes incorrectas e inconvenientes que será bueno
apuntar para evitarlas.
Una
actitud pretenciosa. Se puede manifestar por
gestos y por expresiones o palabras con los cuales se dé la
impresión de que uno es demasiado capaz para el oficio que está
ejerciendo. Si usa un lenguaje o expresiones que bien sabe
son incomprensibles a su auditorio, muestra con ello una actitud
pretenciosa.
Una
actitud de superioridad. Si usted comienza
diciendo que espera que sus oyentes puedan entender el “difícil”
asunto que va a tratar, les hará sentirse inferiores a usted y
seguramente no le oirán con gusto.
Una
actitud indiferente. Esta se muestra muchas
veces por no levantar jamás su rostro para mirar a su auditorio,
como si sólo predicara para sí mismo.
Una
actitud egoísta. Se puede ver cuando el
predicador hace demasiadas alusiones a propia persona, a sus éxitos,
a su educación, etc.
Una
actitud descuidada. No comience pidiendo
disculpas por la pobreza de su sermón que va a predicar, o
comenzando a hablar de generalidades de poca importancia.
El descuido en su preparación saltará a la vista y el
auditorio nunca excusa al predicador descuidado.
38.
LA VARIEDAD EN LA PREDICACIÓN
Un aspecto muy importante del ministerio de la
predicación es de proveer a nuestro oyentes una variedad en la
predicación. La monotonía en la predicación es algo que
tenemos que evitar si vamos a tener éxito en el ministerio
cristiano. Esta variedad deseada se puede obtener si
observamos las siguientes sugerencias.
Mantener
un énfasis equilibrado sobre todas las doctrinas. Hay
muchas doctrinas bíblicas que deben ser predicadas. El
predicador debe tener cuidado de no predicar todos sus sermones
sobre “El Arrepentimiento” o “La Necesidad de ser
Salvo”. Hay mucho más en la Biblia que sólo estas
doctrinas. Procure balancear sus mensajes de modo que al
cabo de un año, habrá predicado sobre todas las doctrinas básicas
de la fe cristiana.
Usar
de toda clase de textos bíblicos. El predicador debe
predicar de toda la Biblia, no solamente de los Salmos o de los
Evangelios. Si queremos tener un ministerio fructífero
debemos estar buscando los “tesoros escondidos” de toda la
Biblia y prepararlos para presentarlos a nuestra congregación.
Predicar
diferentes tipos de mensajes. Hay tres tipos principales
de sermones: de texto, de asunto o tópico, y de exposición.
El mensaje basado en un éxito es el sermón textual.
Cuando se decide tratar un tema o tópico como “La Santificación”,
el sermón es topical. El sermón expositivo es el que se
basa en una porción bíblica y lo explica a fondo, sacando del
mismo pasaje los puntos principales del mensaje.
El Predicador debe usar todos estos tipos de mensajes, pero el más
provechoso es el sermón expositivo. Cuesta más la preparación,
pero es de mayor beneficio tanto al predicador como a los oyentes.
39.
PLANEANDO LA PREDICACIÓN
Una de las principales razones por qué hay tanta
monotonía y falta de cualidad en muchos púlpitos es por falta de
tener un plan. Uno de los pasos más saludables que un
predicador puede tomar es dedicarse a la proyección de un plan
definido para su ministerio desde el púlpito.
Una de las grandes tragedias del púlpito es que
muchos predican sin tener un plan, y esperan que en el momento el Señor
les dará lo que deben decir. Pero ni el Señor, ni el Espíritu
Santo puede honrar la pereza. Algunos alegan que un plan
estorba la dirección del Espíritu Santo. Pero esto es lejos
de la verdad. El Espíritu Santo no está limitado a dirigir
al predicador sólo está haciendo su plan de predicación.
CÓMO HACER UN PLAN DE PREDICACIÓN
Orar,
pidiendo la voluntad y dirección de Dios. Recordemos que
el propósito principal de tener un plan de predicación es
servir mejor a las necesidades espirituales de nuestra
congregación. Pero sólo Dios sabe en realidad cuáles
son estas necesidades. Por
eso tenemos que buscar la dirección divina.
Escriba
una proyección de mensajes: Al principio será mejor
limitarse a un plazo corto, como de un mes. Después de
tener un poco de experiencia puede proyectar el plan para dos
meses o para el trimestre. No está fuera de orden pensar
al fin en una proyección anual. Al
escribir su proyección tenga presente los siguientes puntos:
Revise
los sermones que ha predicado durante los últimos tres meses.
Esto evitará que siga una rutina o que predique del mismo
tema.
Tenga
presente que los mensajes deben abarcar todas las doctrinas y
los propósitos de la predicación cristiana.
Tome
en cuentas los eventos especiales en el calendario, como “Día
de la Madre”, “Día de la Biblia”, “Día del Haber”.
Así podrá incluir en su plan algo apropiado para ese día.
Considere
la posibilidad de una serie de mensajes sobre algún libro de
la Biblia, o sobre algún tema de importancia. La serie
basada en un libro o epístola es de muy grande beneficio.
40.
ADVERTENCIAS FINALES
Después de los asuntos tratados en las últimas
lecciones, algún estudiante podría sentirse amedrentado o cohibido,
pensando que es demasiado difícil predicar bien. Recuerde,
sin embargo, que esas recomendaciones sirven únicamente para
MEJORAR lo bueno que ya tiene en el llamamiento que ha recibido del
Señor a predicar su Palabra.
Las cosas que recomendamos procurar, son muy útiles y
por ello es bueno tomarlas muy en cuenta para mayor eficacia de
nuestro ministerio y para lo gloria del Señor. Pero lo más
esencial es la preparación espiritual, como lo expresa el gran
predicador Carlos H. Spurgeon cuando dice: “Jesús dijo, la
vida es más que el alimento y el cuerpo que el vestido”.
Del mismo modo, la parte espiritual del mensaje es más que esos
detalles. Predicadores correctos en sus maneras pueden ser muy
pobres espiritualmente en el contenido del sermón; y predicadores
con muchos defectos de expresión han sido grandes profetas del Señor.
Pero si es posible, procuremos lograr lo mejor uniendo a lo esencial
lo que es auxiliar.