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Formación Pastoral es un estudio de los múltiples aspectos del liderazgo exitoso, más reflexiones sobre casos reales del ministerio y cómo el pastor puede enfrentar estas eventualidades con ecuanimidad y sabiduría.   Enseña como pensar y actuar como miembro del clero. 

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Capítulo 16

Un líder frente a las murmuraciones - ¿Renunciar? ¡Jamás!

 Ps. Fernando Alexis Jimenez

Una de las grandes invenciones de la humanidad fue el microscopio. Quizá usted tenga una opinión diferente y considere que la televisión, la radio o tal vez la aeronavegación representaron avances históricos de trascendencia para toda la humanidad. Sin embargo me reafirmo: considero un paso agigantado la articulación del microscopio. Ha permitido a los científicos apreciar en una dimensión mayor partículas diminutas que escapan a la visibilidad.

Ahora, vamos a la vida práctica. Hay personas que asumieron en su vida un microscopio espiritual. ¿Por qué razón? Porque los problemas, por diminutos y triviales que sean, los agigantan a proporciones descomunales. A partir de insignificancias desatan verdaderas tormentas que nada le envidiarían al diluvio universal.

Los israelitas en su salida de Egipto y, posteriormente, durante el tránsito por el desierto, tenían su propio visor. Con él agrandaban las dificultades y, automáticamente, generaban rechazo al obrar de Dios. No habían aprendido a confiar en el Señor y ante el más mínimo inconveniente, desencadenaban un huracán que sacaba a flote su condición de hombres y mujeres acostumbrados a la esclavitud, que no querían superar esa situación.

Un pueblo así fue al que debió guiar Moisés. ¿Qué hubiera hecho usted en su caso? Probablemente habría renunciado.

¿Y si algo sale mal?

¿Cómo identificamos que tenemos un microscopio espiritual en nuestras vidas? Sencillo: cuando no aceptamos que algún hecho, por mínimo que sea, marque una diferencia entre aquello que esperábamos y lo que ocurre realmente. No olvide que los seres humanos concebimos las cosas conforme creemos que deben ser, y si no acontecen como aspirábamos, nos asalta el desánimo, la desesperación y el íntimo deseo de no seguir luchando.

Moisés, un líder que se forjó con el paso del tiempo y quien compartió las expectativas que nos asaltan a usted y a mi en diferentes períodos de la existencia, sacó al pueblo del territorio próximo al mar Rojo  y cuando, después de tres días de camino, atravesaban el desierto de Shur, se encontró con enormes dificultades cuando no se halló agua dulce para beber.

“Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber? Y Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en ellas aguas, y las aguas se endulzaron, y allí los probó...”(Éxodo 15:24, 25).

La solución: no doblegarse ante la desesperación. En su desempeño ministerial o de liderazgo, tampoco la salida a la encrucijada es volver atrás ni salir corriendo. Un verdadero líder enfrenta los malos momentos, no con temor sino con la firme convicción de que podrán superarse. Esa certeza motivó a Moisés a implorar la respuesta divina para encontrar una alternativa.

Ahora, algo más que aprendemos es que los problemas no son para siempre. “Y llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmeras; y acamparon allí junto a las aguas”(Éxodo 15:27).

Guiar al pueblo a cosas mejores

Los líderes tienen la característica de ser motivados por una visión. No conozco  la primera persona que vuelque sus esfuerzos a trabajar y trabajar sin que medie un propósito o un objetivo claro. Quien lidera, generalmente sabe a dónde quiere llegar.

Consideremos un ejemplo sencillo. Alguien establece una empresa para la comercialización de productos domésticos. Ha estudiado el terreno y conoce que la mercancía tendrá salida; sin embargo quienes trabajan a su lado, están solamente interesados en el sustento, en lo que ven. Aunque les advierte que vendrán tiempos mejores, sus inmediatos colaboradores no se inquietan más que por aquello que ven y que palpan.

Etapas así la han enfrentado todos aquellos que lideran. No es algo nuevo, por el contrario, se trata de una actitud muy frecuente.

Dos meses después de salir de la cautividad, cuando se encontraban entre Elim y Sinaí y a pocos días de haber superado el impase de las aguas amargas, surgió otro inconveniente:

“Partió luego de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, y vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después que salieron de la tierra de Egipto. Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; y decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud”(Éxodo 16:1-3).

La gente buscaba algo por qué protestar. ¿Ha visto creyentes así o tal vez compañeros de trabajo quienes a todo le encuentran problema? Se convierten en hombres y mujeres expertos en ver lo malo antes que lo bueno. “Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo, y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no”(versículo 4).

El Señor salió al paso con una solución. Si Él le llamó a servirle, no le dejará solo. Usted tiene Su divino respaldo. Este es un principio que debió aprender Moisés en  la práctica. Justo cuando estaba más inquieto, el Señor respondía. Era tanto como si le dijese: “Esfuérzate y sé valiente, estoy contigo”.

“Dijo también Moisés: Jehová os dará en la tarde carne para comer, y en la mañana pan hasta saciaros; porque Jehová a oído vuestras murmuraciones con que habéis murmurado contra él; porque nosotros, ¿qué somos? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Jehová”(versículo 8).

Dios cumplió su promesa. Por segunda vez respondía a las murmuraciones del pueblo.

¿Cuándo aprenderán?

Hay un término muy en boga en Latinoamérica que nuevamente les recuerdo. Dice: “Recibe palo porque bogas y palo porque no bogas”. Se refiere a los que polemizan y generan problemas porque sí y porque no. No tardan mucho en encontrar falencias, aunque todo luzca perfecto en apariencia.

“Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin por sus jornadas, conforme al mandamiento de Jheová, y acamparon en Refidin; y no había agua para que el pueblo bebiese. Y altercó el pueblo con Moisés, y dijeron: Danos agua para que bebamos. Y Moisés les dijo: ¿Por qué altercáis conmigo?¿Por qué tentáis a Jehová?”(Éxodo 17:1, 2).

Les asaltó la sed y, ¿hacia quién volcaron su frustración? Hacia Moisés. Un líder, en buena parte de las ocasiones, lleva consigo el peso del pueblo al que está guiando. Lo más complejo es que siempre recibe críticas y pocas veces una voz de estímulo por la labor que realiza. ¿Vale la pena que renunciemos? En absoluto. Usted y yo fuimos llamados a vencer, no a dejarnos vencer.

El patriarca actuó como ya se estaba acostumbrado a obrar: “Entonces clamó Moisés a Jehová, diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco  me apedrearán”(versículo 4).

Aprendiendo a delegar

Hasta aquí hemos apreciado a un líder inmerso en problemas, no porque los haya buscado sino porque el pueblo al que guiaba, era rebelde. Pero las dificultades le llevaron a un aprendizaje progresivo, lo que capacitó para que actuara con excelencia.

En particular un incidente, fruto de la visita de su suegro Jetro, le enseñó una valiosa lección. Al apreciar que todo el trabajo recaía en Moisés, el anciano le recomendó delegar. Un principio que deben asumir quienes ejercen liderazgo, bien en el plano eclesial o secular.

“Viendo el suelo de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con el pueblo?¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde? Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces”(Éxodo 18:13-17).

Fue en ese momento en que experimentó la delegación. Y dio resultado porque, hombres previamente seleccionados, comenzaron a ayudarle en sus tareas. Ese es un principio fundamental de trabajo en equipo. Ya pasó la época en que el líder hacía todo, desde abrir el templo, recoger las ofrendas, predicar, y terminar la jornada con labores de aseo.

La ingratitud contraataca

Pasados ya tres problemas complejos, surgió uno más: los israelitas se cansaron de comer el maná. “Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Jehová; y lo oyó Jehová, y ardió su ira, y se encendió en ellos fuego de Jehová, y consumió uno de los extremos del campamento. Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar y dijeron: ¡Quién nos diera a comer carne...”(Números 11:1, 4).

La situación generó en Moisés una crisis, hasta tal punto que fue a Dios con amargura. Le dijo: “No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía. Y si así lo haces tú conmigo, yo te ruego que me des la muerte, si he hallado gracia en tus ojos; y que yo no vea mi mal”(versículos 14, 15).

¿Le han asaltado etapas de desesperación? Es probable que sí. Todos las hemos enfrentado. Pese a ello, es menester seguir adelante. Para lograrlo, buscamos en Dios la fortaleza y damos un nuevo paso, y luego otro más, y otro... pronto habremos recorrido un largo trecho.

Ahora, Dios respondió enviando codornices a los israelitas, pero pagaron su codicia con la muerte, como leemos entre los versículos 31 y 34.

¿Enemigos? Hasta en la propia familia

Me gusta utilizar refranes que identifican nuestra cultura latinoamericana. De paso vale la pena resaltar que son frases cortas que encierran una enorme sabiduría. Uno de ellos reza: “No hay cuña que más apriete que la del mismo palo”. Indica de manera directa, que los más cercanos son en ocasiones quienes mayores problemas nos causan.

¿Ha enfrentado una situación así como líder? Sin duda. Moisés también vivió una situación así.

“María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita.  Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová?¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová”(Números 12:1, 2).

¿Cómo debió sentirse nuestro protagonista? Sin duda abrumado. Pero no estaba solo, como usted y yo tampoco lo estamos. Si Dios nos escogió para alguna tarea de liderazgo, es porque conoce quiénes somos, nuestras capacidades y lo lejos que podemos llegar si caminamos tomados de Su mano.

Producto de su rebeldía, María acarreó las consecuencias. Se vio cara a cara con la desgracia: vino sobre su cuerpo la lepra.  Pese a ello, la nobleza y disposición de perdón que asistía a Moisés, intercedió a su favor: “Entonces Moisés clamó a Jehová, diciendo: Te ruego, oh Dios, que la sanes ahora”(versículo 13).

Momentos difíciles hemos atravesado todos. Usted y yo no somos ni los únicos ni los últimos, como repetiré hasta la saciedad. ¿Cuál es el secreto para sobreponernos con éxito? Confiar en Dios cuando arrecia la tormenta. ¡Venceremos! No olvide que fuimos llamados a vencer y no a la derrota...

PREGUNTAS SOBRE LA LECCIÓN 

1.  Debemos aprender a no _____________________________las situaciones, para no crear problemas grandes de cosas pequeñas. 

2. Nunca podemos ____________________________ante la desesperación.

3. Un verdadero líder _________________ los malos momentos.

4. ¿Qué aprendemos de la escritura en Exodo 15:27?

5. Los líderes son __________________________por una visión.

6. Quien lidera sabe _________________________ quiere llegar.

7. Un líder, en buena parte de las ocasiones, lleva consigo el _______________del pueblo al que está guiando.

8. El líder siempre recibe __________________ y pocas veces una voz de _________________por la labor que realiza.

9. Usted y yo fuimos llamados a _______________________.

10.  Un principio sumamente importante para un líder (que aprendió Moisés con Jetro) es ______________________.

bulletJimenez, Fernando Alexis, Ser líder no es fácil... pero no imposible, Ministerio de Evangelismo y Misiones "Heraldos de Vida", Usado con permiso.
 
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